Hiramaru no dengetsu - Bakuman Fanfic

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BAKUMAN: HIRAMARU NO DENSETSU – GAIDEN

Okari y Hiramaru se hicieron mejores amigos en la primaria. Allí compartieron en la misma clase y desarrollaron afinidades e inclinaciones parecidas, entre ellas, leer mangas. Crecieron leyendo mangas de los 90's como Jojo's Bizarre Adventures, Saint Seiya y Dragon Ball, y fue naciendo el sueño de hacer mangas como esos, y ser finalmente, mangakas.

Llegó la adolescencia y, al menos en Okari, los gustos cambiaron. Un día, luego de ver el Grand Prix en Japón, le pareció impresionante el mundo de las carreras, y desde ese día no pudo más que querer ser el mejor conductor de motos en carreras de Japón. Mientras tanto, Hiramaru por dedicarse solamente los estudios y al dibujo de mangas, fue aislándose progresivamente de cualquier otra actividad. Esto lo hizo con miras a entrar a la universidad, pero no previó lo desconectado que llegaría a estar, y lo absorbente que era para él estar tan pendiente de tales actividades.

Esto se notaba de inmediato en la palidez de Hiramaru, que, al contrario de Okari, sus ojeras y postura acusaba su vida sedentaria, llena de comida chatarra y falta de ejercicio, notorio incluso en su flaqueza, debido a su dudosa rutina de comer solo 2 veces al día. No siendo menos, presenta dolores crónicos en la base de la espalda y hombros, siendo el colmo el posible desarrollo de tendinitis debido a síntomas presentados desde un tiempo a esta parte generando en el un miedo e incertidumbre acerca sobre su carrera de mangaka y la posible separación de su mujer si es que se queda sin trabajo, enfermo y depresivo. Okari tenía por su parte un futuro prometedor: iba avanzando en el mundo del motociclismo competitivo, donde tenía cada vez más éxito en las competencias. En eso, fue ganando prestigio y haciendose un lugar en la escena.

Ya a estas alturas, al estar tanto Hiramaru como su amigo absorbidos cada uno en sus metas, terminaron por perder un poco el contacto que tuvieron alguna vez. Si había suerte, se veían una vez al mes, y aun con eso, sentían que la relación no era la misma; simplemente hablaban en términos distintos, sus gustos variaron, su visión de mundo cambio como, en fin, suele pasar de niños a adultos. Tanto el uno como el otro notaban estas faltas, pero lo que cambiaba era su disposición a cambiar las cosas. Si bien Hiramaru le preocupaba el asunto, no hacía más que contemplarlo, y cualquier tentativa de enfrentar el problema le aterraba. Prefería recogerse, como una tortuga en su caparazón, a pasar por procesos incómodos y complicados. Aunque no lo confesara, su actitud evitativa regía todas sus acciones: tanto con su familia, con sus responsabilidades, pero especialmente en este caso, con Okari, desde que últimamente las cosas no habían andado perfectamente.

Muy en el fondo, Okari le daba envidia: sentía que su vida no tenía preocupaciones, que no tenía que esforzarse tanto como él, y que por eso, lo paradojico resultaba que su amigo tuviera mayor fama y fortuna que él mismo. Además, desde el principio la cuestión le parecía injusta, pues percibía que a medida que avanzaba en el mundo de los mangas, se iba dificultando el camino por recorrer; lo que en un momento se vió como una carrera en línea recta llegó a convertirse después en un ascenso a un monte empinado y lleno de obstáculos. Para nada pensó cuando pequeño que sería tan difícil, que tendría que, a pesar de de sus expectativas, dejar todo lo demás de lado para satisfacer su sueño. Con todo, Hiramaru seguía en esta dinámica sanguinaria a la que se la sometía semana a semana, mes a mes, cada año, para lograr sacar cada vez el capítulo semanal de sus mangas, puesto que después de todo eso era su sueño, o lo pareció ser en algún momento que ya veía lejano, que se borraba ya lejos entre la nostalgia de la infancia y las risas con sus amigos en aquel entonces.

No tardó en agrietarse este frágil estado de cosas. Corrían las fiestas de fin de año, y sucedieron varias cosas para que su melancolía llegase a fondo. Después de un largo tiempo, el mismísimo Okari, quizás motivado por una nostalgia incontrolable, decide llamar a Hiramaru para anunciar su visita por las festividades, para pasar una grata velada entre amigos de la infancia. Hiramaru, a pesar de estar confundido y bastante extrañado, decide aceptar su grata invitación y junto a su esposa Yuriko van a verlo en su casa a Shinjuku (que vendría a ser como el limite de Estación Central con Maipú).

Al llegar se da cuenta de que su hogar no dista mucho del departamento en que él y su esposa residen, siendo bastante similar en tamaño, cantidad de muebles y habitaciones, aunque se nota un poco más descuidado. Okari los recibe con gran afecto y les presenta a su esposa y a su hija de seis años, quien se declara fan del animé de Otters#11 (el manga de Hiramaru) lo cual descoloca a Hiramaru por alguna razón, ya que le pasó por su retorcida pero brillante cabeza la idea de que fuera Okari quien le mostrara el programa a su hija desde pequeña solo por el hecho de que fue creado por un amigo de papi.

Con el pasar de las horas Yuriko y Akiko, la esposa de Okari, se hicieron buenas amigas mientras que Okari no comprendía el por qué Hiramaru parecía estar tan apagado y sin ganas de nada, pensando en que al ser un gran mangaka disfrutaría de lujos, de buenas cenas y por sobre todo de felicidad, ya que hasta donde Okari recordaba, el sueño de Hiramaru desde niño fue dibujar comics como los que se devoraba tardes enteras en la primaria.

Ya pasada la cena y estando las dos amas de casa jugando con la pequeña Megumi, Hiramaru pregunta si pueden hablar Okari y él del pasado, de los viejos tiempos y de los logros individuales de cada uno, pero estando a solas. Ahí es cuando Hiramaru le pregunta a Okari del como ha ido su vida, siendo que la suya está gozando de un éxito moderado en las críticas a cuesta de su salud física y mental. Ese es el momento en el cual Okari le explica la envidia que siente por Hiramaru, que goza de un éxito lo suficientemente importante para ganar suficiente dinero y reconocimiento, cosa que las carreras no le garantizan, a pesar de ser de los mejores. Sin embargo Okari siente empatía y pena por Hiramaru y le pide que se retire para que su stress no llegue a mayor, que se olvide de lo que le digan en shueisha, que el es el mas importante en su vida y que ya cumplió su misión.

Hiramaru reflexiona en silencio, está demasiado cansado pero entiende a Okari y sus buenas intenciones. Lamentablemente para Hiramaru no queda más que o morir trabajando para la shonen jump o desempleado ya que la situación económica no le favorece, y buscar trabajo a sus 35 años ya es muy complicado, por lo que sería o vivir de las pocas regalias que producen aun sus mangas y la serie de animé de Otters #11 o nada.

Okari entiende esto y le da un lindo mensaje sobre la amistad y abraza a Hiramaru, quien si bien incómodo lo recibe, decide devolvérselo ya que le recordó tiempos mejores.

Los Hiramaru sedespiden la familia de Okari y parten el viaje a casa, pensando en temaslaborales o quizás en temas sociales, pero en la cabeza de Hiramaru la vidasigue apestando

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⏰ Last updated: Jun 13, 2019 ⏰

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