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1.

Estoy viendo desaparecer hacia el Mediodía el buque ballenero que me deja abandonado en esta isla desierta, sobre la arena de una playa sin nombre.

¡Heme aquí solo; solo en un ámbito de mil leguas!

Yo amaba a una mujer... El demonio de los celos me mordió el corazón, y he matado a mi rival en desafío... ¡Era un príncipe!

Y el Gobierno ruso me ha condenado a pasar aquí un año...; es decir, me ha condenado a muerte.

¡Ah! ¿Por qué no me entregó al hacha del verdugo? ¿Por qué hacerme expirar de frío, de hambre, de tristeza, de desesperación, o disputando mi cuerpo al terrible oso blanco, si mi delito no era más que uno?

El año en SpitzbergDonde viven las historias. Descúbrelo ahora