Pride

39 7 1
                                    


Pride Month

Junio

El mes del orgullo es algo que se ha vuelto muy de moda en los últimos tiempos. Yuuri ama el mes del orgullo.

A su corta edad de nueve años, Yuuri se dio cuenta de que no era normal. No en el buen sentido, si bien ahora entiende que él es completamente normal y que además diferente no es ser malo, le gustaría decirle a su yo de nueve años que a pesar de que se vienen malos tiempos, lo mejor viene después.

A sus pequeños doce años le dio un nombre a su "condición". Era gay, y el temor más grande venía con lo que significaba. Sus padres, siendo unas personas muy tradicionales de su cultura solían ser estrictos en lo que involucraba lo académico y lo moral. Si bien siempre fueron amables, y le enseñaron valores y amarse tal cual era, no podía dejar de sentir el temor en su estómago cada vez que pensaba en como les diría que era diferente.

A los trece conoció a Pichit, quien se declaró gay en cuanto se conocieron y con un simple "los que se quedan son los que importan" tuvo el valor suficiente para llegar a su casa, mirarse al espejo y decir por primera vez en voz alta lo que ni siquiera podía decirse a sí mismo.

- Soy gay.

Y la presión en sus hombros se fue casi como por arte de magia.

Por supuesto, no acabó ahí. El asociarse con Pichit lo hizo ser el blanco de los acosadores en la escuela. Si bien había mantenido el perfil de un asiático inteligente en una escuela americana y sobrevivía a la indiferencia de los demás, volverse el blanco de burlas y acoso era otra cosa.

Recién a sus quince años pudo decirle a sus padres que era diferente, y con lágrimas en los ojos esperaba que lo desheredaran y le dijeran que llevaba deshonor a la familia, pero el fuerte abrazo de sus padres y el agradecimiento por decirles la verdad lo llevaron a levantar su frente y enfrentar a sus acosadores.

Los que se quedan son los que importan al final.

Yuuri era afortunado, tenía personas que lo amaban, amigos que lo aceptaban y una familia que le daba todo su apoyo y participar en las paradas del mes del orgullo lo hacían sentir más afortunado aún. No era el único diferente, ni el único raro y se sentía bien. Había una comunidad completa que estaba con él, y él estaba en esa comunidad.

Cuando la parada había acabado y Yuuri, con ya dieciocho años, volvía a casa después de despedirse de Pichit y el resto de sus amigos, se sentía realmente afortunado de las personas que lo rodeaban. Si no es hasta que ve que en el asiente frente a él va un chico que parece apurado.

Pequeño, rubio y lindo. Con un pañuelo desechable intentaba quitarse el maquillaje que adornaba su rostro, parecía al borde de las lágrimas, con el rostro colorado de tanta presión que ejercía para quitarse el maquillaje.

Yuuri jamás había visto algo así. Jamás había sentido tanto pesar como cuando vio a ese chico tratando de ocultar quien era.

A Yuuri no le gusta vestirse con ropa extravagante, pero si se hace una pequeña marca de maquillaje en el rostro haciendo alusión a la bandera del orgullo en la mejilla. Y siendo bastante precavido, lleva toallitas desmaquillantes por si hay algún error de maquillaje entre sus amigos, además de crema hidratante, fijador, banditas y un sinfín de cosas que no venían al caso, así que reuniendo su valor y tratando de que su ansiedad y timidez no le ganaran se acercó al chico y se sentó a su lado.

- Tengo toallas húmedas – le dice suave, y el chico parece asustarse de él.

Sus ojos están rojos de la desesperación y el miedo se ve en el temblor de sus manos.

PrideWhere stories live. Discover now