Manicomio

206 13 3
                                    

El mundo entero afirma que he perdido la conciencia, el sentido, pero no. La primera cosa que debes saber de mí, es que soy completamente normal, nada de lo que ellos dicen es verdad.

Y la segunda es que, a pesar de todo, yo sé que estuve en lo correcto.

Verás, estuve embarazada. 9 largos meses felices, con una criatura en mi vientre. Aunque no tan felices. Alrededor de los 5 meses tenía pesadillas. El bebé me acechaba. Sus ojos se tornaban rojos, y tuve temor.

Al fin y al cabo, mi pequeño nació. Todo el mundo lo quería. Pero yo tenía una extraña repulsión hacia él. Afirmaban que era un efecto del estado en el que me encontraba. Solo decían. Pero, luego de algunos meses esa sensación continuaba.

A pesar de todo, durante ese periodo sudaba frío por las noches y las pesadillas me perseguían.

Pero fue una noche, una noche la que me hizo saber que todo estaba mal. Desperté porque me sentía observada. Sentía prácticamente la respiración de alguien y a la vez, oí un gemido que no supe identificar. Y entonces volteé y lo vi. Estaba sentado en posición de indio, tenía los ojos abiertos, totalmente espeluznante. Sus órbitas estaban fuera de sí, y se observaban claramente las venas que lo atravesaban.

Vi lágrimas, pero estas no eran dignas de compasión. Eran rojas, como la sangre. Cerré los ojos y grité. A estas alturas poco me importaba lo que pensaran de mí. Pero luego me callé. Y debía haberme quedado dormida, porque desperté y encontré al pequeño a mi lado, durmiendo plácidamente. Ese día, tome una decisión.

Y por ello me encuentro aquí. Repito, soy completamente normal. Por eso sé que estoy en lo correcto.

Bueno, continuaré. Ese día lo llevé a pasear. Se veía tan feliz. Lástima que le duraría poco.

Por la tarde debía darle un baño. Mientras lo hacía, lo hundí en el agua. Las pequeñas manitos intentaban luchar contra mi fuerza, pero al final cedió.

En ese instante me sentí aliviada.

Me deshice del pequeño cadáver y lo hice tan bien, que hasta yo misma me sorprendí de mis habilidades.

Mi madre preguntaba por él luego de un tiempo, y me inventé algunas razones, me mostré preocupada y eso la hizo dejar de preguntar.

Después de esto todo iba bien, hasta que se llegó a conmemorar un mes más. Salí, feliz de la vida, pero al llegar a la puerta encontré un papel debajo de un pequeño coche. Lo levanté y vi que con letra infantil estaba escrito: “Hola mami, te estoy esperando.”

Soy completamente normal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora