MI CURA ERES TU

Capitulo 2

Me encontraba ya en frente de la puerta del supervisor de piso, ya había pasado el tiempo que él indicó y yo estaba ahí hecha un manojo de nervios, sentía mi corazón latir a lo máximo, era un sentimiento un poco extenuante y a la vez re-vigorizante como si a partir de toda esa adrenalina impregnada en mi sangre mi cuerpo se estuviese preparando para dar una lucha de gran impacto donde tendría que ganar si o si, pero sabía muy adentro que posiblemente el león que se encontraba tras esa puerta podría devorarme y hasta derrotarme con tan solo soltar un rugido, cosa que era muy seguro, siendo sincera no quería en lo absoluto que me despidieran, mi trabajo, ese trabajo donde la señorita Anabel Ritchford había logrado tantas cosas, como ser aceptada, tener un buen cargo, ser querida por todas las personas que leían mis artículos, sinceramente no quería en lo total perder nada de eso... bueno la verdad creo que nadie que esté bien de la cabeza quisiera perder algo así, es como estar realizada y ¡Pumm! Un día llega el momento en el que posiblemente te boten de tu mundo al que ya estas acostumbrada, y ¿cómo rayos yo me iba a excusar delante de ese «león»? ¿Qué le iba a decir? Soy malísima mintiendo, hasta un niño de seis meses se daría cuenta que no se mentir y tampoco puedo decirle: ¡Ah señor supervisor disculpe, he llegado tarde hoy y los días pasados porque tengo una racha tan mala que hasta usted si la tuviera por una hora se suicidaría! ¡Ja, por Dios! sueno tan ilógica, eso es tan poco creíble como la típica historia donde el niño de primaria decía que su tarea se la había comido un perro.

Pose mi mano derecha en el aire y me fui dispuesta y expectante a tocar la puerta, con un tanto de inseguridad la dirigí lentamente hacia la misma, pero como todo en mi vida es posible antes de darle un sopetón a la puerta el SEÑOR abre la puerta, asoma su cara velozmente por el marco a cerciorarse si es que Anabel o sea yo, no había aparecido, y como ya era tarde mis nudillos estaban estampados en su entre cejo removiéndole los lentes que llevaba puestos, los cuales se veían más frágiles que un mismo jarrón chino y estos mismo cayendo estrepitosamente al suelo sin nada que pudiese atajarlos.

« ¡PRAK! »

Más o menos así fue el sonido de mi corazón rompiéndose, bueno no, así fue el sonido de los lentes rompiéndose en el piso, mi corazón simulo un sonido más o menos parecido pero con un tono de sutileza creo que llegándose a escuchar hasta en la china.

¿Qué he hecho?

He metido la pata, esta vez no en el barro, la he metido en un agujero negro y no fue solo eso sino también la rodilla, el muslo y hasta las caderas, sintiendo como el antes mencionado me sorbía y sumía en la desgracia y la obscuridad. –La he cagado- pensé en mis adentros haciendo una cara tan extraña que denotaba, miedo, pena, odio (hacia mi misma), tristeza y derrota, que dudo que si la N.A.S.A viniese a descifrarla pasarían 1.500 años y nunca lo hubiesen lograda.

Sus lentes posterior a la caída, no hicieron más que romperse en la parte de los cristales formándosele una gran grieta que no era ni tan grieta eso parecía más bien el gran cañón, el marco quedo intacto porque ser de esos marcos de acero cromado, pero igual ya el daño estaba hecho. La cara de mi supervisor era toda una obra de arte, poco a poco se le fueron ingurgitando las venas de la frente y la cara se le estaba tornando de un color rojo y parecíendo estar reprimiendo la respiración. Hasta que no aguanto más, inhalo tanto aire como pudo y los exhalo por la boca expulsando una gran bocanada de aire. Que creo que si le hubiesen dado el papel del lobo feroz en la obra de "Los tres cerditos y el lobo feroz" él lo hubiese hecho muy realista; y después de eso me volvió a mirar y me sonrió haciendo que mi cara se descuadrara totalmente – ¿Qué coño le pasa a este tío, me acaba de dejar esperando gritos, pataletas y demás y viene y me sonríe, a caso está loco?- eso fue lo primer que me llego a la cabeza. Cogió sus lentes y me volvió a mirar con su gran sonrisa en la cara.