Día 1

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    El entrenamiento de fútbol había terminado, en entrenador Jack estaba de mala leche -como siempre- 

   — Buen entrenamiento. — Joe colocó su mano en mi hombro y me dio unas cuantas -y fuertes-  palmaditas en él. — Pero sigues sin poder superarme. — Rió con aire de superioridad.

     — Eres un fantasma. — Me giré para verle. — Ya querrías tú tener mi fuerza, capullo. — 

     Y reímos. 

    Joe era mi mejor amigo, y también un gilipollas; nuestras madres eran amigas, así que de pequeño, prácticamente estaba en su casa la mayoría del tiempo -o viceversa-.

   — ¿Vienes a mi casa? Es tarde de videojuegos.

   — No sé... Creo que hoy paso.

  — ¡Venga, tío! — Me dió un empujón. — ¿Es porque la última vez te machaqué? Que mal perder tienes.

  Me quedé callado mientras me miraba desafiante.

   — Bueno... — Suspiré. — Iré... Pero para demostrarte lo mal que juegas.

   — Vamos entonces. — Dicho esto, me dió un codazo y a caminar, algunas veces acababas magullado de lo bruto que era; pero que se le va a hacer.

   Subimos a su coche, un 4x4 ya algo viejo. 

   — Macho, necesito dinero para un coche decente. — Cerró su puerta de forma violenta y arrancó el motor. — ¡Esto se cae a trozos!

   — Normal, tratando al que tienes así, menudos golpes le metes. — Me abroché el cinturón. — Y si lo llevases a revisión... ¡Ya ni te cuento!

   — Eres un listillo, Kike.

   — Por eso me adoras. 

   — Más quisieras tú — Empezó a conducir. — Yo sólo tengo ojos para...

   — ...Para Sarah, ya lo sé, ¡Lo sabemos todos! — Elevé la voz. — Desde que salís juntos no paráis de besuquearos y deciros cosas cursis.

   — ¿Y eso está mal?

   — Sí si no paráis de hacerlo de hacerlo delante de todos... Malditos amorosos. — Joe soltó una carcajada.

    — Lo que ocurre es que tienes envidia.

     — ¿De vosotros? Permíteme que me ría.

    — Venga, siempre vas solo a los bailes del instituto, ¿no sientes deseo alguno de tener a alguien con quien compartir tu vida?

    — ¿Para qué? Una relación implica depender de alguien; y eso te lleva a sufrir por motivos que, la mayoría, son estúpidos. — Hice una pausa. — Paso. 

     — Pasas. 

    El resto del camino fue todo silencio.

    La habitación de Joe era lo más parecido a un estercolero que podrías encontrar. Cajas de pizza por debajo de la cama, calzoncillos, grupa sucia, toda la mierda del mundo estaba en el mismo sitio donde el dormía. 

    — ¿Listo para ser humillado? 

   — Pregúntate eso a ti, anda.

   

     

   

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⏰ Última actualización: Oct 02, 2014 ⏰

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