No lo negaría, era realmente divertido jugar con Sting y Gray en el patio de la escuela durante el receso de medio día. Le gustaba correr, empujarse, incluso golpear a cualquiera de los dos que estuviera cerca suyo y hacerlo caer. Llegar a casa totalmente cubierto de tierra, algunos arañazos y quizá una rodilla o codo raspado, recibir un regaño de su mamá para después ser enviado a darse una ducha antes de la cena, esa era la tarde perfecta para Natsu Dragneel.
O al menos lo era antes de crecer...
Ahora tenía once años y las cosas no pintaban para nada como en las películas que solía ver sobre preadolescentes que vivían locas aventuras con sus amigos o de algún modo terminaban descubriendo algún misterio conspirador contra la humanidad.
Sus padres habían muerto en un accidente automovilístico cuando el solo tenia diez años y ahora vivía en un departamento en el centro de la ciudad junto a su hermano mayor Zeref. Quizá no era la persona mas expresiva del mundo o el que te abraza a media calle por que le nació hacerlo, pero para Natsu no existía nadie tan confiable y leal como Zeref.
La pre adolescencia estaba siendo muy extraña para Natsu. Había muchas cosas que no entendía y otras que eran demasiado simples pero que aun así no lograban encajar en lo que el peli rosa catalogaría como "normal". Lo primero era que de algún modo, se sentía extremadamente incómodo al estar desnudo (No es que hiciera lo que Gray de andar con el culo al aire por media escuela... O ciudad.) enfrente de sus compañeros cuando estaban en las duchas de la escuela luego de la clase de deportes.
También que estando en la privacidad de su habitación y frente al espejo, notaba que a su cuerpo le faltaban y sobraban partes. Paseaba sus manos por sus pectorales planos, sus triceps, su cintura... El no era feo, o al menos eso era lo que decían las chicas que habían formado el club de fans que supuestamente tenía, pero el no se consideraba alguien "guapo" o "Dios del olimpo", como solían llamarlo, pero había algo que no encajaba.
... Algo le faltaba...
Su cabello era color salmón con puntas que iban a cualquier dirección, le gustaba como se acomodaba solo pero había ocasiones en las que se preguntaba ¿Cómo se le vería un poco mas largo? Un poco mas... peinado. Sus ojos eran grandes y de un jade profundo, le gustaban. Eran geniales, también tenía una sonrisa con colmillos pronunciados que se veían increíbles. Sus pectorales eran grandes y planos, muchas veces se ponía las manos a la altura del pecho y simulaba tener algo mas de carne ahí, incluso había ocasiones e las que sin que su hermano se diera cuenta, tomaba un par de manzanas del frutero que había en la mesa del comedor y las llevaba a su habitación, las colocaba debajo de la camiseta a la mitad de su pecho para mirarse en el espejo y una sonrisa boba surcaba sus labios.
Se sentía tan natural.
Cierto era que de pequeño solía jugar mucho con los niños del vecindario en el que vivía cuando sus padres aun estaban con vida. Había ocasiones en las que jugaba con su vecina llamada Wendy, una adorable niña de cuatro años y que ahora debería estar rondando los siete u ocho. Siempre jugaban con sus muñecas o veían películas de princesas. Sus favoritas eran Mérida y Moana, no le digan a nadie.
A Wendy le gustaba mucho disfrazarse, así que en ocasiones pedían prestados algunos de los vestidos de la señora Grandeney y un poco de maquillaje, corrían al cuarto de la niña y comenzaban sus transformaciones. A Natsu nunca le molesto usar vestido o dejar que la mas pequeña le llenará el rostro con quien sabe que colores, simplemente lo disfrutaba, después de todo era un juego.
Pero ahora, frente al espejo y con manzanas en el pecho, se preguntaba si uno de esos vestidos que solían llenar de perfume y sombras de extravagantes colores, le quedaría bien.
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Atrapada
FanfictionNatsu Dragneel es un chico alegre, encantador, simpático y un apoyo para todos sus amigos. Si tienes un problema, Natsu no dudará en darte las dos manos y las palabras adecuadas para animarte a intentar lo que sea. Pero a veces quien tiene la sonri...