Gallito Fino

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Una derecha implacable, un gancho de izquierda siempre impredecible, un ascendente mortal y una valentía de adelantar los pies como jamás se la vi a nadie. Las casas de apuestas cuadruplicaban el valor del oponente, por que era seguro que no iban a perder ni un centavo. Le decían gallito fino, porque dentro del ring era mortal y fuera de él era insoportable. La gente que no lo conocía decía que era despectivo, arrogante, y en realidad nunca los juzgue, ellos tragaban lo que decían los medios, lo que mostraban las entrevistas y el espectáculo, pero los verdaderos amigos sabíamos que era mucho mas que eso.

 Fui muy amigo de su hermano Raúl en la universidad. Siempre he dicho que la educación pública forma personas, y el no era la excepción: Un estudiante de primera, sacaba las mejores notas, siempre benévolo con las comunidades, daba su vida al servicio de los mas necesitados, pero como todo buen caribeño, era fiestero, le gustaba armar las parrandas en la residencia donde vivía y la dueña del lugar le cobraba las "molestias que podrían ocurrir por el ruido". En una de esas y con ocasión de su cumpleaños conocí al joven Antonio, un 25 de julio. Dos años menor que su hermano, mas flaco, mas alto, dejando la misma cara de sorprendido ante cualquier situación. Me llamó la atención que no solía consumir licor, a diferencia de Raúl no era muy amante del alcohol y cuando la gente le preguntaba solía responder "Por mi ama, por su futuro", claramente esa era una respuesta confusa para todos, aunque no para su pariente que siempre lo cogía de la cabeza y le daba un beso en la frente. Pienso ahora, desde mi escritorio que si yo hubiese sabido en ese momento lo que sé ahora, seguramente también lo habría hecho. Esa noche el y yo tuvimos una conversación bastante larga, me pude dar cuenta que a pesar de ser fisicamente parecido a su hermano eran radicalmente opuestos; a el no le interesaba ser periodista como nosotros, el no veía su futuro en la academia o en un empleo habitual; al ver que era bueno peleando, Raúl se lo trajo desde Ciénaga a Bogotá a probar suerte en pequeñas academias de boxeo y esperar un Milagro como el que le sucedió a Kid Pambelé años atrás. A partir de esa noche forjamos una amistad lo suficientemente fuerte como para afirmar que en la familia Pacheco no había dos hermanos sino 3. 

Desde su entrada como profesional ganó 123 peleas, tuvo 20 derrotas todas por decisión. Aparentemente el gallo de pelea fino era el único animal que no podía caer. Desde la primera vez que entré a ese camerino me di cuenta del gran ritual que hacía gallito antes de entrar al ring: Se paraba ante el espejo como si fuera el rival y daba puños al aire. En sus ojos se veía la tensión que descargaba en cada puño, entonces procedía como periodista y como amigo a entrevistarlo para el periódico. "Mi vieja se quedó toda su vida en Cienaga" me decía siempre, "El valor que tenía para aguantar cada puño, cada levantada de mano del que se hacía llamar mi padre fue lo que me heredó, y será lo que la libere a ella de ese yugo". Era normal ver como se miraba al espejo sabiendo que tenía una deuda ante la vida, de salvar a quien muchas veces lo salvó a el, y después de esto salía a pelear como si no tuviera ningún problema, diciéndole al publico que sabía que el era el mejor y que solo peleaba para recordarlo. 

Tuve la oportunidad de conocer a Doña Eneida cuando escapó de las garras de su marido y el joven Antonio, con el dinero que empezaba a ganar la trajo a Bogotá; una señora muy correcta, muy decente pero a la vez muy decidida y fuerte cuando había que serlo. El Gallo salía en entrevistas por las mañanas con frases como "Pense que la liga nacional era amateur" a ganarse el odio de la gente y por las noches en secreto llevabamos comida a familias en El Galán y San Mateo sin que ningún noticiero o periodico pudiera enterarse. Le tenía amor al compromiso social, y, como al carpintero que nació hace dos mil años, a él tampoco le gustaba cobrar fama por su deber con la gente. Su mamá disfrutó sus últimas 30 peleas, nadie contaba con que el Bebé Renteria, el nuevo novato que estaba dando de que hablar, en un segundo Round le diera un gancho de Izquierda que lo dejara en el piso, para nunca más volverse a parar.

Si le preguntan a este humilde escritor, el gallo nunca fue tumbado, nunca fue abatido, siempre supo que su vida era el boxeo y que su retiro significaba literalmente, su muerte. Oía a colegas decir que estaba muy joven y que le quedaba mucha vida por vivir, pero difiero, una vida no es mas corta o mas larga por la cantidad de años que vivas, sino por la calidad y cantidad de momentos que en tu vida se hayan realizado; él ya había cumplido con los suyos, la familia lo entendió así, y quedó impregnado en la sociedad como aquel icono muy característico en todas las culturas que nunca buscó reconocimiento, que peleó por la justicia y la bondad hasta que la vida lo dejó como mártir. El gran Gallito fino. 



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⏰ Última actualización: Jun 06, 2019 ⏰

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