1: Mucassassina

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Era viernes por la noche casi dando las 11 y el show estaba por comenzar; la luz de los reflectores y los bombillos de colores del escenario eran encendidos uno a uno, preparándose para lo que estaba por venir.

Sobre las ocupadas calles de Roma, caminaba apresurado un hombre apuesto que llevaba por nombre Johnny Seo, derramando tantas gotas de sudor por llegar y ver aquel espectáculo que tan popular se habían vuelto entre la comunidad que se encontraba en esa zona; era la primera vez que se atrevía a asistir a esa clase de eventos, y su decisión por verlo era tan fuerte que ni el embotellamiento habría podido detenerlo.

Llegó la hora de iniciar con la presentación y Seo, exhausto, llegó rozando la hora de inicio por 23 segundos, justo antes de que un buen número de hombres en shorts diminutos salieran al escenario llevando con ellos a un par de reinas de apariencia femenina y vestuarios baratos. Johnny, perdido entre el público, fijaba su vista en el centro, aun siendo cegado por las grandes pantallas en el fondo. Entonces, grandes cantidades de humo salieron disparadas al aire nublando la vista de los espectadores mientras que la estrella principal tomaba el lugar que le correspondía.

El diminuto vestuario rojo dejaba ver en su máximo esplendor la impresionante silueta de la reina; cualquiera que lo viera sin saber de qué se trata pensaría que es una mujer. Su maquillaje, brillante como el oro, destacaba cada una de sus perfectas características faciales. Era de gran dificultad ignorar la presencia de esta reina, tan imponente, que se hacía llamar Ten sobre los escenarios.

Johnny Seo ni siquiera podía creer que una persona como él existiera. Ya podía entender las razones por las que se volvió tan popular en tan poco tiempo. Era simplemente perfecto.

El show continuó entre máquinas de confeti y calzoncillos de látex. La temperatura del lugar aumentaba cada segundo, se volvía inevitable pegarse cuerpo a cuerpo entre el ruido de la música, bailando y despidiendo gotas de sudor cada segundo. No le quedaba otra opción a Johnny más que dejarse llevar por la multitud y disfrutar del acalorado ambiente de lo que era la fiesta más popular de la escena LGBT+.

Las horas pasaron y el sol salía de su escondite. La gente salía de a montones, en parejas y uno que otro tipo solitario, pero Johnny prefirió quedarse un rato a recuperar el aliento. Había sido una noche larga y emocionante.

Una vez afuera, pidió un taxi, pues aunque viviera a corta distancia del lugar, sus piernas no habrían de aguantar el esfuerzo.

Llegó finalmente, casi cayéndose al suelo, cerrando de golpe la puerta principal del departamento, con tal de tirarse en el sofá de color marrón. Era sábado por la mañana así que tenía la libertad de quedarse dormido un rato.

Pasaron exactamente 5 horas dando las 12 de la tarde y Johnny abrió los ojos uno a uno saliendo de su descanso. Desbloqueó la pantalla de su smartphone y accedió a cierta app de citas gay que utilizaba al menos una vez a la semana. A menos a 1 kilómetro de distancia, era capaz de encontrar chicos de buena apariencia e invitaciones provocativas gracias a su agraciado físico y aquellas vibras de hombre de negocios dominante y manipulador que emitía.

A Seo no le agradaban los tipos que no se atrevían a mostrar quienes eran. Le disgustaba que la gente ocultara su identidad de esa manera. Abrió la ventana de nuevos usuarios y buscó a alguien que pareciera interesante, o virgen, o lo que sea. Fue en ese momento que recibió un mensaje. Era un saludo de un usuario sin fotografía que se hacía llamar ChplKl. Molesto, abrió el chat y recibió una sorpresa algo encantadora.

El chico sin rostro envió una imagen de su abdomen plano dejando ver la punta de su miembro erecto. Johnny, quien no sabía si valdría la pena conversar con esa persona, contestó.

—Hola, ¿algo atrevido no crees? Ni siquiera sé cómo luce tu cara ¿te da miedo o qué?

—¿Y eso qué importa? Podrás verla cuando vengas conmigo.

—¿Qué te hace pensar que querría hacer algo contigo?

—¿Quieres que te muestre un poco más?

—Sí —Johnny necesitaba saber que tan real era el perfil del chico.

Ring. Seo recibió una imagen provocativa, perversa, suficiente para encender el deseo sexual de un hombre tan difícil como él. Sin dudarlo un minuto, abrió la cámara de su teléfono móvil y tomo la mejor fotografía de su grande erección y la envió tan rápido como pudo a el chico cuyo rostro aún desconocía, pero cuyos atributos físicos eran de lo más deseables.

—Así me pones ¿cuándo y dónde nos vemos?

—Hoy, 9pm, vía San Quintino 00185

—Hasta entonces.

Ninguno de los dos escribió una sola palabra más. De solo pensar en el tan caliente cuerpo del chico sin rostro, los músculos de Johnny palpitaban por consumirse junto a él.

Al mismo tiempo, aquel chico se preparaba encerrado en su habitación, esperando la hora en que Johnny Seo tocara el timbre, mientras que él descansaba y su enorme cama, disfrutando de su mismo calentado su cuerpo enterado para lo que tanto ansiaba probar.

Pasaron las horas tan rápidas como los pájaros que volaban en el cielo. El momento de encontrarse estaba tan cerca. Johnny bajó del taxi que lo había transportado y tocó el timbre del edificio de apartamentos.

—Está abierto, puedes pasar sin cuidado.

Entró sigilosamente admirando lo que parecía un departamento de renta elevado, amueblado con apariencia moderna y lámparas de luz blanca. Recorrió el pequeño pasillo hacia la única habitación y abrió la puerta con lentitud, y entre sábanas de color rojo ladrillo encontró al chico enrollado observándolo, haciéndole una invitación con la mirada.

Johnny comenzó desabotonando su camisa, acercándose poco a poco a la cama dónde el chico se encontraba esperándolo. Mostrando su torso desnudo, se subió en aquella cama y puso sus fuertes brazos sobre el muchacho, imponiendo su fuerza sobre él, provocando las dolorosas fantasías que el chico llevaba en su mente.

Solitaire  // JohntenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora