Ayúdame a olvidar| SurtxMilo

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Me siento fatal desde que Camus y yo terminamos. Sé que no debería sentirme así, pero lo extraño. Extraño su sonrisa, su piel siempre fría, su cintura, su risa. Sé que me hace falta pero no.

Ya estábamos teniendo problemas, no nos amábamos como antes. Pelea tras pelea, discusión tras discusión, simplemente lo nuestro no estaba destinado a ser.

Ahora vago por la casa, de un lado a otro, buscando algo que me recuerde a él, y a su presencia, que claramente falta en mi casa y en mi cama.

Te extraño cariño, pero no quiero ceder.

                               ****
Camus estaba llorando en mi hombro, mientras apretaba mi camiseta blanca y la humedecía con sus lágrimas.

Todo esto se debe a Milo, ése hombre tan sensual que Camus consiguió al parecer decidió terminar con él. Sé que debería sentirme mal por mi mejor amigo pero...

-¡No lo entiendo Surt! ¡No lo entiendo! ¡Estábamos bien! ¡Lo estábamos!- dijo Camus llorando y gritando, víctima de la desesperación.

-Lo sé Camus, simplemente no era para tí

-¡Yo lo amo Surt! ¡Cómo no tienes idea! ¡Pero no podemos dejar de pelear!

Yo lo escuchaba atentamente. En mi cabeza tenía una pelea interna. Amaba a Milo, desde que lo conocí lo he hecho, pero cuando me enteré de que mi mejor amigo salía con él desistí de intentar conquistarlo, pero ahora...

Ambos están solos, es mi oportunidad, tal vez él no me ame pero al menos lo pasaremos bien, o eso espero.

-Calma, el tiempo, lo cura todo, ya verás.

-¿Cura hasta los corazones rotos?

-Eso y más.

Después de consolarlo por media hora más, me fui. Hasta que decidí visitar a Milo. Sin razón aparente.

Caminé hasta su casa y toqué el timbre de la puerta. Milo no tardó en abrir.
Lucía fatal, con ojos rojos de tanto llorar, y su barbilla con poca barba después de días de no afeitarse.

-¿Surt? ¿Qué demonios haces aquí? Si vas en nombre de Camus puedes irte...

Me iba a cerrar la puerta pero lo detuve.

-Vine a ver cómo estabas. Tenía la corazonada de que te sentías mal... y tengo razón.

Pasé sin siquiera pedir permiso y esperé a Milo. Él se paró frente mío. Me iba a replicar cuando lo abrazé y me acerqué a su oreja para susurrarle.

-Déjame demostrarte... que puedo ser mejor que Camus, que puedo amarte mejor que él. Sólo una noche.

Mordí el lóbulo de su oreja y no tardó en excitarse, subir las escaleras y llevarme a su cuarto cargado.

Sin siquiera quererlo (mentira) me envolví en su aroma, su pasión con la que me besaba, las sensaciones que él creaba en mi cuerpo y que me hacían perder la cordura.

Nos besábamos, salvajemente, con desesperación. Aprovechando hasta el último respiro de aire y volver a comenzar.

La ropa pronto comenzó a estorbar y antes de que me diera cuenta estaba desnudo, rindiéndome ante su tacto. Estremeciéndome bajo su mano.

Después de jugar un poco empezó lo serio y me preparó para que él estuviera dentro mío, y cuando lo hizo, me sentía en el puto paraíso, mientras gemía como perra y no veía más que puntos blanco por la excitación.

Gemidos, gruñidos, suspiros, jadeos y demás sonidos que pudieran soñar comprometedores, era lo único que se podía escuchar.

Después de horas haciendo el falso amor, ambos caímos rendidos. Satisfechos y pecando.

                             ****
Al día siguiente me desperté en cama ajena, con un olor varonil. Estaba de más decir que era de mi corto amante Milo, aunque no estaba a mi lado. En su lugar encontré una nota.

Hola Surt, te agradezco permitirme haber pasado esa noche maravillosa contigo, pero no puedo. No puedo amarte, y tampoco quiero usarte como plato de segunda mesa. Cuídate mucho, envíale a Camus saludos de mi parte y olvídame por completo, por favor.

                       Milo

One-Shots de Saint SeiyaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora