—Me gustan tus piernas.
— ¿Qué?
El silencio de la habitación era irónicamente molesto.
—Prepara algo para cenar y vete a dormir, llego en... una hora aproximadamente —dijo la damisela de figura esbelta, con el pellejo colgando en su cuello, las clavículas sobresalientes y sus ojos grandes; cabello sedoso, hermoso, liso, platino.
— ¿Me llevas? —Respondió la menor más la dama de aproximadamente 20 años ignoró su petición y se marchó con un abrigo caro, una cartera de un centavo y tacos negros.
Nuevamente el silencio incómodo y con un ¡Boom! Pintalabios y sombras de marcas con renombre de status quo yacían desparramados en el suelo. La niña con pies descalzos caminó sobre ellos una y otra vez; en silencio se acurruco junto a ellos y se quedó dormida.