Prólogo

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     Fuera llueve demasiado. Creo que eso bastará para mantenerlos distraídos por un tiempo, aunque puede que no el suficiente.

     A pesar de haber entrado hace unos minutos en este pequeño bar de tapas de alguna parte de Madrid, parece que nadie se ha dado cuenta de mi presencia, lo que puede ser otro punto a mi favor. Cuanto menos sepa la gente de mí, mejor.

     Miro a mi alrededor. Es un sitio bastante oscuro, con sólo unas cuantas luces ténues alrededor y todo bastante rústico. Unos hombres están bebiendo y riéndose de manera rocambolesca, en una esquina del bar. No estoy pendiente de su conversación, y la verdad que no me importa. El suelo de madera parece húmedo por la lluvia, además, huelo el aroma de madera mojada. No entiendo como una ciudad como Madrid tiene este tipo de lugar. Mi padre siempre me decía que era la ciudad de la elegencia y de la tecnología, donde no iban los pobres. También puede ser que al público turístico le interese este tipo de cosas rústicas y caseras. Por lo que he visto en el menú, hay carne a la piedra, lo que me recuerda que llevo casi un día entero sin comer. Pediría cualquier cosa, pero no tengo dinero. Debería haberle robado algo a los guardias antes de huir de allí. O incluso ahora. . . No debería, sino, tendría que darles la razón a ellos, y eso es el último punto al que quiero llegar. ¡Arg! Pensar en ellos me irrita tanto . . .

     Siento una mirada y eso hace que me ponga de nuevo en tensión y mire con cautela hacia todo mi alrededor. He estado por un momento tan concentrado que me había olvidado por completo de donde estaba. Un camarero que está detrás de la barra me mira con odio, como si fuera anormal. Me pone de los nervios esa mirada, siento como si estuviera de nuevo en el campo de entrenamiento y observasen todos mis movimientos. . . ¿en qué estaría pensando en ese momento?

     Como respuesta a su mirada, intento taparme más mi cara con mi capucha negra y dirijo de nuevo mi mirada hacia los hombres ebrios. Éstos no se dan cuenta de que les estoy mirando, siguen su conversación estúpida e inadecuada con palabras malsonantes, criticando la vida que tienen, sus mujeres, su trabajo. . . Si ellos supieran por lo que tengo que vivir yo, otros chicos y chicas de mi edad y, lo que van a tener que vivir ellos mismos, se tragarían sus palabras, aunque, bueno, la sociedad en España ya va tan mal que ya no me sorprende que hayan tenido que tomar esta decisión, además, si es famosa en Estados Unidos, ¿por qué no aquí? Después de todo, todo es moda y tendencia y, cuando pase el tiempo, seremos cosa del pasado, olvidados. Antes esto sucedía con las cosas materiales e innecesarias, ahora con nosotros. Llegados a este punto, el mundo necesita que se extinga el ser humano.

     Se escucha un gran estruendo, y una ráfaga de aire hace que se congele todo mi cuerpo. Siento que miles de gotas de lluvia se han quedado pegadas en toda mi ropa, por suerte no han llegado a parar a mi cara, suficientes problemas tengo como para tener que coger un resfriado.

     Es extraño, todo el bar se ha quedado en silencio, incluso los bobalicones ebrios. Todo se ha quedado tácito e intranquilo. Esto no tiene buena pinta. Escucho unas fuertes pisadas en la madera y el sonido de las gotas de agua cayendo en la madera, lo que he de suponer que sea quien sea la persona que haya entrado, está empapada. El olor a madera mojada, aumenta por segundos y por una parte es agradable. Me recuerda a tantas cosas . . .

       ¡Seré estúpido! ¿¡Por qué me pongo a pensar en el pasado!?

     Aprieto mis dientes y echo un pequeño vistazo al extraño visitante que acaba de entrar. Es demasiado alto, de pelo negro, no puedo ver su cara. Lleva otra capucha como la mía, solo que la mía es negra y la suya es gris.

     Está sentado en una de las butacas de madera, de la barra, esperando al camarero que antes me estaba mirando hostilmente. El extraño visitante, con un solo moviento en su brazo, sé de quien se trata. Lleva el logo de la organización, una espiral de hojas plateadas.

     ¡Mierda! ¿¡Comó ha llegado a pillarme esta vez tan rápido!? O puede que realmente no me esté buscando, con suerte sólo haya venido a tomar una cerveza.

