Mark Tuan podría definirse como muchas cosas excepto sociable. Tenía maravillosas cualidades, un sentido del humor ligero y contagioso, un corazón enorme que se preocupa por los demás y oídos atentos para quien lo necesite. Era sin duda un muchacho con ángel, con carisma y una bonita sonrisa que no mostraba muy a menudo, pero muy pocas personas conocían está faceta de él, ya que además de reservado y muy poco conversador, Mark era tímido a morir y muy inseguro.
¿Cómo podría alguien con tantas cualidades, ser introvertido? Culpa suya no era, hay que tenerlo presente. Mark si que había intentado hacer amigos, participar en algún club de la escuela, asistir a las fiestas y hacer amigos con sus compañeros de equipo, pero siempre antes de abrir la boca, antes de comenzar una conversación o halagar la camiseta de alguien... Lo callaban. Siempre Mark se quedaba con las palabras en la boca porque antes de opinar alguien más hablaba y el chico, introvertido y tímido, poco a poco se fue haciendo de una gran bolsa de inseguridades que cargaba al hombro día tras día.
Así llegó al último año de la preparatoria, dispuesto como cada año a no levantarse de su silla a menos que fuese absolutamente necesario. Durante los años anteriores, Mark se trababa al hablar coreano puesto que venía de Estados Unidos y el idioma le era difícil, esto le valió de burlas y comentarios llenos de veneno, que únicamente lo hicieron hacerse más y más pequeño en su sitio, día tras día. Así iba sumando Mark Tuan inseguridades a su lista que parecía quedarse sin papel de lo larga que era.
Como siempre, el salón se llenó de estudiantes que no le dirijan la palabra. El silencio se vio opacado cuando voces se sumaban a animadas conversaciones sobre las vacaciones y cuánto se habían divertido y extrañado. Un pequeño grupo siempre se formaba al fondo y ocasionalmente, dos de sus miembros le sonreían con cautela a lo lejos, cuando sus miradas chocaban por accidente. Esa era la única comunicación que tenía con el mundo aparte de su familia.
Mark comenzó a poner fecha en su libreta, cabizbajo y con una mano recargada en su mejilla izquierda, mientras garabateaba sin ganas, contando así un día menos hasta terminar el curso. Apenas alzó la vista, notó que sus compañeros se dirigían curiosos a la puerta, con murmullos y sonrisas dirigidas a un nuevo estudiante que Mark jamás había visto.
-¿Esta es el aula C? - preguntó el muchacho rubio, mirando alternadamente una hoja entre sus dedos y a los estudiantes dentro del salón.
Su acento era notable a pesar de tener un manejo del idioma bastante fluido, sus ojos eran brillantes y sus pestañas largas. Llevaba el cabello peinado hacia atrás y el uniforme pulcramente vestido. Era delgado con el cuerpo trabajado y con una mochila que se veía carente de demasiados libros a la espalda. Mark recuerda que una chica le dijo que sí y el muchacho agradeció cortés antes de tomar asiento en la banca frente a él. Recuerda que le sonrió cuando colgó su mochila y le dijo, sonriente "Hola, compañero." y Mark se hizo bolita en su banca cuando la vergüenza le subió por las mejillas, sin responder nada.
Así fue como conoció a Jackson.
Supo su nombre esa tarde cuando lo siguió hasta la puerta, soltando preguntas que Mark no respondió ni una sola vez, con los hombros alzados en busca de protegerse del efusivo muchacho extranjero. Jackson se le puso enfrente y le extendió una mano, diciéndole su nombre y pidiéndole "por favor, que me siento un idiota" la tomara.
Mark balbuceó su nombre y Jackson sonrió victorioso, para seguir con la pregunta "¿Tomas el autobús?" que no tuvo respuesta. Pero el chico se rió, encogiéndose de hombros "Vale, creo que es muy rápido. Avanzaremos después".
Jackson hablaba mucho, la mayoría del tiempo solo, porque aunque Mark lo acompañaba a comer a la cafetería y escuchaba atentamente lo que el chico tenía que decir, casi nunca respondía más allá del "Hm, sí, ya veo, no". A base de pequeñas respuestas, Jackson supo que tenía una hermana menor, que le gustaban las películas de miedo, que tomaba el autobús hacia el sur y que no le gustaba hacer ejercicio. Pasaron semanas para recolectar tan poca pero valiosa información y Jackson no se rindió ni un solo día, obteniendo su recompensa al día dieciséis.
-Toma. - Mark extendió un humeante recipiente hacia él, donde un pedazo de comida triangular con mucho queso y apetitoso a la vista esperaba. -Come.
Jackson alzó ambas cejas, mirando alternadamente al chico y el pedazo triangular. -¿Esto es?
Mark, tan tranquilo como siempre y tomando la comida con una mano pacientemente, respondió. -Pizza.
Y así fue como Jackson conoció a Mark.
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- ¡Markie-pooh!- el rubio pega a correr apenas visualiza a su amigo acercarse con cautela a la cancha, sosteniendo en brazos una caja de almuerzo. -¡Ya voy!
Mark lo recibe con una sonrisa tímida y Jackson, aún sobre sus rodillas tambaleantes, lo abraza con fuerza y con una enorme sonrisa. El pelirrojo aprieta los ojitos como siempre hace cuando a su amigo le sale lo efusivo y lo asfixia con intenciones amorosas.
-M-me aplastas...
-¡Ah! Lo siento. - Jackson le sacude los hombros, acomodando su cabello. -A veces me gana la emoción.
Mark sonríe de lado, mirando al cielo. -¿Emoción? Me viste hace una hora, Jackson. No vengo llegando de la guerra.
-Ya sé, ya sé, pero me preocupa que te quedes solo.
Mark trata de mirarlo a los ojos y decirle que no se preocupe, que puede cuidarse y que no estuvo mirando el reloj como un loco para que dieran las tres y pudiera ir a recogerlo a la práctica. Pero eso sería una vil mentira.
-Youngjae estaba ahí también. - el pelirrojo mira al suelo, recordando la carita de tristeza que puso el pelinegro de bonitos ojos que siempre le sonríe, cuando intentó preguntarle sobre su día y no le pudo responder nada.
Jackson encoge los labios. -¿Cómo vas con tu proyecto?
Y como por arte de magia, los ojos almendrados se iluminan de gusto. -Creo que bien. - y eso, ya era un avance enorme. Porque Jackson había luchado por meses para que Mark tomara el taller de arte después de ver en su pared, dibujos que había hecho y nadie conocía. -Pondré el fondo mañana.
-¡Mark eso es estupendo! - Jackson lo toma en brazos de nuevo, esta vez alzándolo del suelo hasta que Mark susurra que lo baje por favor. -Perdón, perdón, me emocioné.
Mark se acomoda la camiseta, nervioso, tratando de ocultar el sonrojo de sus mejillas y el calor que tiene en el cuerpo. Últimamente se sentía así estando junto a Jackson, como si el mundo subiera cien grados la temperatura y hubiese terminado de correr una maratón, con el corazón desbocado dentro de su pecho. Se ponía en extremo nervioso cuando el chico lo abrazaba de esa forma: por el hombro, pegándose a su costado. Jackson solía ser muy efusivo en cuanto a tocarlo se trataba y parecía no tener el menor problema con eso, mientras Mark luchaba con todas sus ganas para no limpiarse el sudor de las manos en el pantalón.
Era su mejor amigo y lo adoraba. Eso incluía no poderle negar nada, ni siquiera esa invitación a una fiesta a la que por supuesto no quiere asistir, pero Jackson realmente insiste con esos ojos brillantes y una enorme sonrisa deslumbrante haciéndole tremendamente difícil el trabajo a Mark de decir que no.
-No lo sé, no me gustan las fiestas...
-Por favoooor-Jackson le toma ambas manos, llevándolas a su pecho-Será divertido, lo prometo. Si te aburres o te sientes incómodo nos iremos de inmediato ¿De acuerdo?
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Intenso || Adaptacion Markson
FanfictionMark era tranquilo, callado y de intereses simples. Siempre con la mirada al suelo y la guardia alta, el chico vivía por sobrevivir día tras día, hasta que un parlanchín y efusivo extranjero llegó para no sólo hablar hasta por los codos y arrastrarl...