Euha subió los escalones de la biblioteca Williams, donde almacenaban los libros raros. Raro significaba estrictas normas las cuales a menudo causaban que los estudiantes de posgrado,que trabajaban arduamente, se frustraran por conseguir la información que necesitaban.
Un leve suspiró salió de sus labios entre abiertos, había sido la quinta vez que se dirigía a buscar aquellas cartas. No está vez. Ella no tomaría un no como respuesta. Iba a encontrar la colección de cartas que quería leer. La sostendría en sus manos y entonces copiaría todo lo que necesitara.
Se acerco al escritorio en donde él hombre criminalmente apuesto se sentaba a frente a la computadora. Tenía el cabello oscuro, grueso y poco ondulado lo cuál le hacía lucir tan acariciable, poseía unos hermosos ojos color café rasgados, y unos labios ligeramente finos, pero con una textura tan deseable ante los ojos de una mujer.Usaba lentes, los cuáles lo hacían ver actractivamente intelectual. Doblaba las mangas de su sueter y camisa, para rebelar los musculosos y grandes antebrazos que a cual quier mujer le encantaría poder estar entre ellos.
Pero había aprendido la lección. Hombre que lucía así de bien y trabajaban en bibliotecas académicas eran casi invariablemente gays. La única excepción que conoció había sido tan gilipollas que éste casi le impidió completar el trabajo para su tesis de maestría.
—Disculpa, dijo.
Él pelinegro despegó su vista del ordenador algo fastidiosos, como si hubiera interrumpido un trabajo de importancia nacional
—¿Si?
Eunha puso un pedazo de papel sobre el escritorio.
—Estoy buscando estas cartas. Intenté localizarlas ayer pero no se encuentran archivadas en donde lo indica el catálogo.
—Debes estar equivocada."
—No lo estoy.
Él suspiró y se paro.
—Sigue me.
Cruzó el vestíbulo y abrió una de las misteriosas puertas que conducían a un laberinto de estanterías y archivadores llenos de microfichas y documentos archivados.
Mientras aquel pelinegro caminaba, Eunha no pudo evitar ver lo genial y sexy que le lucía aquél jean color negro el cuál remarcaba a la perfección su trasero.Sacudió leve su cabeza, tratando de espantar todo tipo de pensamiento inadecuado para una chica como ella.
Llegaron a la sección donde las cartas deberían de estar. Él pelinegro saco una caja de archivos en el estante y levantó la tapa.
—Aquí es en donde las encontraras.
—No, no están. Busqué ahí ayer.
Él suspiró nuevamente, llevo sus manos a uno de los bolsillos sacando un par de guantes, los cuáles se puso para evitar manchar el papel con el aceite de sus dedos. Hojeó la caja y sacudió su cabeza.
—Tienes razón, no están aquí."
Ella sonrió.
—Gracias por verificarlo.
Guardó sus guantes, cerró la caja, y la puso nuevamente en el estante.
—Voy a presentar un informe indicando que están perdidas.
Eunha contuvo una maldición.—No.
Él alzó una de sus cejas.
—Me ayudaras a encontrarla.
—¿Necesitó hacer eso por ti?
—Necesitas ayudarme a encontrar esas cartas.
Eunha pensó a ver visto un destello de color en sus ojos, dando una repentina aprobación. Pero no fue así, era tan solo su imaginación y la necesidad que le segaba poder pensar claramente y ver lo que ocurría.
—Necesito estas cartas para completar el capítulo final de mi tesis.No saldré de está biblioteca sin ella.
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Él Bibliotecario
FanfictionJung Eunha debera obtener las cartas que se encuentran archivadas en la Biblioteca Williams, es lo único que necesita para terminar su tesis de maestría. Hara lo que sea para conseguirlas, incluso si eso significa realizar una fantasía oscura... Par...