Capítulo único

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La frustración siempre fue algo difícil para Hinata, sobre todo cuando se trataba de aquello que amaba con todo su ser.

El voleibol.

Definitivamente, para el pelinaranja, era horrible la sensación de no poder hacer lo que más amaba... Y eso lo supo cuando sufrió una lesión que lo dejó fuera de las canchas por dos semanas.

Y, ahora que sabía lo que traía a Bakageyama tan cabreado, podía entender a la perfección lo que pasaba por su cabeza.

Aunque lo comprendía, no lograba terminar de entender porqué rayos no le había dicho que se había esquinzado la muñeca derecha, debido a una mala recepción de había hecho durante uno de sus último partidos de entrenamiento contra el Nekoma.

Pero, a pesar de no comprenderlo del todo, sabía lo que debía hacer en situaciones como aquella.

—Oye, Kageyama —llamó el pelinaranja—, ven, acompáñame un momento fuera del gimnasio.

—Está bien —aceptó el colocador—, pero no te tardes demasiado, idiota.

Ambos chicos salieron, mientras que los demás integrantes de su equipo los veían con preocupación, sobre todo Suga, quien pudo notar sin complicaciones el aura de Hinata, la cual, claramente, para él, decía ya te llegó la hora, Bakageyama .

—Bien —habló el azabache—, ¿qué es lo que querías decirme?

—Kageyama —dijo molesto el más bajo, mientras tomaba al mayor por la camiseta y lo estampaba contra el muro—, ¿por qué no me dijiste que estabas lesionado?

— ¿Y eso a ti qué te importa? —le respondió con molestia, soltándose de su agarre.

— ¿Que qué me importa? —preguntó Shoyo, a lo cual Kageyama sintió un escalofrío recorrer su espalda, sabía que la había cagado al decir eso—, ¿me estás jodiendo?

En ese momento, Hinata sintió su sangre hervir.

— ¡Obviamente me importa, estúpido! —gritó el ojinaranja—, ¡Estamos en el mismo equipo, somos compañeros Kageyama!

— ¿¡Así que esa es la única maldita razón!?

— ¡Pues claro! —respondió el pelinaranja—, ¿¡Cuál otra habría, eh!?

—¡No entiendes nada Hinata!

Y, sin decir más, Kageyama dejó solo a Hinata.

...

La primera sensación que tuvo Tobio al volver a su casa esa tarde, fue de decepción.

Le dolía, sí, le dolía demasiado.

La conversación que había tenido con Hinata ese día fue un duro golpe para su corazón. Él ya había aceptado, desde hace un tiempo, sus sentimientos por Shoyo, pero aun no lograba juntar el suficiente valor como para declarársele al menor. Pero, a pesar de ello, sentía unas tremendas ganar de tomar al pelinaranja, abrazarlo y soltar todas aquellas palabras que había planeado decirle. Aunque, después de aquella pelea que habían tenido, le quedó claro que Hinata jamás correspondería su amor.

Se tiró a su cama con la cara enterrada en la almohada, no podía dejar que sus sentimientos interrumpieran así su vida. Sí, quizás debía practicar un poco y así olvidar, aunque sea unos segundos, al pequeño rematador.

Ah, cierto.

Tenía la muñeca lesionada, no podría jugar durante una semana.

— ¡Joder, estúpido Hinata! —gritó a la nada, suerte para él que no había nadie en su casa aún—, ¡sal de mi corazón, maldito idiota!

Deja caer tus lágrimas 『 Haikyuu!! - Kagehina Os 』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora