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Quiero contar nuestra historia, que con algunos altibajos, desacuerdos y discusiones, me volvió la mujer más feliz en la galaxia por mucho tiempo, si es que este significa algo. Hace algunos años Sheldon y yo decidimos enviar una solicitud para ser parte de una colonia humana en Marte. Meses después recibimos un correo de aceptación, ¡el sueño de dos científicos locos al fin se hará realidad! 
Partiríamos de la tierra en dos días, y el solo pensar que el día está cada vez más cerca me llenaba de nervios y de especulaciones acerca de nuestro destino. Me ponía muy triste dejar a nuestros amigos, Howard y Bernadette, con sus dos niños que probablemente no recordaran a los tíos Amy y Sheldon. Por otro lado está Raj, que seguramente  me reemplazaría las noches de chicas y en las tardes de shopping. Mi bestie penny, ¿qué hará si mi?, trataría de comunicarme con ella lo más que pudiera porque sinceramente, no estaba segura de que lograra mantener su estatus social sin mi, ni que decir de su estilo, decrecería tanto como la insulina de un diabético.
Por supuesto Sheldon era el más feliz por lo que estamos apunto de hacer, es el sueño de toda su vida.
El día al fin había llegado, nos despedimos de todos nuestros amigos, fue sumamente conmovedor y emotivo, aunque Sheldon no era la persona mas sentimental en la tierra, a su manera quería mucho a sus amigos y por supuesto que lo conmovió hasta las lágrimas dejar su vida en la tierra atrás. Partimos hacia el aeropuerto y subimos a nuestro vuelo con rumbo a Cabo Cañaberal .
Dormía profundamente hasta que escuché a un loco gritando afuera de la cabina del piloto " ¡en mi ticket de vuelo especificaba que este duraría no mas de 5 horas!, ¿saben acaso cuánto tiempo llevo aquí?, pues claro que lo saben, gracias a su lento servicio he pasado 20 minutos más de los que tenía programados en este terrible vuelo."
Iba a volver a dormir, cuando abrí los ojos y vi la silueta de un hombre alto con una camiseta de flash sobre otra de manga larga. ¡Por supuesto!, era Sheldon, me puse mis anteojos y corrí a ayudar a las aeromozas a separarlo de la puerta de la cabina. Algunos de los pasajeros se veían con cara de no importarles que estuviéramos a 3000 pies de altura. Por suerte, por las ventanillas comenzamos a ver la costa y fue hasta entonces que pudimos controlar a Sheldon.
Fueron por nosotros al aeropuerto y nos llevaron a la estación donde despegaríamos para llegar a la Estación Espacial Internacional y posteriormente partir a Marte. Sheldon demasiado feliz y emocionado, tal vez, algo similar a que se le aparecieran flash, el profesor protón y mrs. Spock en persona. Yo compartía la alegría.
Estábamos abordando el cohete, con nuestros trajes espaciales, que ambos teníamos los nervios a flor de piel y la adrenalina en nuestro torrente sanguíneo corría en altas proporciones.
Una vez puestos nuestros trajes espaciales y asegurados nuestros cinturones en los asientos del trasbordador, sentimos el despegue, y por supuesto los gritos aterrados de Sheldon, que sin duda sabía que pasaría, pero como a todos, nunca deja de sorprendernos cuán irritante puede llegar a ser.
Sabíamos que sería un viaje extremadamente largo, llevamos confinados aquí apenas un día, estoy empezando a dudar de nuestra capacidad como astronautas. Tal vez la emoción cegó nuestra razón y no tomamos la mejor decisión con respecto a nuestro bienestar.

A Marte en el tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora