Una inicio y una despedida.

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Creo que después de tanto tiempo, ha llegado el momento de contar la verdad. Esa que no me he atrevido a decir completa, bajo el "anonimato" y con la esperanza de que nadie lea esto, contaré mi versión de la historia. Lo que me llevó a donde me encuentro once años después.

No es fácil crecer confundida, teniendo miedo a quien realmente eres, y darte cuenta que quieres cosas distintas a las que se suponen son normales, a lo que "está bien".

Mi infancia fue bastante normal, me costaba bastante integrarme, sin embargo, fue una infancia feliz, como cualquier niñx me gustaba jugar, pasar tiempo con mis primos y los amigos que tenía, amaba mi familia, aunque mis padres nunca estuvieron presentes del todo, jamás me falto nada, y al contrario siempre me llenaban de regalos y cosas caras compensando el tiempo que no podían pasar conmigo, pero aún así no estuvo mal.

Mientras crecía, mis amiguitas comenzaban a gustarles los niños y ya todas tenían sus primeros noviecitos, pero para mi era una cuestión rara, los niños siempre fueron mis amigos, mis colegas de travesuras y era tan difícil verlos como algo más, sin embargo, me di cuenta que eso que mis amigas sentían por los niños, yo lo sentía por las niñas, y evidentemente me dio miedo pensar en ello, así que solamente evite pensar en ello, y seguí creciendo. Pasó la secundaria y yo ni siquiera había dado un beso, imaginaba cómo sería, pero jamás me atreví a intentarlo porque esperaba que ese momento fuera especial, y nunca era la persona correcta, nunca era una chica, así que sólo lo dejé pasar.

Pero evidentemente a todos nos llega un momento de encontrar a esa persona que creemos es la correcta, y a mi me pasó en mi primer día de clases de preparatoria.

Recuerdo ese día, me levanté mucho antes de que sonara el despertador, estaba nerviosa de entrar en una nueva escuela, aunque algunos viejos amigos entrarían al mismo colegio que yo. Nunca he sido buena con los comienzos, me cuesta trabajo hablar con personas nuevas e integrarme, sin embargo, ese día tenía un buen presentimiento. De haber sabido que pasaría...

Me alisté, y mi papá, me acompañó al colegio, nos limitamos a oír música y que me diera un par de comentarios divertidos para que me relajara, y funcionó.

El colegio era enorme, y estaba lleno de gente de todo tipo, lo cual me volvió a aterrar, pero pronto me encontré con mis amigos y todo se calmó, recuerdo que una chica muy agradable se nos acercó, y tuve un buen presentimiento con ella, esa chica terminaría siendo mi mejor amiga.

Nos dijeron que esa semana sería una introducción y nos asignaron grupos al azar, cuando fui a ver las listas corrí con mucha suerte porque esa chica y uno de mis amigos estaban en mi clase, lo cual me dio la sensación de que lograría sobrevivir el resto de la semana.

Buscamos lugares a la mitad de la clase, y cuando creía que ya no entraría nadie más, pasó, ella entró por la puerta, un poco perdida, y ahí comenzó todo, su cabello negro recogido con un par de mechones perfectamente acomodados le caían por la frente, detrás de sus gafas cuadradas un par de ojos negros enormes y brillantes, un maquillaje discreto cubría su rostro, y un pequeño lunar decorando sus labios. Como si no fuera suficiente el impacto de su presencia una hermosa sonrisa iluminó su rostro, en ese momento olvide por completo dónde estaba, olvide absolutamente todo, pues no podía pensar en nada que no fuera ella, era lo más hermoso que jamás había visto en mi vida. Afortunadamente la vida me había dado suficiente experiencia para ocultar cuando alguien me gustaba, así que fingí que nada ocurría y continué hablando con mis amigos, pero en ningún momento perdí de vista ninguno de sus movimientos.

En esos días y gracias a mis amigos comenzamos a hablarle, descubrí que tenía una hermana que iba un grado arriba que nosotros, lo que le gustaba hacer, o el tipo de música que escuchaba, me enfrasqué por querer conocer hasta el último detalle sobre ella, y así fue.

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