XXIII

45 21 86
                                    


06:23 p.m.

07/05/2019

Dave:

— ¿Por qué correr cuando no hay objetivo claro al cual llegar?

—Yo, no lo sé —susurro cabeza gacha.

— ¿Por qué escapar de lo inevitable? musita a mi oído, colocándose atrás mío.

—...

— ¿Por qué continuar cuando rendirse es tan tentador? — susurra suavemente logrando que el sonido de sus palabras recorra todo mi cuerpo.

—...

—-¿Por qué negar lo innegable? —interroga curioso mientras realiza un particular movimiento con el bolígrafo es su mano.

—Lo innegable, — trago grueso intentando desatar el nudo en mi garganta, —lo innegable pierde su esencia cuando se niega—, digo nervioso pero seguro.

— ¿Por qué, Dave? ¿Por qué haces del silencio tu tortura? ¿Por qué alejarte pero no irte? — insiste mientras da una vuelta a paso marcado al diván y se posiciona a mi derecha.

—El silencio dice mucho, Brad —grito impulsivamente, pero inmediatamente me arrepiento de haberlo hecho.

—El silencio suele decir mucho, pero también se da a interpretaciones erróneas— responde confundido, quien frente mío está, acomodando sus lentes para luego anotar algo en su cuaderno.

Por un momento tengo la impresión de que la habitación se comprime, como si sus paredes se me vinieran encima, dejándome sin aire. Quito mi nublosa vista del reloj, que sobre una pequeña mesa redonda se encuentra, para lentamente subirla hasta el rostro que sin gesto alguno me observa. No puedo sostenerle la mirada cuando sin aviso brota una tímida lágrima en uno de mis ojos. Entonces, agacho nuevamente mi rostro y dejo fácil la caída para la atrevida lagrima.

Antes de que alguien anuncie alguna palabra acomodo con dificultad mi cuerpo, que frío y tenso está, de manera tal que quedo recostado sobre el diván observando el liso y blanco techo. Por otro lado, Brad mantiene su posición sentado sobre el sillón y su aspecto se torna oscuro, borroso y frío; como si fuera una negra nube que se desvanece poco a poco.

— ¿Brad? ¿Quién es Brad? —llegan, predeciblemente, a mis oídos las preguntas del Dr. Sebastián.

— ¿Brad? —, finjo desentendimiento. —No lo sé, solo se me mezclaron los nombres, doctor —miento desesperado, profundizando mi cuerpo sobre el negro sillón.

—Está bien —bufa incrédulo, —entonces dime, Brad, ¿qué te trae aquí? ¿Qué te maneja?

—La confusión—, respondo sin pensar y luego permanezco en silencio.

—Te llame Brad, Dave. — pronuncia y juro sentir como mi cuerpo se hace piedra.

— ¿En serio? No lo noté, perdón. — respondo sin mentir pero fingiendo tranquilidad en mi tono y una sonrisa en mi rostro.  

—Si te prohíbes de todo nunca podrás encontrar respuestas. Cuando entraste hoy, dijiste que corrías sin rumbo para negar la realidad. Pero, Dave, tu no conoces la realidad y eso te confunde. — Finaliza Sebastián dejando caer bruscamente su cuaderno sobre la mesita en la que el reloj sonaba anunciando el final de la consulta.

Apurado cambio mi posición y me despedido cordialmente, no sin antes observar a la pequeña mesa donde el cuaderno ahora estaba. Este, desprolijamente abierto, mostraba una página, y ella una palabra entre signos, marcada y englobada varías veces con un negro marcador. ¿Brad?

Tomo el picaporte para ya salir del lugar cuando lo escucho hablarme —Hiciste bien en venir; los impulsos no son bueno guías, pero entiendo que no puedas controlarlos por lo que acepto tus disculpas.

—No hiciste bien; nunca haces bien —, inmediatamente acota Brad, que recuperó su figura.

—Lo sé, doctor. Gracias. — Respondo e inmediatamente, Brad se dirige a mí, —No, no lo sabes.

—No corras de quien te quiere, no los niegues —enuncia Sebastián manteniendo su costumbre de hablar cuando ya estoy fuera del consultorio.

—Hazlo, Dave. Corre y niégalo, en la realidad no hay quien quiera. No hay quien te quiera.

Ignoro esto último de Brad y observo a Graciela que me recibe sería a las afueras del consultorio y exige saber si me disculpe con el doctor; a lo que yo respondo afirmativamente, pero quiero auto-golpearme al hacerlo.

~

11:11 p.m.

—No hay quien lo haga; no más que yo —, asegura acercándose sigilosamente hacía mí. Su negro aspecto se pierde en mi oscura habitación, en la cual el demonio sonríe y me observa logrando que la sangre se me hiele. Utilizo mis sabanas como escudo ante el frío y oscuro clima que se genera con la presencia de Brad, este Brad, pero es inevitable que todo mi ser tiemble y perezca ante su presencia.

—Cada uno se destruye a su manera; tú escoges la tuya.


- n i c -

Por si alguien no lo notó; ¡acabo de publicar el Prólogo de Friends!

Ver como crece Friends cada día me hace feliz y eso es gracias a ustedes que me apoyan todo el tiempo, leen, votan  y comentan; y por eso: GRACIASS.

Se que no queremos mucho a el 'Dr. Sebastián' (me incluyo), pero bue, Dave así lo quiere. O ¿Tal vez lo obliga Graciela? Lo dudo.  

¿Hay significado en las constantes lagrimas de Dave? 

Friends. [En Pausa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora