Juntos

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Hace calor.

Está mareado, está sudando, se siente apretado a pesar de estar lo más alejado posible de la gente para evitarle a Jackson la vergüenza de verlo tener una crisis nerviosa y quiere salir de ahí en ese mismo instante.

Odia las fiestas por todo lo que socialmente representan: en resumen una burla a todo lo que no es ni será. No termina de entender la fascinación de las personas por arreglarse tanto para ver a gente que quizás no vean nunca más. No le gusta la idea de beber alcohol porque además de saber que no debería, legalmente, no le atrae la idea de terminar vomitando en el estacionamiento. De hacer amigos, ni hablemos.

Pero ahí estaba, sin saber bailar, con un vaso de soda en la mano, sentado en un rincón apartado de la multitud mientras Jackson volvía de hablar por teléfono afuera, supuestamente un taxi para irse.

Se siente tan avergonzado de no poder soportar más de dos horas ahí dentro antes de tomar a su amigo por el brazo y llevarlo a un sitio más apartado donde pudiera decirle, con un nudo en la garganta, que quería irse a casa. Los intentos de Jackson por hacerle socializar fueron un fracaso y lejos de incentivarlo a conocer gente lo pusieron de los nervios al punto de querer llorar dentro del baño. No pudo hacer un mínimo esfuerzo por Jackson una sola noche y ahora el chico tendría que llevarlo a casa como a un niño pequeño, sin poder disfrutar de la fiesta.

Se sentía tan patético...

Y con lágrimas en los ojos esquivó a como pudo a toda esa gente para salir corriendo tan lejos como le dieron las piernas, sin importarle quien lo miraba y como lo hacía. Solo quería huir y dejar a su amigo disfrutar sin angustias ni responsabilidades de cargar con alguien tan patéticamente sociable.

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—¡Mark!

Estaba a punto de darle un infarto.

Cuando volvió dentro, buscando a su amigo para irse juntos en cuanto el taxi llegara, Jackson se encontró con la horrorosa sorpresa de no verlo donde lo había dejado minutos atrás. Intento en el baño, el segundo piso de la discoteca, el estacionamiento y en ningún lado estaba Mark Tuan. La desesperación se fue haciendo poco a poco de su cuerpo y Jackson terminó corriendo por las calles de la ciudad nocturna gritando el único nombre que recordaba en ese momento.

No sabe cuánto a corrido ya, intentando una y otra vez llamarle para recibir directamente la entrada a buzón de voz, cuando lo ve a lo lejos sentado en una banca en medio de las dos avenidas, en ese paseo estrecho y largo donde suelen perder el tiempo para llegar a casa. Se asegura de retomar el aliento y avanzar a trote hasta donde el chico juega con una hoja seca entre sus dedos, cabizbajo y con la carita empapada de llanto.

—Mark...—susurra, sintiendo que ha encontrado una divinidad.

El chico no puede mirarlo a los ojos. Se talla los propios y suspira, entrecortado, apretando la hoja entre sus dedos.

—Lo siento—es todo lo que dice, antes de soltarse a llorar de nuevo. Jackson rápidamente lo toma entre sus brazos y recarga su rostro en su hombro, permitiéndole llorar sin freno—Lo siento, lo siento, lo siento...

Jackson le acaricia la espalda, tratando de calmarlo—Hey, está bien, lo hiciste muy bien. Lamento haberte llegado ahí Markie, fue egoísta y muy tonto...

Mark quisiera gritar y decirle que el único tonto es él, pero se siente demasiado bien ser reconfortado por Jackson. Él silencia sus demonios.

—Soy patético.

—Hey, no, no digas eso—Jackson le toma del rostro, limpiando con sus pulgares las mejillas húmedas.—Eres mil veces mejor que todos ahí dentro. Incluso yo.

Mark niega en silencio, habiéndose un ovillo contra Jackson nuevamente.

—Quería demostrarte que puedo ser normal. Que no necesito que te preocupes por mí todo el tiempo, que también puedo hacer bromas y-

Jackson se ríe, tomándole el rostro entre sus manos.—¿De verdad? Mark, tú eres genial del modo que eres. Eres la mejor persona que conozco y no necesitas hacer nada para cambiarlo.

El chico baja la mirada, haciéndose de la tela de sus jeans entre sus dedos—Pero... Pero yo quiero, yo quiero gustar...te...

Jackson cierra la boca un segundo, asimilando la última información. Sabe que cada segundo que esté en silencio, será un segundo donde los pensamientos de Mark se apoderen de su cabeza y comience a creer cosas realmente malas, así que para calmarle, toma sus manos entre las suyas y las aprieta con ligera fuerza, recordándole que ahí está y estará para él. Mark sube la mirada con miedo, con angustia en las pupilas brillantes.

—Tú eres prefecto así. Perfecto para mi—le sonríe de lado, acariciando desde su manzana hasta la punta de su barbilla, donde descansa dos dedos para tomar la barbilla a Tuan, acercándose lentamente.

—No funciono—es el susurro desesperado que choca contra sus labios, haciéndole sonreír de lado.

—Eso piensas tú—Jackson lleva las manos de Mark a su pecho, haciéndole sentir lo rápido que va su corazón—¿No ves como acelera por ti?—Mark cierra los ojos y contrae la nariz, anticipando, lleno de nervios y los labios temblorosos.

—Siento que me va a dar un infarto.

Y con una hermosa sonrisa, Jackson respondió antes de sellar sus labios—Ya somos dos...

El mundo era un lugar aterrador a sus ojos, lleno de gente cruel que podría darse cuenta que no es lo suficientemente bueno. Él es sin duda alguna su peor enemigo y su cabeza podía llegar a ser mucho más caótica que el tráfico de la ciudad.

Pero Jackson parecía ese botón de auxilio que hacía callar a todo y a todos, únicamente dándole a Mark un refugio y una esperanza, un hogar tranquilo mientras se pierde sin pensar en nada más que no sea el corazón que late bajo sus manos y los labios que acarician los suyos.

Intenso || Adaptacion MarksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora