Había una vez un duende que solía utilizar su magia para hacer maldad a las personas pero en especial a los niños y ancianos; él era un troglodita al enojarse por tener tanta hambre este le encantaban los bufes en el bosque y al aire libre una vez paso por allí una anciana pidiéndole una estadía porque estaba a punto de llover, ella estaba muy anquilosada, el enano con la frente fruncida desgajo una margarita la anciana supo de cernir que el enano intrínseco algo tramaba, este estaba preparando unas galletas con unas poción la cual batía con una paleta muy oblonga, la anciana se encontraba muy compungida por no tener sus galletas preferidas, este se dio cuenta y le sirvió muchas con vitaminas fortificadas, la anciana con mucha vehemencia le dijo que NO. El enano quedó impávido al oír la respuesta, el enano quedo energúmeno pues la anciana no cayó en su trampa. Una hora más tarde, el enano fue presa de su propia maldad olvidando por completo su estoicismo y se comió la galleta fortificada, quedando muerto ante los pies de la anciana está por verlo muy nimiedades no lo ayudó creyendo que era una broma de su magia. Cuando de pronto llegó un faquir y esté discernió que algo malo ya había pasado, se dirige a la cocina y se encuentra con la receta que contenía la pócima de la muerte, se dio cuenta que el enano fue víctima de su propia maldad al ingerir la galleta envenenada. Corriendo la voz por todo el bosque, quedando los demás enanos impávidos al ver que por una galleta asesina que el inventó fue preso de su propio mal quedando como lección que la maldad no es buena, mata el alma y la envenena.