Una noche

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Grahim se encontraba vagando por las tierras inferiores, pensando en todo lo ocurrido hace tiempo.

El niño de los cielos había logrado vencer a su antiguo amo, había logrado asesinarlo.

¡Estaba furioso por ello!

¡Después de todo lo que había hecho, todo el trabajo, los días de investigación, buscando las puertas del tiempo, a la encarnación de la diosa y cómo en todo el camino lo entorpeció ese molesto héroe!

Después de todo eso, su amo perdía la batalla más importante.

¡Ese maldito!

Siempre alegó ser más poderoso e importante que el señor de los demonios, quién fue su esclavo, su siervo, y aún así al rey de los demonios se le ocurrió perder.

Había soportado los maltratos, desprecios, golpes, insultos, entre otra miles de cosas por parte de su antiguo amo, se sentía un idiota por haber tenido miedo del Heraldo.

Sin el señor de los demonios el Heraldo ¡no sería nada!

El único débil era el Heraldo.

Todo su esfuerzo fue en vano...

¡Todo por ese grandísimo hijo de...!

Grahim se detuvo súbitamente al escuchar... unos ronquidos.

Volteó la vista hacia donde creía que provenía el ruido y se encontró con la durmiente figura del mismo héroe que asesinó a él Heraldo.

Link.

Grahim se acercó y se arrodilló al lado del chico.

La luz de la luna iluminaba su cara blanca y sus cabellos dorados, sus labios estaban entre abiertos y respiraba con una gran tranquilidad.

Llevaba una blusa blanca la cual le quedaba pequeña, pues dejaba a la vista parte de su estómago, unos pantalones color durazno y sus botas cafés se encontraban a un lado de él, por lo que estaba descalzo.

Grahim paso sus dedos por el cabello del niño, era sedoso. Acercó su rostro e inhaló con exageración, disfrutando la escencia y olor del héroe.

Link movió su cabeza a un lado como única reacción.

“El héroe” pensó Grahim.

Durante toda su jornada, a cada templo que iba, ahí estaba el niño rubio. El chico le ahorraba el trabajo de resolver los complicados acertijos, era inteligente y algo ágil, bueno bastante ágil, lo admitía, pero aún así, él humano siempre interfería en sus planes.

Al señor de los demonios le dió curiosidad saber qué hacía el héroe ahí y pensó en despertarlo, pero si lo hacía el chico intentaría huir y eso le sería muy molesto, y no ardía en ganas de tener que lidiar con el miedo natural de los humanos hacia los demonios.

Pensó en una manera de que el chico no se le escapara, pero cuando lo vió nuevamente no se pudo concentrar.

Cuando tenía que lidiar con el hecho de que debía revivir a su antiguo amo, al Heraldo, solo podía pensar en el elegido de la diosa como un estorbo, una molestia más con la que debía lidiar pero ahora que era libre de hacer lo que el deseara y sin ninguna misión que interfiriera con sus deseos personales, veía lo atractivo que era el héroe en realidad.

Si bien, fue por culpa de ese niño que él fallara en su misión, el niño cumplía la suya propia y lo había logrado, superó en eso al señor de los demonios. También venció al Heraldo, en eso también lo superó, y además, también lo derrotó en todas las batallas que tuvieron y a todas las criaturas que el convocó para que lo asesinaran.

Una noche (Ghiralink OneShot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora