Cap 2: Alzabus

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En lo frágil de la memoria se pierden mucho pequeños detalles que pasan desapercibidos por solo falta de atención, en cierta medida uno no es capaz de ver como todo constantemente cambia, cada detalle que se deja en la ignorancia tiempo después quizás duele más porque se hace más explícito cuando algo sencillo se hace tan importante. Después de 8 meses, había sido ella quien me hablo para concertar los problemas de nuestro hijo, en 8 meses no hablamos y no porque no queríamos, sino porque siendo los dos tan diferentes, de mi parte yo sabía que ella por orgullo no quería hablarme, y yo solo no quería empeorar la situación; Quien sabe si aún, con esa actitud adolescente, las cosas entre ella y yo estaban bien así.

Cuando ella me hablo de nuevo me dijo que estaba en periodo de un posible parto prematuro, asi que yo también debía hacerme cargo del parto, a lo cual yo estaba ansioso pero contento de hacer debido a que era nuestro hijo. Me dijo para ir a la casa de sus padres, su madre la estuvo acompañando a los controles prenatales y siendo esa mi responsabilidad, su madre había generado una serie de desprecio hacia mí. Concertamos en encontrarnos en el clínica Suiza; el seguro que teníamos estaba cubriendo la mayoría de los gastos pero aun así, no era una buena idea confiarse de los contratos de seguro cuando se habla de partos, quizás fue algo que entendimos, ella y yo, cuando estábamos enfermos, habían cosas que las empresas de seguro no cubren y por lo mismo era mejor no confiarse.


Pasada las 10 de la mañana ella llego y estaba abrigada con una chalina debido a que era invierno en la estación del año. Se notaba su vientre de 8 meses, y por alguna extraña razón me invadió una inmensa felicidad de solo verla pero me contuve, me acerque a ella y quizás ahí empezó todo; La salude y ella se sorprendió de verme, debido a que me había dejado crecer la barba, quizás también porque había pasado mucho tiempo, y vernos había sido algo que teníamos pendiente. El asunto en importancia era ir al control prenatal, las demás conversaciones que teníamos pendientes acerca de todo del negocio y los demás temas los había logrado solucionar yo debido a mi grado de responsabilidad. Parte de la deuda que teníamos pendiente, la logre solucionar con la venta y préstamos que había escarbado para arreglar lo había hecho.

Desde aquel día en el que nos botaron de nuestra propia casa, ella se había ido con sus padres a vivir y yo por mi parte estaba alojado en un cuarto de alquiler en la pensión de un viejo conocido mío. Cada noche después trabajar todo el día, como almacenero en la empresa de alimentos conservados que tenía uno de mis socios cuando teníamos el negocio de los restaurantes, me alistaba para ir al edificio de oficinas en el que trabajaba de operario de limpieza. De esta manera había logrado solventar algunos gastos que aun teníamos. En ocho meses ella no se acercó a ver el tema del negocio, desapareció totalmente y aunque de mi parte intente contactar indirectamente con ella; ella no se acercó a mí para al menos hablar del problema, debido a eso y a la presión del banco por no quitarme la casa totalmente con la hipoteca tuve que vender parte de los restaurantes que teníamos construidos que a pesar de ser pequeños, eran un patrimonio y bueno parte de esas decisiones solo se las pude decir a ella con su hermana, que era la que firmaba por cuando se requería.

