Capítulo 9; Santiago.

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Me sorprendí demasiado al ver a la profesora de gastronomía frente a nosotros, nos obligó a ver unos ridículos atuendos para que la comida no contraiga bacterias de nuestros "cuerpos sudorosos y hormonales". No quería meterme en este desastre, quiero estar entrenando y pasándola bien haciendo pequeños partidos y después burlarme de mis profesores por ser muy estirados y cerrados. Siempre soñé con estar en este lugar, nadie en mi cuidad había logrado esto y no voy a decir que fue todo gracias a mi desempeño académico, no era el mejor de todos pero tampoco una decepción. Mi familia no podía pagar tantos gastos y con una beca que gané para jugar deportes de invierno en Rusia, conocí a mi mejor amiga, Victoria. Podría decirse que tuve un pequeño conflicto amoroso pero con el tiempo supe verla más como mi mejor amiga o una hermana. Ella y su familia ayudaron a la mía sin siquiera conocerlos y también lograron que ingresase como deportista a Chauser. Pero volviendo al punto. No me imaginé empezar la segunda semana en La Academia con otros dos chicos, cocinando para los alumnos. Miré a mis costados. Lewis hablaba tranquilamente con otra cocinera sobre una receta de tarta de zanahorias, Adam peleaba contra un pavo muerto y se veía muy gracioso con esa red en su deslumbrante cabello. Mientras yo acomodaba las lechugas y tomates.

– Esto es frustrante – Adam murmuró en una queja.

– Parece que es la primera vez que te manchas las manos, princesa – me burlé al ver como alzaba su meñique cuando cortaba en rebanadas a los pavos congelados. – No será mejor que...

– ¡Déjame crecer!

Adam no era exactamente el chico agrandado que todos piensan, pasamos una semana juntos por entrenamientos, almuerzos y recreos. Descubrí que es muy divertido, y no solo porque se burla de los demás, sino que es un buen chico en el fondo. Muy en el fondo. Éramos relativamente cercanos, casi hermanos. Él me contaba los problemas que su padre le planteaba cada vez que llamaba y yo sobre mis problemas de familia, mis hermanas temiendo cursar la secundaria y mi hermano sin poder mantener a su hija de dos años. Después estaba Lewis, no hablé mucho con él se me hacía raro que sea un chico tan tranquilo por fuera. Lo reconocí pocas veces en el campus corriendo detrás del Dúo Caótico –Audrey y Gabbe– y en diminutas ocasiones se sumaba a sus bromas, si no estaba leyendo o entrenando Lacrosse. Los demás, no los conocía tanto. Bueno, Victoria no entraba en los demás porque la conozco desde hace años. Pero Edward, Carrie, Phoebe, Carter, Audrey, Lauren y Theo, eran algo agradables. Congeniábamos un poco bien, no del todo porque estuvimos discutiendo todo el domingo de quién era la culpa de todo esto.

– Bien, ya pueden irse – nuestro Asignador vino a buscarnos y el primero en irse fue Adam, esperé a que Lewis deje de hablar con las cocineras y salimos juntos.

– Creo que tomaré un curso de cocina, me gusta esto.

– Nunca antes conocí a alguien que le guste un castigo.

Lewis me miró durante unos segundos y asintió algo confundido.

– Sí, tienes razón... Pero esas señoras son muy dulces y me enseñan mucho – asentí mirándolo extrañado.

No comí mucho durante el almuerzo, me sentía asqueado por la comida y algo mareado. Era de estómago sensible y ver cómo se preparaba todo me causaba algo de asco, más bien ver como Adam cortaba el pavo.

– Hoy hicimos retratos de cuerpo completo – Gabbe se aproximó a la mesa hablando con sumo entusiasmo y se sentó junto a Edward – puedo dibujarte desnudo cuando gustes – Lewis y yo nos miramos asqueados por unos segundos.

– Creo que no tengo más hambre – el francés se molestó tirando una servilleta cerca de su plato y abrió un libro al azar.

– Vaya, huelo celos – Edward sonrió de lado inclinándose cerca de Gabbe y Lewis arqueó sus cejas.

– Silencio. Estoy leyendo.

Lo miré incrédulo.

– El libro está invertido – Audrey apareció entre nosotros junto a Phoebe y Carter, fue divertido como el francés se sobresaltó y arrojó el libro de Filosofía lejos. – Por cierto, hola – besó la mejilla sonrojada de Lewis y él sonrió como estúpido. ¿Lewis estaba interesado en Audrey? ¿Acaso ella no era lesbiana?

Me sentí confundido en ese momento y la miré de reojo. Estuve por decir algo pero me encontré con los ojos azulados de Roger y me paré inmediatamente.

– Vamos.

– ¿A dónde? – Lewis no entendía muy bien por qué lo estaba jalando pero no quería discutir y teníamos que entrenar para esas pequeñas olimpiadas entre Casas. Nos pusimos nuestros uniformes con el logo de los Dragones y empezamos a trotar, nuestro Asignador, Johan, se encargaba de motivarnos con varios insultos. Iba al final de todo haciéndole compañía a Lewis, no era un mal atleta pero si muy quejoso. Más adelante iban Adam y Roger conversando y entre medio los estúpidos chicos de béisbol.

Una de las cosas que más me gustaban de Chauser era su gran campus, estaba aislado del ruido de la cuidad y rodeado de un frondoso bosque que lo atravesaba un río pequeño. Tenía canchas de todos los deportes que puedas imaginar, un gimnasio y una piscina. Los profesores se encargaban de formarnos con mucha disciplina y paciencia, una de las razones era para después encontrarnos en las olimpiadas, si es que algunos tenía la posibilidad de llegar. Otra razón tal vez porque ellos se volvían reconocidos aún más que nosotros, y era una excusa perfecta eso de las olimpiadas.

– ¡Treinta flexiones!

Mientras algunos se quejaban vi algo que me dejó absorto. Sabía desde un principio que Audrey era la chica que me había llamado la atención, era hermosa, sin dudas. A simple vista se notaba una gran diferencia entre ella y las demás chicas, era desinteresada, excéntrica y muy divertida. Pero, además de todas esas cosas sentí algo cuando nos vimos por primera vez, sabía que ella también lo había sentido pero lo ignoraba. Estaba confundida, al igual que Lewis pero no sabía por qué. Desde pequeño tuve esa empatía de saber perfectamente cómo se siente una persona ajena. Por esa razón siempre tuve suerte en mis relaciones, sabía los sentimientos de mis novias sin que ellas me lo digan y evitaba mandarme alguna cagada.

– ¡Coelho!

El entrenador caminó hasta donde estaba tirado.

– Sigue así, muchacho.

Enarqué una ceja, confundido por aquello. Una hora más tarde me encontraba en el comedor esperando a alguno de los chicos, Lewis se fue a su práctica de Lacrosse y Adam estaba en la piscina con alguna chica, según me dijo cuando salió de nuestra habitación. Me senté en un lugar apartado, odio con mi vida los lugares muy concurridos de personas, me siento asfixiado y afligido, y me crean o no me cansan con facilidad y termino agotado. Como si pudieran absorberme.

A lo lejos Carter pasó e inmediatamente supe que algo andaba mal, estaba angustiado y nervioso. Al verme se acercó a la mesa y se sentó frente a mí, no gustaban sus intenciones.

– Creo que me gusta Victoria. 

don't let me down;; zodiacDonde viven las historias. Descúbrelo ahora