Parte única.

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Lirios blancos habían sido su elección ese día. Sabía lo que significaban esas flores, más era lo único que podía desearle a su amigo. Estuviese donde estuviese, si podía velar por su paz lo haría.

Miró al nombre en la lápida y luego a las gotas de lluvia que se deslizaban por esta. La piedra mojada, fría, sin vida. Para nada como recordaba a su amigo, cuyo nombre ahora yacía gravado en esa inerte piedra.

— Debe gustarle que vengas cada día. —Dijo una voz a su espalda a lo que el castaño sonrió. Un pelirrojo de traje le devolvió dicha sonrisa, pese a que el más alto no había volteado a verle.

— ¿Qué hay de ti? —Preguntó. El otro solamente se acercó, con una sombrilla negra en su mano derecha, recostada por su hombro, y un ramo de Tulipanes en su izquierda.

— No tengo la buena suerte de poder venir todos los días. —Dijo y su expresión cambió a una triste, haciendo al castaño suspirar.

— Déjame eso. —Pidió tomando el ramo.

Chuya sólo le dedicó otra sonrisa, dejando al otro tomar las flores. Osamu se agachó, dejando el pequeño pero detallado arreglo junto a los Lirios que él había traído. No pudo evitar pensar de más, esas flores eran las que Odasaku solía llevarle a Chuya, él mismo era testigo de cuando éste las compraba, eligiendo con cautela las indicadas, siendo selectivo hasta para el color de cordón que usaría.

Oda amaba regalarle flores a Chuya, escribiendo en las tarjetas mensajes que si ahora recordara estaba seguro le darían algo de vergüenza. Más en su momento amaba hacerlo, pues, ¿Cómo no hacerlo cuando la sonrisa de Chuya lo recibía?.

— Tulipanes… —Dijo en voz baja, sin levantarse aún, sólo mirando esas flores con algo de tristeza.

— Si. —Dijo el pelirrojo sin más, sonriendo con algo de nostalgia— Ya sabes, eran nuestras flores.

— Me hacía desviarme camino a mi casa cada tarde para comprarlas. —Recordó al fin poniéndose recto— Era algo quisquilloso.

— Cada arreglo que me traía era diferente.

— Si no las encontraba en la Floristería de siempre era capaz de revisar todas las de la ciudad hasta hacerlo.

— Incluso cuando no era época de Tulipanes… —Dijo, bajando la mirada.

Osamu sabía lo que seguía, ese pelirrojo era muy fácil de leer. No podía recordar a su amigo con felicidad, eso lo sabía.
Nakahara lo amaba demasiado, no podía olvidar cuanta felicidad le había causado, más tampoco podía recordarlo. Sonaba simple y a la vez tan complicado.

Si Chuya recordaba los buenos momentos solamente podía llorar, sabiendo que ya no tendría esos momentos junto al hombre que amaba. Eran los sentimientos de un triste amante.
Para Dazai era diferente, cuando recordaba los buenos momentos debía sonreír con nostalgia, sabiendo lo que su amigo habría querido en su partida. Él era simplemente un buen amigo, no estaba en el derecho de sufrir como lo hacía su pareja.

— Ese día…

— No pienses en eso. —Pidió mirando al frente, extendiendo su mano frente a su cuerpo. Observando las gotas de agua caer en ella— No te hará ningún.

— Fue a comprar flores para mi.

— Porque así lo quería, Oda sabía cuanta ilusión te hacía el recibirlas, lo hizo para verte sonreír, para que lo miraras con ojos felices e ilusinados. Lo que pasó no fue tu culpa, fue él quien decidió no volver hasta tener tus flores.

— Si le hubiera dicho que no era necesario… —Murmuró. Él pudo haberle llamado, decirle que regresara a casa.

Más no lo hizo, se conformó con la idea de que volvería. Oda no tenía un horario fijo para volver, lo sabía, pero siempre regresaba antes de las nueve. Si ese día pasada aquella hora Chuya le hubiese llamado, tal vez no hubiese quedado envuelto en aquel accidente.

As a friend and as a lover. |One-shot|(Odazai, BSD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora