Capítulo I

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El suave viento de la tarde soplaba con gentileza sobre las doradas hojas de los árboles que aún lograban sostenerse de sus ramas, muestra de que dentro de poco el otoño partiría de la ciudad dando paso al invierno que amenazaba con ser peor que años anteriores. Los alrededores del campus estaban casi abandonados en su totalidad con excepción de los enormes jardines en donde se encontraba una de sus estudiantes, la cual al parecer ignoraba que en unos cuantos minutos más caería la noche.

Su miraba brillante se mantenía fija sobre esa hoja de papel en la que escribía sin parar, simplemente su mano se movía veloz sobre los confines de la blanca superficie como poseída por alguna extraña energía que le impedía el detenerse y darse cuenta de algo que no fuese lo que estaba haciendo. Tan perdida estaba que ni siquiera fue consciente de la sombra que sigilosa se acercaba a ella hasta que fue demasiado tarde. Un pequeño brinco seguido de un grito de sorpresa fue la reacción de la chica que ahora llevaba una mano hasta su pecho en un intento por calmar los apresurados latidos de su corazón al haber recibido tal susto por parte de la rubia de dos coletas que le había sorprendido.

—¡Hana, me asustaste! —se quejó con cierto reproche ante la chica de desafiantes ojos verdes que acababa de hacer acto de presencia y la cual solo sonrió mirándole divertida al ver su ya acostumbrada reacción cuando se le ocurría aparecerse justo en el instante en el que ella estaba distraída en su propio mundo de extraños seres mágicos—. ¿Qué haces aquí? ¿pasó algo?

—¿Qué hago aquí?, vine por ti para irnos juntas a la cafetería —aclaró Hana—. A menos que quieras llegar de nuevo tarde y como castigo ponerte a limpiar esos baños que al parecer adoras tanto —le dijo a modo de broma recordándole la última ocasión en la que se entretuvo escribiendo más de lo acostumbrado, obteniendo que el gruñón jefe de ambas estuviese cerca de despedirla y al cual después de rogarle encarecidamente durante horas por una segunda oportunidad había accedido dejarla en su puesto con la condición de no solo quedarse trabajando horas extras sin goce de sueldo, también por su falta tenía que limpiar el área ella sola incluyendo cocina, depósito, recibidor y sí... baños, los mismos que harían parecer una escena de horror como un bosque lleno de conejitos y mariposas.

¡Por qué los hombres eran tan sucios! Creo que ya podrán imaginárselos.

—¡Qué dijiste!, ¿tan tarde es? —Alex miró preocupada su reloj de pulsera comprobando que, en efecto, ya era muy tarde y tan solo le quedaban algunos escasos treinta minutos para llegar en el horario justo, dudando incluso salir libre de alguna queja por parte del señor Lee.

—Al menos puedo ver que has avanzado bastante —Hana trató de tranquilizarla al ver esa gran y desordenada pila de hojas que tiempo atrás había escrito, las cuales recogía presurosa sin importarle mucho el orden—. ¿Ya la has terminado? —preguntó ansiosa de poder ser la primera en leer esa nueva historia que su despistada amiga había creado, la cual prometía ser uno de sus mejores trabajos, demostrando el porqué era de las mejores alumnas que la facultad de literatura había tenido en generaciones.

—Le di final justo ahora —sonrió algo avergonzada provocando que sus mejillas se tiñeran de un rosa pálido.

—Seguro con ella te darán el pase al siguiente semestre sin ningún problema.

—Eso espero ya que con todo el trabajo extra en la cafetería no tendría el tiempo necesario para presentar exámenes, y sin importar lo horrible que es, no puedo darme el lujo de renunciar —habló Alex con la tristeza marcada en la mirada.

Era verdad, a pesar de que era sabedora de lo terriblemente malo que era su empleo, no podía renunciar al ser su principal fuente de sustento. Desde muy pequeña sintió un profundo amor hacía la literatura, siendo sus libros como las muñecas que siempre tuvo, pero nunca uso para jugar. Sus fantásticos y sorprendentes personajes se convirtieron en sus amigos, los mismos que deseó tener y jamás quisieron acercarse a ella. Con el paso de los años ese amor se transformó en la base de sus sueños a futuro, deseando ser una gran escritora para que a través de sus creaciones las personas alcanzaran a experimentar un poco de ese maravilloso sentimiento que ella sentía al leer y perderse en un mundo que en muchas ocasiones era mucho mejor y más feliz que el original.

Los Príncipes No ExistenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora