Ignaz Semmelweis reflexionaba constantemente en la causa y consecuencia, propósito y trayectoria. Largas horas de autopsia lo habían iniciado en un mundo complejo y fascinante. Un perpetuo estado de búsqueda y aprendizaje, no solo eso, cada cuerpo muerto tenia una historia que contar. Tenían voz en la ausencia de aliento. Como los matices de luz y sombra esbozados en un cuadro cada trazo tenia formas ininteligibles que buscaban ser descifradas, definidas.
El conocimiento medico adquirido de esas solitarias experiencias servía de base para sus estudios y podía ser la respuesta a la gran interrogante que existía entre sus colegas. Una verdad implacable que se alzaba como un espectro maligno he invencible... a pesar de los adelantos médicos alcanzados hasta ahora la realidad era que las muertes de las mujeres seguían aumentando a un ritmo alarmante. La morgue de la clínica de Viena se había convertido en el mismo seol. Engullía a sus victimas sin misericordia y con apetito voraz e insaciable.
Cual era la causa de las nefastas cifras? Cual era la razón de tanta muerte? Acabaría al fin el largo y lastimoso sufrimiento de los plañidores? Lo único que se podía hacer era esbozar la información y tratar de definir coherentemente la figura que se intentaba develar. Esquematizar el caos y traducirlo en palabras que se pudiesen pronunciar.Fiebre puerperal. Ese era el funesto nombre que recibía la muerte. La materialización de la miseria y agonía que acongojaba a las mujeres hasta su deceso. Como ayudante de obstetra, Semmelweis se desenvolvía en el nacimiento de nuevas vidas. Era una cruel ironía encontrar tanta muerte y vida en un solo lugar.
Te sucede algo ignaz? -Pregunto Jakob kolletschka- que?- Te sucede algo?- volvió a repetir mirándolo expectante. Jakob, con su cabello cano alborotado y una mirada de preocupación esperaba respuesta. Ya llevaban un tiempo trabajando juntos y mas que colegas se habían convertido en amigos. Jakob había aprendido a leer los silencios de ignaz semmelweis y dilucidaba las palabras q este ultimo no pronunciaba. Había aprendido que la preocupación de su colega era tal que le costaba articular las palabras. Por eso esperaba paciente
- no es nada... es solo que no logro entender lo que pasa...
-es por la fiebre puerperal... Ignaz, nadie sabe en realidad lo que pasa. Sigue siendo un misterio para todos
- si, lo se - respondió resignado - kolletschka trato de inyectarle toda la paternidad que pudo a sus palabras
- hay cosas que podemos hacer y otras cosas que escapan a nuestro control. Solo podemos funcionar con los recursos que tenemos. Tu haces todo lo que esta a tu alcance como ayudante del director de la primera clínica obstétrica. Incluso haces mas
- algo no esta bien. Hay algo que se me esta escapando pero no puedo descubrir que es
- hijo, a todos se nos escapa este asunto de las manos. No solo eres tu. Cargas con una culpa muy grande como si solo fuese tuya pero todos somos médicos. Estamos juntos en esto - dijo, poniendo una mano sobre Semmelweis. Este asintió mas tranquilo.
Jacob kolletschka, medico obstetra. Tenia un largo historial en su carrera y su competencia no solo se debía a su formación y profesionalismo. El iba más allá del deber y se convertía en padre, hermano, o lo que fuera necesario para apoyar a sus colegas y pacientes. Era carismático y sereno. Reflexivo. Su experiencia de vida le otorgaba la capacidad de observar con un prisma mas profundo a las personas y decir las palabras apropiadas en los momentos apropiados. Ignaz admiraba el profesionalismo de Jakob y el calor humano que insuflaba en sus palabras de animo tal como un padre hace con su hijo.
Iras a cenar esta noche con nosotros? - pregunto Jakob mientras semmelweis guardaba los instrumentos quirúrgicos. - no lo se. Tengo mucho que estudiar
- te vas a fundir el cerebro con tantos libros - le dijo con un tono divertido - no quiero tenerte un día en la mesa de disección
- esta bien - contesto sonriendo. Vieron pasar por la puerta abierta al párroco con el incensario que cargaba un joven acolito detrás - a las siete esta bien? - me parece bien.

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Enagenacion
Bí ẩn / Giật gânMediados del siglo XIX. Ignaz Semmelweis reflexionaba constantemente en la causa y consecuencia, propósito y trayectoria. Largas horas de autopsia lo habían iniciado en un mundo complejo y fascinante.