Nota del autor:
Principalmente, quiero darte las gracias por haberte zambullido en mi historia, dándome la oportunidad de hacer lo que más me gusta en este mundo: escribir. No quiero alargar esta nota más de lo debido, así que iré al grano. Esta historia carece de final. Decidí borrar el último capítulo puesto que mi intención es publicar esta novela en papel. Pido disculpas por adelantado. En su momento creí que era lo mejor (así me aseguraría de crear intriga, lo que conllevaría a comprarlo), y sigo pensándolo. Sabed que también estoy reescribiendo esta historia prácticamente desde cero, utilizando esta como base (podréis encontrar los tres primeros capítulos totalmente renovados en mi perfil "Aléjate de mí en vuestras manos"). Y esa "nueva" historia será la que se publique en tiendas.
Ahora es tu momento de decidir si comenzar a leer este libro o pensártelo mejor y echar un vistazo a lo que será la historia oficial.
Muchas gracias y espero no haberte desilusionado con esta nota.
¡Buen viaje al mundo de Jane!
Me miré en el espejo de mi cuarto por última vez. Llevaba puestos unos vaqueros ajustados con una camiseta negra de tirantes y zapatillas a juego, me había planchado mi largo pelo marrón y también me maquillé algo más de lo normal para la ocasión. Abrí el armario, cogí un jersey fino de estampado floral y me lo puse mientras caminaba hacia la puerta de entrada.
Tal y como indicaba en el papel que me habían mandado semanas atrás, mi aula se encontraba en la segunda planta del edificio. Subiendo las escaleras, reconocí algunos rostros y voces conocidas que se dirigían al mismo lugar que yo.
La puerta estaba abierta, y el barullo que provenía de dentro era ensordecedor. Nada más entrar, me acomodé en el primer pupitre que vi. No quería mezclarme con los demás. Miré el reloj de la pared, iban a dar las diez. El tutor tenía que estar al caer, pero hasta entonces, el resto de mis compañeros seguirían charlando a voz de grito sus aventuras veraniegas al fondo del aula. Con la mirada clavada en el suelo, ví de reojo que alguien se sentaba en el pupitre que había a mi izquierda.
-Venga, chicos. Sentaos un momentito.- alcé la mirada. Mi tutor (el profesor de filosofía del año pasado) un chico joven, de unos treinta y pocos años, alto moreno de ojos marrones y muy delgado entró en el lugar.- ¡Silencio, por favor!
Un montón de sillas chirriaron al ser arrastradas, y cuando todo el mundo ocupó sus nuevos sitios, el aula se quedó en silencio.
-Ya veo que no tenéis muchas ganas de empezar el curso...- algunos rieron y otros le dieron la razón.- Pero os guste o no, hay que venir. Es vuestra obligación.
-El mismo royo de siempre...- se quejó Lucas,lo normal en él, era lo único que sabía hacer.
-Lo sé, esto os lo habrán repetido unas cuantas veces. Así que voy a ir al grano. Mi nombre es Carlos, y este año voy a ser vuestro tutor..
Siguió hablando sobre cómo transcurriría el curso, qué asignaturas nuevas daríamos, etc... pero mi mente desconectó a la mitad del discurso.
-¿Jane Flitz?- me llamó al cabo de un rato haciéndome volver a la tierra- ¿Jane? ¿No ha venido?
-Sí, sí. Presente.- dije alzando la mano. Oí risitas y algunos susurros a mis espaldas, pero yo, me mantuve firme en mi sitio, mirando al frente.
Mientras caminaba por el bosque de vuelta a casa, daba patadas a todo lo que me encontraba por el camino.
Cuando llegué, no me molesté ni en abrir la pequeña verja de la entrada, la salté y me dirigí a la puerta. Era la mejor casa que había conseguido por el momento: por fuera vieja, de madera, rodeada de hierba seca y trastos oxidados, pero por dentro recién renovada. Y eso, era exactamente lo que quería. Quería un lugar al que nadie se atreviera a entrar, un lugar en el que refugiarse y no ser descubierta. Una vez dentro, me quité el jersey de mala gana, lo tiré al enorme sofá blanco del salón y me fui directa a mi habitación. Me tumbé en la cama soltando un largo suspiro. <<¿Cuánto más voy a tener que aguantar esto?>> Sabía la respuesta. La tristeza me inundó de golpe, pero no dejé que se me escapara ninguna lágrima. Aquella era mi condena, y debía cumplirla para toda la eternidad. Apreté los ojos con fuerza y me hice un ovillo abrazándome las rodillas.
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Aléjate de mí
RandomTodo el mundo oculta algo. Todos tenemos secretos...secretos que jamás nos atreveríamos a rebelar. Esta es la historia de Jane, una chica aparentemente normal. Pero, ¿y si te dijera que esconde el mayor de los secretos? Después de muchos años, su os...