La ciencia responde cada vez más a preguntas que solían formar parte de la religión. La religión fue un intento temprano de responder las preguntas que todos nos hacemos: ¿Por qué estamos aquí? ¿De dónde venimos? Hace mucho tiempo, la respuesta casi siempre era la misma: todo lo habían hecho los dioses. El mundo era un lugar aterrador, por lo que incluso personas tan curtidas como los vikingos creían en seres sobrenaturales para dar sentido a fenómenos naturales como rayos, tormentas o eclipses. Hoy en día, laciencia proporciona respuestas mejores y más consistentes, pero las personas siempre se aferrarán a la religión, porque proporciona consuelo, y porque no confían ni entienden la ciencia. Hace unos pocos años, el periódico The Times publicó un titular en primera página que decía «"No hay Dios", dice Hawking». El artículo iba ilustrado. Dios era mostrado en un dibujo de Leonardo da Vinci con un aspecto atronador. Publicaron una foto mía, en que parecía un petulante. Hicieron que aquello pareciera un duelo entre nosotros dos. Sin embargo, no tengo ningún resentimiento hacia Dios. No quiero dar la impresión de que mi trabajo trata de demostrar o refutar su existencia. Mi trabajo consiste en intentar hallar un marco racional para comprender eluniverso que nos rodea. Durante siglos, se creyó que las personas discapacitadas como yo vivían bajo una maldición divina. Bueno, supongo que tal vez haya molestado a alguien de un más allá, pero prefiero pensar que todo se puede explicar de otra manera, mediante las leyes de la naturaleza. Si creemos en la ciencia, como yo creo, creemos que hay ciertas leyes que siempre se obedecen. Si lo deseamos, podemos decir que dichas leyes son obra de Dios, pero eso es más bien una definición de Dios que una demostración de su existencia. Alrededor del 300 a. C., un filósofo llamado Aristarco se sentía fascinado por los eclipses, especialmente los eclipses de Luna. Fue lo suficientemente valiente como para cuestionar si realmente eran causados por dioses. Aristarcofue un verdadero pionero científico, que estudió cuidadosamente los cielos y llegó a una conclusión audaz: se dio cuenta de que el eclipse era en realidad la sombra de la Tierra que pasa sobre la Luna, y no un evento divino. Liberado por este descubrimiento, consiguió resolver lo que realmente estaba pasando por encima de su cabeza, y trazó diagramas que mostraban la relación del Sol, la Tierra y la Luna. Desde ahí llegó a conclusiones aún más notables: dedujo que la Tierra no era el centro del universo, como todos habían pensado hasta entonces, sino que gira alrededor del Sol. De hecho, entender esa disposición explica todos los eclipses. Cuando la Luna proyecta su sombra sobre la Tierra, se produce un eclipse solar, y cuando la Tierra hace sombra a laLuna, se da un eclipse lunar. Pero Aristarco fue aún más lejos. Sugirió que las estrellas no eran orificios en el piso de cielo, como sus contemporáneos creían, sino que eran otros soles, como el nuestro, solo que muy lejanos. ¡Qué sorprendente debe haber resultado esa idea! El universo es una máquina gobernada por principios o leyes, unas leyes que pueden ser entendidas por la mente humana. Creo que el descubrimiento de esas leyes ha sido el mayor logro de la humanidad, porque son esas leyes de la naturaleza, como ahora las llamamos, las que nos dirán si hace falta realmente un dios para explicar el universo. Las leyes de la naturaleza son una descripción de cómo las cosas funcionan realmente en el pasado, el presente y el futuro. En el tenis, la pelota siempre va exactamente donde las leyes dicen que irá. Y hay muchas otras leyes en juego, que gobiernan todo lo que pasa, desde cómo se produce la energía del lanzamiento en los músculos de los jugadores hasta la velocidad con que la hierba crece bajo sus pies. Pero lo que realmente importa es que esas leyes físicas, además de ser inmutables, son universales. Se aplican no solo al vuelo de una pelota, sino al movimiento de un planeta y de todo lo demás en el universo. A diferencia de las leyes promulgadas por los humanos, las leyes de la naturaleza no se pueden