Carolina

52 3 0
                                    

Como conocí a Carolina fue bastante curioso. Ambos estábamos viviendo en Salamanca e íbamos al mismo colegio. Era el 2006, no teníamos más de 7 años, íbamos en primero básico. Vi a una pequeña niña, con cachitos amarrados con unos coles de Minnie, llevaba el uniforme de la escuela, pero su mochila destacaba; era una mochila rosada fosforescente, algo desgastada, pero llamativa, probablemente era de la hermana mayor. Nunca me olvidaré la primera vez que vi al amor de mi vida.

Toda la vida fui un niño bastante gordito. En esa época mi autoestima no era mejor que la de ahora, en consecuencia, tomé la determinación de "engrupirla" siendo su amigo primero. Como éramos niños, trata de destacar jugando, siendo el mejor del curso, prestándole mis lápices y esas cosas por el estilo. Fue así como al poco tiempo me consideró su amigo y no nos separábamos, bueno, sí nos separábamos porque no podíamos entrar al baño del sexo opuesto, pero podíamos vivir con ello.

Fueron pasando los años y nos pegó la pubertad. Carolina empezó a tener un cuerpo curvado, un pelo brillosamente hermoso, su voz... uf, su voz, se tornó mucho más hermosa y le salieron senos. Yo ya estaba enamorada de ella, pero mis hormonas empezaron hacer efecto y ella no solo me gustaba, sino que me excitaba. Siempre me dijeron que la pubertad me haría bajar de peso, pero no fue así. Carolina se puso hermosa y mis compañeros crecieron y se les puso la voz más grave, pues a mí no me creció ni barba. Seguía igual de gordo, chico y feo. 

Sin embargo, no podía quedarme solamente con la calentura de imaginarme a Carolina desnuda frente a mí. Con la ayuda de mis hormonas, me armé de valor y decidí pedirle que sea mi novia. Ya teníamos tanta confianza que accedió sin pensarlo mucho, sin duda, yo estaba muy feliz y lo celebré como un hombre de 14 años lo haría solo en su pieza.

En Salamanca, un lugar en el norte de Chile donde no existe mucho a donde ir y lo más llamativo es la minera, ella fue mi todo. Con ella, hice mi primera cimarra,  di mi primer beso, hice por primera vez el amor, ella fue mi todo. 

Teníamos 15 años cuando esto dejó de ser bueno. Íbamos en segundo medio cuando mi suegro abandonó a Leticia, la madre de Carolina, por una mujer más joven y ella, con 4 hijos, no podía sustentar la casa. Mi novia decidió aportar y tomó la determinación de dejar la escuela, con la finalidad de trabajar y ganar dinero, pero le supliqué que no lo hiciera, le dije que yo dejaría la escuela para mantenerla, le ofrecí que se fuera a vivir conmigo, que mis padres la podían mantener, pero ella no quiso. 

Al ser menor de edad, le costó mucho encontrar trabajo. Tuvo que tocar muchas puertas y un caballero de edad le dio la posibilidad de trabajar en su campo como temporera. Ganaba muy poco, pero cumplía su objetivo de aportar en su casa. 

Ella tenía una compañera de trabajo y siempre me compraba historias con relación a la viejita. Esta compañera siempre fue una n/n, porque nunca me dijo el nombre, pero era cercana a Carolina. Me contaba que esta señora siempre estuvo muy atenta a todas sus necesidades y le hacia compañía en sus horas de turno. 

En Salamanca, las brujas abundan y son muy comunes. La verdad es que todo el pueblo sabía qué lugares eran más "cargados" que otros y, en consecuencia, se trataba de no ir o simplemente tener cuidado con quien se hablaba en el pueblo. La intención jamás fue tener una especie de miedo y hacerles un rechazo, todo lo contrario, se trataba de ir con cuidado o no ir al lugar para no molestarlas y para no generar problemas.

Carolina, después de meses de trabajo, vio que esta anciana robaba paltas del casero. le advirtió que no dijera nada y hasta le ofreció mercadería a ella para guardar su silencio, pero mi amor era intachable y no quiso aceptar. Si tan solo se hubiera dado cuenta que esa anciana era una bruja.

Historias de terror, misterio y muertesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora