Capítulo 0000 - El venenoso Sr. Phoenix

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Ciudad de Nueva Oslo, 2047

La última vez que lloré por culpa de un hombre, fue aquella extraña noche, en esa horrible fiesta. Aquel fue el día en que conocí al señor Evan Phoenix, un caballero tan sutil como venenoso.

Talos Tech se encontraba celebrando los logros anuales, donde se hablaban de los éxitos, fracasos y de aquellas cosas que tendría que mejorar la empresa para su próximo año fiscal. Luego de una presentación dada por nuestro jefe, el señor William Phoenix, donde habló de nuevas tecnologías que trabajaría y de proyectos que serían presentados en los próximos meses, nos invitó a una especie de cena para sus empleados en su hogar.

Curiosamente esa fue la primera vez donde fuimos capaces de conocer su casa. Una mansión inmensa de esas que solo puedes ver en las películas o en revistas de tecnología.

Estar en aquel lugar resultaba como toda una aventura para nosotros. Había cosas nuevas para nosotros que parecían producto de los sueños de algún científico.

Todo, literalmente, todo lo de su hogar podía ser manejado por la voz y las puertas simplemente se abrían solas a nuestro paso. El lugar era espacioso y accesible. En fin, aquello era el paraíso para mí.

Un grupo de empleados domésticos nos enseñó gran parte del lugar. Tras la demostración fuimos guiados por un camino laberíntico y un extraño jardín con flora nunca antes vista. El tramo terminó en una sala de actividades inmensa, con mesas y sillas dispersas y grandes cantidades de comida.

Entre todos los presentes, posibles accionistas y amigos del señor Phoenix, carritos inteligentes pasaban frente a nosotros con entremeses sobre ellos. Solo con presionar un botón en las mesas, los cochecitos con víveres llegaban como meseros hasta nosotros.

—¿No les resulta curioso eso? —preguntó uno de mis compañeros, Michael, mirando muy curioso el carrito que nos llevó un surtido de delicias y bebidas—, este cacharro es como un pequeño esclavo—, dijo a la vez que agarraba un plato y una copa del carrito para colocarlos frente a mí en la mesa.

Ana, Helena y Esteban, miraron en dirección mía con el rabillo del ojo, puesto a que entendían que nunca me había gustado que los demás hicieran las cosas por mí. Sin embargo, Michael se veía tan alegre de ayudar que me limité en sonreírle a regañadientes. Aquello no me parecía una muestra de caballerosidad, era más bien, de lástima.

No era el único en demostrarlo constantemente. Otro de esos caballeros blancos, extremadamente generosos lo era el señor Duncan Morris, quien aunque tenía un puestazo en la compañía, no se inmutaba en hablar con nosotros como un compañero más, aunque conmigo actuaba diferente.

Ana y Helena decían que él tenía una fijación conmigo. Esteban, por otro lado, bromeaba con que a Duncan le gustaba el control y tenía un fetiche extraño con las chicas como yo, en silla de ruedas.

Con el tiempo el grupo se separó. Ana tuvo que marcharse temprano; Helena hablaba con un chico que le pareció mono, y Michael parecía discutir algo con Duncan, mientras tenían los ojos sobre mí.

Yo me quedé muy tranquila conversando con Esteban. Mi amigo y yo disfrutábamos de una burbujeante copa de champán Rosé, mientras tratábamos de entender el comportamiento de los dos hombres.

—¿De qué crees que esos dos podrían estar hablando? —pregunté, esperando una respuesta de Esteban, pues siempre era creativo y sincero al criticar a nuestros compañeros.

—¿Quizá de alguna manera sucia de como escalar puestos? —Se preguntó con gesto de desagrado—. También está la posibilidad de que Duncan por fin se te declare —declaró divertido, mientras yo le obsequié una mirada desaprobatoria.

Descifrando a Mr. Phoenix (DISPONIBLE EN FISICO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora