The last Kinmukian (oneshot)

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— "Revisa bien el perímetro, no debe haber ninguna grieta"...
Creo escuchar la voz de Taiki mientras paso los dedos por aquella barrera de plasma, el último y más notable invento de mi desaparecido hermano.

Con su recuerdo mi mente viaja al pasado donde Kinmoku florecía en aparentemente paz pero a pasos agigantados y el ligero cosquilleo que me produce en las yemas de los dedos parecido a la electricidad estática me trae de nuevo al presente, donde solo una pequeña parte de la ciudad en ruinas se conserva bajo este domo que nos aísla de lo que llamamos: "la muerte en las sombras", han pasado ocho meses de su llegada, aquello que parecía una lluvia de estrellas solo fue el principio del fin de nuestra civilización, calleron del cielo en una noche tranquila que pronto fue inundada por los pavorosos gritos de aquellos que desaparecieron sin dejar rastro en la penumbra, nadie pudo siquiera imaginar su aspecto, se refugian en las noches obscuras y nadie les ha sobrevivido, casi todos los habitantes de este planeta se han esfumado uno a uno, solo fueron borrados de la faz de la tierra sin dejar siquera restos que pudieran descansar en una tumba para llorarles, solo ausencia...

— ¡Seiya! ¡Seiya! ¡Esta apunto de obscurecer! Date prisa y vuelve...
La voz de Iyashi[1] la cual si suena en el comunicador del casco me recuerda la importancia del tiempo, desadormesco mis dedos sobandolos a través del material grueso del guante y sonrió al dar la vuelta para volver a casa, aquella menuda peliblanca gruñona está preocupada por mi y se que el estrés postraumático que sufre despues de sentir como nuestra madre le fue arrancada de los brazos hace cuatro meses le hace sentir terror al pensar que yo también pueda dejarla, yo también enloqueceria si ella no estuviese, hace cuatro meses lo perdimos todo, a todos. El perímetro que es protegido por el domo solo cubre una pequeña porción al rededor del que llamábamos hogar y solo cuenta con dos habitantes, nosotros.

— Ya voy de regreso, enana mandona.
Le respondo con sorna para calmar su angustia.

— Ja-ja-ja! no olvides que soy tu hermana mayor y aún puedo patear tu tracero de niñato.
Gracias a ese tono nervioso puedo imaginarla aferrada a la diadema paseandose de un lado a otro por el laboratorio de nuestro hermano mientras monitorea con aflicción los niveles de oxígeno de mi traje ya que al atravesar la atmósfera esas criaturas la volvieron nociva y todo a excepción de lo que se encuentra dentro de esta copula cuenta con vida, si es que esto puede ser llamado así.

— Bien, bien, mejor dime que llevo para la cena... ¿Pizza? O ¿Hamburguesa?
Suspira y se que he logrado distraerla un poco.

— Pues... La carne deshidratada que Taiki fabricó en masa me parece más apetitosa.

— Que paladar tan "refinado" hermanita, que bueno, así no tendré que desviarme camino a casa.
El sarcasmo logra dibujar una sonrisa en mi rostro, mientras llego a una distancia adecuada para quitarme el casco.

— Seiya algo se acer...
Un golpe seco a mi espalda me impulsa dos metros sobre la terracería, mi vista se nubla por el dolor y la falta de aire que este me causa, mientras pierdo la voz de Iyashi por el zumbido en mis oídos que provocó lo que parece haber sido una pequeña explosión, aún así intento mantener la conciencia, pues la barrera es lo único que nos mantiene a salvó de aquellas cosas que algunas noches puedo escuchar gruñir y rasguñar fuera de la barrera, mis temblorosas piernas fallan al intentar mantenerme de pie y mis párpados pesan como yunques, caigo de bruces solo un segundo, saboreando la sapidez de mi propia sangre en mi boca.

— ¿Kou? ¿Eres Seiya Kou?...
Una voz femenina la cual me parece vagamente familiar me trae de nuevo a la conciencia.

— La... La... La barrera...
Digo con dificultad avanzando a gatas con la vista nublada y los pulmones adoloridos.

The last kinmukian (Oneshot +18).Donde viven las historias. Descúbrelo ahora