Hoy no me desperté de buen humor. Probablemente sea porque mi madre decidió celebrar mi cumpleaños regalándome algo muy marcante, una entrada VIP a un renombrado hospital psiquiátrico. Diría que sé por qué crecí en un ambiente repleto de psiquiatras y todo lo relacionado con su profesión pero no es así. Las personas se limitan a asegurar que todo estará bien, pero nadie se detiene a explicarme qué me pasa. Sé que muchos de los medicamentos que crecí consumiendo no son vitaminas, pero nunca me permitieron ver su envase, por lo tanto no sé cuál es la verdadera función de todas esas pastillas que, sinceramente, no me cambian nada en mi verdadera vida cotidiana. Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me di cuenta de que el auto ya está estacionado en la entrada de un enorme edificio. El gran cartel iluminado proclamaba un nombre en francés, demasiado largo para ser citado por mí, una completa desconocedora de ese elegante idioma. Debajo de todas las palabras innombrables para mí, se escondían otras dos palabras, esta vez muy conocidas: "Clínica Psiquiátrica".
¡Llegamos, cariño!— exclamó mi madre, tratando de actuar cómo si estuviera de buen humor— ¿Estás lista?— preguntó, por séptima vez.
Sí, estoy lista y estoy bien, no te preocupes— respondí, tratando de emanar una tranquilidad que no siento. Cuándo mi madre se inquieta, llora de manera exagerada y a veces, puede llegar a tener problemas con su respiración.
Me despedí y después de muchos abrazos, me bajé del pequeño auto rojo con mi maleta y me encaminé hacia la entrada del edificio. Esto saldrá muy mal, y no creo que sea únicamente un presentimiento, y sí algo obvio. ¿Qué podría salir bien en un hospital psiquiátrico?
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Grecia y su Psicosis
Teen FictionGrecia pasó toda su vida rodeada de psiquiatras, psicólogos y hospitales psiquiátricos. Al cumplir sus 16 años, fue internada en contra de su voluntad, sin embargo, su madre decidió no decirle cuál es el verdadero motivo por detrás de su elección...