Capítulo 1

100 10 1
                                    

-Oye, Shawn. -El gordinflón centrocampista del Instituto Alpino, Sean Snowfield trata de llamar su atención.

El joven jugador de hielo, Shawn Froste, está frente a su taquilla, la cual está abierta. Tiene la mirada perdida en su interior. Pero las palabras de Sean lo sacan de su ensimismamiento. Entonces, con una sonrisa amable, Shawn Froste gira sobre sí mismo. Como siempre, Sean lleva puesto un gorro rosa y unas manoplas del mismo color.

-Hola Sean. -Por unos instantes el pequeño centrocampista se le queda mirando. Siempre le ha fascinado esa sonrisa. Tan misteriosa y tranqulizadora.

-Esto... el entrenador ha dicho que hoy no entrenaremos. -Entonces saca un pañuelo para sonarse los mocos que amenazan con abandonar su nariz. El pobre Sean siempre está resfriado... -Es por la tormenta. -Sean señala a la ventana más cercana. A través de ella se puede observar que gran cantidad de nubes grises se agrupan en el horizonte.

-Ya veo. -Responde Shawn mirando por la ventana mientras tuerce ligéramente el gesto. -Gracias por avisarme, Sean. -Shawn recupera esa sonrisa serena y se gira de nuevo hacia su taquilla. -Hasta mañana. -Se despide el defensa y delantero estrella del Instituto Alpino. Sean alza la mano en señal de adiós y prosigue su camino.

Una vez solo, Shawn deja caer el balón que se hallaba en el interior de su taquilla y antes de que este toque el suelo, lo controla con la pierna izquiera con gran habilidad. Sin perder el control del mismo, Shawn deja los libros escolares en su taquilla y la cierra. Entonces, eleva la pierna con rapidez y con ella el balón, lo atrapa con las dos manos y lo sostiene con fuerza contra su pecho. Shawn se acerca entonces a la ventana por la que hace un momento contemplaba la tormenta.

-Aún está lejos. -Se dice a sí mismo. -Aún puedo visitar Pico del Norte. -La sonrisa del mayor y único supervivente de los Froste se ha vuelto ahora más bien melancólica.

Dicho esto, Shawn abandona el Instituto Alpino y pone rumbo a Pico del Norte. Pero apenas sale del Instituto se encuentra con Lucy, una chica de unos 10 años de edad, la cual juega en los alevines del equipo de fútbol del Instituto.

-¡Shawn! -La niña corre hacia él.

Shawn sonríe dúlcemente de nuevo. Siempre que puede ayuda a entrenar al equipo de alevines, por lo que no es extraño que lo conozcan. Incluso cuando el entrenador de los pequeños no puede asistir a un entrenamiento, Shawn había ejercido como entrenador, dirigiendo el entrenamiento de los alevines y en algunas ocasiones, hasta algún partido.

-¡Acabó de hacer un remate increíble! -Exclama la pequeña. -¡Casi tan fuerte como tu Ventisca Eterna!

-Me lo puedo imaginar. -Shawn le revuelve el pelo

-Aunque... se me ha desviado un poco y ha acabado en ese árbol. -Señala un pino muy alto, cubierto en su mayor parte de nieve. -¿Me ayudas a bajarlo? -Pone cara de pena.

Shawn levanta la cabeza mirando el árbol. Recorre con sus ojos el pino sin localizar el balón hasta que final lo descubre exáctamente en lo más alto, en la copa del árbol. Shawn mira un poco sorprendido a Lucy.

-Mira que es difícil dejarlo justo ahí... -Piensa mientras se rasca la nuca con una expresión de incredulidad. -Bueno. -Se encoge de hombros.

Entonces, Shawn deja caer el balón que llevaba en las manos y lo golpea con fuerza hacia arriba. El balón de Shawn impacta en el balón de Lucy, el cual sale despedido del árbol.

-¡Gracias Shawn! -Lucy corre hacia el balón muy contenta.

Shawn anda hacia su balón, que también acaba de caer. Se agacha y lo coge. Roza con sus manos desnudas la nieve, pero apenas siente frío, ya está acostumbrado.

Aventura en Pico del NorteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora