Capítulo 2

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-Nos han rodeado... -Los tres lobos caminan en círculos alrededor del joven.

-Bueno hermanito, ha sido un placer. -Ironiza Aiden.

-No seas pesimista, Aiden.

-Es fácil decirlo, pero es que esta... ¡Es la segunda vez que voy a morir! -Gruñe Aiden.

Las palabras de su hermano pequeño se clavan en su corazón como si fueran una espada. Shawn ya se ve perdido. Pero no morirá sin luchar.

Poco a poco los lobos van estrechando el círculo. Shwan está temblando del frío, pero está completamenta atento al movimiento de las tres bestias. Si consigue esquivar su primer ataque, quizás tenga una oportunidad y pueda huir por el hueco que habrá dejado libre la bestia.

Sin embargo, los lobos no atacan.

El más grande de ellos, el primero que vio. Aulla y mueve el hocico hacia él.

-Es como si me quisiera decir algo, ¿Verdad Aiden? -Pero Aiden no responde. -¿Qué te pasa? ¿Estás asustado? -Pregunta Shawn. -Pero solo se oye el silencio.

Los tres lobos se detienen y mueven su cabeza hacia la derecha. De repente, el mayor comienza a correr hacia el lado que hace unos segundos se empeñaba en señalar con la cabeza.

-¿Queréis que os siga? -Pregunta Shawn algo intranquilo.

Los dos lobos restantes se giran y en un abrir y cerrar de ojos siguen a la primera bestia.

-Supongo que eso será un sí... -Shawn echa a correr tras ellos, con cuidado de no perderlos de vista, su campo de visión sigue sin ser muy grande. -No sé si esto es muy buena idea... -Pero no se detiene. Realmente no tiene nada mejor que hacer.

Tras unos minutos corriendo, los tres lobos desaparecen detrás de usa rocas.

-Maldición. -Intenta decir Froste. Pero sus labios se están congelando. Están adquiriendo un tono morado.

Shawn acelera para no perderlos y rodea las rocas para descubrir...

-¡Una cueva! -Shawn corre hacia adentro y suspira.

El viento y la nieve ya no atormentan su cuerpo, que ya es mucho, y quizás sea el contraste de la temperatura entre dentro y fuera, pero juraría que hay un calor muy agradable ahí dentro.

Se queda quieto durante un momento para recuperar fuerzas. Pone sus manos sobre las rodillas y respira cansado durante un buen rato hasta que su ritmo cardíaco y respiratorio se vuelve normal. Acto seguido, se quita la nieve que ahora prácticamente le cubre todo el rostro y el uniforme del Instituto Alpino. La verdad es que ese uniforme está preparado para soportar bajas temperaturas, pero no cree que fuera capaz de salvarle la vida en medio de una tormenta de nieve...

Entonces se fija en la pared. La poca luz que proviene del exterior de la gruta ilumina unos curiosos dibujos. Shawn se acerca, posa las yemas de los dedos en la pared y trata de forzar la vista para visualizar mejor las figuras.

-Son hermosos, ¿A qué sí? -Una voz dulce y melodiosa lo despierta de su letargo.

-¡Espabila Shawn! -Se dice a sí mismo. Está empezando a echar de menos a Aiden, que siempre le sacaba de estos apuros.

Entonces se vuelve hacia los dibujos de la pared.

-¿Qué son?

La muchacha sonríe. Es la sonrisa más bonita que Shawn ha visto nunca.

-Es una técnica ancestral que practicaban los primeros hombres que habitaron estos montes y bosques. La usaban para cazar osos, renos o incluso mamuts. -Relata. -El Aullido de Lobo, se llama.

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