Pasado un tiempo y luego de entrar a la clínica para esperar la cita, le empecé a hablar acerca de la venta de los restaurantes, a lo cual me dijo que estaba enterada y que sabía que era la única forma de arreglar las cosas así que para ella estaba bien lo que yo había hecho. En cierta medida note una forma esquiva de hablar de parte de ella, ya no era tan abierta, era cerrada en sus respuestas, quizás no lo notaba bien o era yo en mi falsa inocencia de no entender que ella aún estaba molesta o resentida. Nos tocó el turno a nosotros y pasamos a entrar al consultorio. Era un lugar muy confortable, el piso estaba decorado por un parquet y las ventanas tenían pequeñas plantas en macetas de las cuales hacia a ese lugar algo hogareño. Después de cerrar la puerta, la doctora nos pasó a sentarnos, ella y la doctora ya se trataban con un poco más de confianza a lo que ella cambio su trato y yo lo note. La doctora pregunto si yo era el padre y ella respondió que si de forma tácita, luego de eso empezó a examinarla como era costumbre y solo atine a estar en silencio porque intuí en que esa era forma más responsable de actuar en ese momento. Al finalizar y ya sentándose a hablar con nosotros, empezó a decirle a ella que todo estaba bien pero que su presión arterial estaba un poco alta, pero que eso no la preocupe porque quizás se debía a un proceso natural de estrés y que no era tan grave.

Después paso un silencio incomodo, la doctora noto mi falta de preguntas hacia el parto y me increpo porque no hablaba y aunque la doctora no era mucho mayor a nosotros dos si note un grado de madurez de parte de la mujer de bata blanca. En ese momento, ella volteo a verme para ver mi reacción, y yo le respondí que era la primera vez que estaba en esa situación, la doctora me volvió a increpar mi falta de responsabilidad para con mi hijo, dentro de su discurso ella hizo hincapié en que un niño es una responsabilidad de dos personas adultas además de decir que sin importar la mayoría de problemas que hubiésemos podido tener ella y yo, era responsabilidad mía acompañar a la mujer embarazada, era mi responsabilidad socorrer a las necesidades que hubiese podido tener ella. Cuando termine de escuchar eso entendí que la doctora tenía razón, y aunque no es ético de parte de un profesional relacionarse con los pacientes de esa manera, sentí que era una forma de reprimenda. Pude responder a la doctora, quizás en mis años anteriores hubieses tratado de explicar las cosas pero en fondo sabía que hacer eso era poner excusas a los problemas, sin embargo también note que de alguna forma la doctora estaba defendiéndola a ella debido a que estaba enterada de muchas cosas de los problemas que habían pasado en lo cual a mí me dejaban en una situación de dos mujeres contra mí.

Después de aquello, la doctora volteo a verla a ella y le pregunto si ella me había dicho acerca del sexo del bebe, a lo cual ella se negó. No entendí porque la doctora no hizo lo mismo con ella pero la conversación y la consulta acabo con la doctora diciendo que era nuestra responsabilidad acordar eso después. Al salir y despedirnos de la doctora, ella le dijo a la gestante con una mano en el rostro que ella iba a estar bien y que evite estar preocupada más. Aquella conversación entre ella y yo era inevitable y no porque íbamos hacer padres por primera vez sino más bien por la larga serie de puntos que teníamos que solucionar ella y yo o bueno al menos hablarlos de cara a cara y sin intermediados. La note callada y un poco triste, por dentro entendí que cada minuto que tenía junto a ella era difícil de asumir emocionalmente. Me pregunte entonces hasta qué punto el grado de decisiones pude cambiar el rostro de un día; después de pensarlo un poco y entre el silencio de ambos al salir del consultorio decidí que era mejor conversar luego. Al momento de decirle para ir a dejarla en casa de sus padres, ella me dijo para conversar en un lugar más cómodo, estaba corriendo un viento fuerte y el día se había puesto nublado pero esa respuesta me sorprendió de sobremanera, lo pensé un poco y con temor acepte.

Ambos nos acercamos al edificio de estacionamientos en el ella había estacionado el auto pero con un pleno silencio estéril entre ambos. Ella prendió la calefacción y yo me senté a su lado. Mire como no había gente en la calle debido al frio y la pequeña caricia de lluvia que se estaba asomando por el día. Unas aves pasaron brevemente en el cielo, el tiempo se detuvo en el auto y solo sé que ella las miro y se puso a llorar.

Cada mañana después del solDonde viven las historias. Descúbrelo ahora