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Habían pocos lugares en los que ignaz Semmelweis se sentía tan a gusto y a la vez incomodo como sucedía en casa de Jakob Kolletschka. El olor de la madera y la textura de la piedra se le antojaba como la elegancia y prominencia de casillos de épocas medievales. Todo pulcramente delineado como con la mano prodigiosa de un escultor. Agradable a la vista por supuesto, pero había cierta sensación de desapego que no le dejaba tranquilo. Francamente se sentía mas a gusto en una sala de disección.
Toco la puerta y fue recibido por el chirriante sonido de la bisagra y la agradable figura de una anciana q le daba la bienvenida
- Ignaz, que gusto verte, hijo - el gusto es mío - adelante. No te quedes ahí congelándote afuera -

Anika Kolletschka era el nombre de la anciana. Hermana de Jakob, tenia un aire misterioso como si fuese conocedora de las artes místicas, el plano astral y todo eso en lo que Ignaz no creía. Lo que Semmelweis no podía negar era que la perspicacia de esta mujer te sobrecogía de temor. Podía leer las expresiones y el animo y acertar en sus predicciones como si de un médium se tratase.
Aquí les traigo al futuro de la obstetricia, el medico del pueblo que todos querrían tener - dijo Anika presentando como un trofeo a Semmelweis
- no es para tanto Anika - respondió un avergonzado ignaz
- vas a llegar lejos, hijo
- gracias -
Semmelweis observo caras nuevas. Conocía por fotografías a una de las mujeres que se encontraban en la sala. Elizabeth. Sin embargo no conocía el nombre de su esposo ni la otra pareja que lo observaba con detención.
- ellos son Anatoly Lobaina que esta casado con Elizabeth mi hija - la mujer hizo una reverencia y Anatoly lo saludo con un firme apretón de manos. - ella es mi otra hija, Viktorika, junto a su novio Philipp Gerva
- un gusto Ignaz - dijeron al unísono, se miraron y sonrieron. Semmelweis noto que los labios de Viktorika eran delgados y finos a diferencia de los de su hermana. - el gusto es mío

El aroma a Gulash se extendía en el cuarto de invitados saturando con su agradable olor el lugar. Ya en la mesa comenzaba la odisea de la sobremesa para Ignaz Semmelweis quien prefería estar en la compañía de muertos que de los vivos y sus complejas vidas.
- así que obstetra, Ignaz - comenzó Philipp sonriendo al hablar
- así es.
el desconocido tenia una expresión despreocupada, casi alborotada.
- yo también soy obstetra. Siempre quise tener una profesión importante y ser un medico de renombre y todo eso. Triunfar en la vida. Y ahora me ves acá, un obstetra más entre un mar de médicos.
- no digas eso amor - le dijo Viktorika en tono de reproche mientras el sonreía
- discúlpame, Ignaz, solo bromeo. Mi trabajo es importante tal como el tuyo o el de Jakob
- no hay problema - respondió sonriendo.
- ya todos sabemos que piensa Philip de su trabajo, pero tu, Ignaz, porque decidiste ser medico? - pregunto Anatoly, quien desde que se habían sentado a cenar no había abierto la boca.
- bueno... - dijo dubitativo Semmelweis - siempre quise ayudar a los demás de alguna manera y convertirme en medico me ayudaría a serlo
- buscaste algo que te ayudara a ayudar? - comento Philipp en tono bromista a lo cual fue reprendido con un codazo de parte de su novia
- básicamente. Todos tenemos capacidades y yo decidí utilizar lo que tenia para el estudio y práctica de la medicina. Es como Jakob siempre dice ''debemos hacer lo que podamos con los recursos que tenemos''
- guau! Eso suena idealista - dijo Philipp
- Idealista? - pregunto inquieta Viktorika
- no me malinterpreten, no digo que esta mal. Solo me pareció idealista el comentario. Lo importante es que te gusta lo que haces. Cierto?
- si, por supuesto que me gusta
- pero hoy no - dijo Anatoly y de pronto le pareció a Ignaz que las miradas de los presentes lo atravesaban.
- oigan ustedes. Que hacen? Esto es una cena familiar no un interrogatorio de la policía - intervino Anika
- es eso, Ignaz, una cena familiar. Tu eres parte de esta familia un tanto disfuncional en su trato pero una familia al final - asevero Jakob kolletschka sonriéndole afablemente a su invitado - no hay problema.

Semmelweis se sumergió en sus pensamientos mientras los demás parloteaban en una charla animada con Philipp a la cabeza y Jakob que le pisaba los talones con anécdotas y curiosas historias de sus años de juventud. Ignaz solía cavilar en silencio aun en compañía de otras personas. Era un don que le permitía recolectar y analizar información y a la vez era una maldición que lo apartaba de los demás. El mismo se daba cuenta de ello pero gravitaba de forma irresistible a sus pensamientos. No podía quitar de su mente la expresión de agonía de sus pacientes al exhalar su ultimo aliento. Y solo se veía a el mismo, impotente, sin poder hacer nada ante la vida que de manera caprichosa y cruel se escurría entre sus dedos.

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⏰ Última actualización: May 31, 2019 ⏰

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