transgredir, por eso son tan poderosas, y también tan controvertidas cuando se consideran desde una perspectiva religiosa. Si se acepta, como yo lo hago, que las leyes de la naturaleza son fijas, no tardamos en preguntarnos: qué papel queda para Dios. En eso estriba una gran parte de la contradicción entre la ciencia y la religión, y aunque mis puntos de vista han sido noticia, en realidad es un conflicto antiguo. Podríamos definir a Dios como la encarnación de las leyes de la naturaleza. Sin embargo, esto no es lo que la mayoría de las personas piensan de Dios. Dios significa para ellas un ser parecido a los humanos, con quien podemos relacionarnos personalmente. Cuando miramos la inmensidad del universo, y consideramos cuán insignificante y accidental es en ella la vida humana, eso parece muy inverosímil. Utilizo la palabra Dios en un sentido impersonal, como lo hacía Einstein, para designar las leyes de la naturaleza, por lo cual conocer la mente de Dios es conocer las leyes de la naturaleza. Mi predicción es que conoceremos la mente de Dios para el final de este siglo. Un campo restante que la religión puede reclamar todavía para sí es el origen del universo; pero incluso aquí la ciencia está progresando, y pronto debería proporcionar una respuesta definitiva a cómo comenzó el universo. Publiqué un libro en que me preguntaba si Dios creó el universo y que causó cierto revuelo. La gente se enojó de que un científico tuviera algo que decir sobre asuntos de la religión. No deseo decir a nadie lo que debe creer, sino que me pregunto si la existencia de Dios es una pregunta válida para la ciencia. Al fin y al cabo, es difícil pensar un misterio más importante o fundamental que qué, o quién, creó y controla el universo. Creo que el universo fue creado espontáneamente de la nada, según las leyes de la ciencia. La suposición básica de la ciencia es el determinismo científico. Las leyes de la ciencia determinan la evolución del universo, dado su estado en un momento concreto. Esas leyes pueden, o no, haber sido decretadas por Dios, pero este no puede intervenir para transgredirlas, o no serían leyes. Eso deja a Dios la libertad de elegir el estado inicial del universo, pero incluso aquí, parece que pueda haber leyes. Si fuera así, Dios no tendría ninguna libertad. A pesar de la complejidad y variedad del universo, resulta que para construirlo se necesita tan solo tres ingredientes. Imaginemos que pudiéramos enumerarlos en algún tipo de libro de cocina cósmico. Entonces, ¿cuáles son los tres ingredientes necesarios para cocinar un universo? El primero es materia —cosas que tienen masa—. La materia está a nuestro alrededor, en el suelo debajo de nuestros pies y alrededor nuestro en el espacio. Polvo, roca, hielo, líquidos. Grandes nubes de gas, enormes galaxias espirales, cada una conteniendo miles de millones de soles, extendiéndose a distancias increíbles. Lo segundo que se necesita es energía. Incluso si nunca lo hemos pensado, todos sabemos qué es la energía. Es algo que encontramos todos los días. Miramos al sol y podemos sentirla en nuestra cara: energía producida por una estrella a ciento cincuenta millones de kilómetros de distancia. La energía impregna el universo e impulsa los procesos que hacen de él un lugar dinámico e incesantemente cambiante. Tenemos pues materia y energía. La tercera cosa necesaria para construir un universo es espacio, mucho espacio. Podemos calificar el universo de muchas maneras: impresionante, hermoso, violento, pero algo que no le podemos llamar es estrecho. Donde quiera que miremos vemos espacio, más espacio y aún más espacio, estirándose en todas las direcciones. Es literalmen te mareador. Entonces, ¿de dónde podría venir toda esa materia, energía y espacio? No teníamos ni idea hasta el siglo XX . Mañana continuo espero que les guste
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breves respuestas a las grandes preguntas Stephen hawking
RandomEl libro aborda algunos de los grandes misterios del universo y promueve la visión de que la ciencia es muy importante para resolver los problemas que acucian a la Tierra