Habían pasado treinta y cuatro años desde que por primera vez escuche su voz a través de un teléfono y treinta y tres desde que me había casado con él en el jardín de la casa de sus padres en un hermoso día de primavera con todos en contra, pero nada importaba porque él estaba seguro de estar conmigo a pesar de todo...
Mi vida no fue buena, bueno quizás si pero no comenzó de la mejor manera, partiendo por no tener una madre que me cuidara, que me protegiera de todo y de todos, no tuve sus arrullos por las noches o sus abrazos cuando temía lo que podía estar debajo de mi cama o sus caricias cuando me caía mientras corría detrás de otros niños, tratando de encajar, ni tampoco vi sus ojos llenos de alegría cuando le entregaba los regalos del día de la madre, pero en su defensa, tengo que confesar que era demasiado joven para cumplir todos esos roles, era demasiado joven para llevar un bebé en su vientre, demasiado joven como para dejar de jugar con sus muñecas y reemplazarlas por mí, cuando a sus quince se convertiría en mamá, por ese motivo ella y mis abuelos decidieron que era mejor entregarme a mi padre que era diez años mayor que mi madre para que se hiciera cargo de mi pero finalmente esa responsabilidad quedo reducida a llevar su apellido. Mi padre se aprovechó de, por lo menos yo lo veo así y no una forma de sacar de responsabilidad a mi madre, la ilusión de esa niña que estaba empapada con los cuentos de hadas y me engendro, aunque en comparación de ella, él simplemente me rechazo sin importar lo que dirían los demás, por lo que mi abuela paterna tuvo que hacerse cargo del niño que nadie quería, y quizás ella tampoco, después de todo ya había criado a cinco hijos, pero a pesar de que ya no tenía la vitalidad de antes, de que ya no se sintiera con las mismas fuerzas para cargar con un bebé, me tomo bajo su cuidado y fue lo mejor que me pudo haber pasado en la vida, aunque no me di cuenta de ello hasta los cuatro años cuando mi padre se sentaba en la misma mesa a comer con nosotros, donde él comía carne mientras que mi abuela luchaba por meter un plato de sopa a mi boca sin la ayuda de nadie.
Mi niñez fue normal y feliz en lo que se pudo, mi madre la vi solo una vez a mis diez años, pero es algo que a penas recuerdo en especial cuando solo la vi por casualidad en la calle mientras que ella de la mano de su nueva pareja me miro sorprendida, aunque aún deseo saber cómo me reconoció si la última vez que me había visto usaba pañales y babeaba, pero me reconoció, sonrió, se presentó y luego desapareció completamente de mi vida, mi padre fue otra cosa, el me recordaba día a día con sus gestos, sus desprecios y actos de que yo no era un niño deseado que si hubiera sido por él yo simplemente no existiría, pero con él tiempo ya no me importo y menos me importo cuando se casó y se fue él también, pero al contrario de mi madre él no lo hizo para siempre ya que cada cierto tiempo volvía, después de todo era mal padre pero se esforzaba un poco en ser un buen hijo.
Y así pasaron los años, donde prácticamente éramos mi abuela y yo contra el mundo, hasta que crecí lo suficiente para salir de Seúl para estudiar en Incheon, fueron años difíciles, creo que fueron los años más triste de mi vida, me sentía completamente solo, aislado de todo lo que era mi "familia", sentía que era como si estuviera pagando una condena que yo mismo me había autoimpuesto, pero a pesar de todo decidí terminar mis estudios, después de todo con lo único que podría salir adelante y ayudar a mi abuela era con mis estudios, aunque en varias ocasiones pensé que no lo lograría, y no por la falta de inteligencia, sino por la incertidumbre siempre latente de que si tendría dinero para comer, para pagar el pequeño departamento o más importante aún, pagar la universidad, creo que esos fueron los peores momentos, donde tenía que contar cada moneda que tenía en los bolsillos para pagar las mensualidades, porque para variar mi padre me había ilusionado con pagar toda la colegiatura pero al momento de hacerlo prácticamente tuve que rogar para que lo hiciera, aunque sin dejar de lado que me recrimino todos los años después de mi graduación. Pero como siempre o las cosas mejoran o tu tienes que hacerlas mejorar a la fuerza, finalmente lo logre, después de haber luchado todos los años de carrera para no quedarme sin universidad ni comer al fin lo logre, era el hombre mas feliz sobre la tierra cuando vi el esfuerzo de tantos años plasmados en un cartón que acreditaba que era médico, por lo que esta demás decir que la celebración duro dos días, dos días donde disfrute de ser libre de cualquier preocupación, de mi familia, de la vida de mierda que me había tocado vivir pero sobre todo disfrute solamente porque deseaba y podía hacerlo... aunque para ser sinceros son pocas las cosas de las que me acuerdo de esos dos días, gracias a los cielos que solo bebí hasta quedar inconsciente abrazado a un gordito peluche con forma de pingüino.
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Como La Primera Vez (Kyuwook)
Fanfiction¿Amarlo 3.000?, eso era demasiado poco para calcular todo lo que yo sentía por él, todo lo agradecido que estaba, amarlo 3000, era demasiado poco porque mi amor por él era mas extenso y denso que el universo y eso era quedarse corto...