 - Buenas noches señor, ¿qué quiere que le sirva? - dice el camarero amablemente, mientras éste, está limpiando un vaso con un pañuelo blanco.

 - No quiero nada, solo estoy buscando a un chico – dice con una voz áspera y adusta.

     Adiós a mis esperanzas. Le está enseñando una foto mía al camarero y mientras que éste está negando con la cabeza, yo cierro mi mano formando un puño e intento levantarme pero, antes de que pudiera hacerlo, él, saca su gran espada triangular escondida en una de las mangas de su capa gris, y le corta la cabeza al camarero.

     Su cabeza cayó al suelo rápidamente mientras que la sangre que salpicaba desde su cuello, llenaba así toda su camisa, su delantal negro, la barra de madera, el suelo, las estanterías de vinos que había tras de él, . . . pero no ha llegado lo suficientemente lejos como para llegarme a mí.

     Los hombres que quedaban, tras ver tal espectáculo, salen corriendo despavoridos para salvar sus miserables vidas. En cambio yo, me levanto decidido y le miro a sus ojos marrones de manera desafiante, en cambio él, no me puede ver los míos, como la mayoría de nuestros encuentros.

     Tengo todas las de perder, sobre todo por mi mal estado de inanición, lo que hace que baje mi nivel de poder, pero no tengo alternativa, si intento huir, mis probabilidades bajarían más de lo que está ahora mismo y, con suerte, puedo derrotarle, después de todo, ésta debe ser nuestra décimoquinta pelea. Todas perdidas pero, ahora que sé casi todo sobre él, puedo saber más o menos las estrategias que utiliza.

 - Eres un coñazo de chico ¿sabes? – dice mientras limpia su espada llena de sangre con una sacudida.

 - ¿Yo? - digo vacilando - ¡Para nada! Si yo hago esto sólo para darte por culo un ratito – sonrío ampliamente sabiendo que eso le irrita.

     Meto mis manos en los bolsillos de mi pantalón vaquero. El contacto que tiene mis manos calientes, sobre la tela fría, hace que me congele yo también, pero es más o menos la temperatura idónea para utilizar mis poderes. Tras este modesto movimiento él debe saber que ya estoy listo para el combate, porque levanta la espada triangular y empieza a mirarla lisiado y con ojos llenos de locura por cogerme. No para de darle vueltas haciendo que vea su espada y tras de ella su mano escodida. No creo que tarde en sacar la otra, aunque espero durar lo suficiente o por lo menos, acabar con esto rápido porque, ver todavía el cuerpo del camarero en la misma posición y, el olor a madera mojada con sangre, me repugna y me recuerda a alguna atracción de terror.

Vamos ha hacer una cosa, – dice con un tono de voz quedo – tú, te vienes conmigo sin poner resistencia y yo, les digo a los que mandan que no sean tan duros contigo en tu castigo. . .

 - ¡Já! ¡Y yo me lo voy a creer!- me quito mi capucha bruscamente mostrandole mi rostro - ¿Después de todos los castigos que me habeís hecho, me va a importar que me hagáis otro más?

 - Vaya . . . después de tanto tiempo, ahora hablas como un sujeto de laboratorio. - dice con imprecación

 - ¡Sois unos cabrones! - digo gritando de rabia.

 - Si somos tan cabrones, entonces, coopera y madura de una vez chico.

     Miro al suelo y aprieto con fuerza mis dientes. Se nota que estoy en tensión, me tiembla todo el cuerpo. Estoy realmente furioso. Me siento los ojos calientes y quiero destruir todo a mi paso. ¿Se cree que voy a cooperar tan fácilmente después de todo lo que sé sobre ellos?

     Sé que se acerca hacia mí por lo que cierro los ojos, y formo un campo de fuerza a mi alrededor con el poco poder que tengo, sé que no me servirá de nada, pero tengo que ponerme a la defensiva con él, debo de ser duro. Ésta vez tengo que conseguir salir de allí.

 - Está bien – suspira impaciente – . Como siempre, no vas a cooperar. . . - siento su mirada en mi cabeza pero ésta vez no de desprecio, sino de compasión - ¿por qué no dejas de huir?

     Levanto la cabeza y separo unos centímetros las piernas, para poder sostenerme. Me queda poca energía para poder utilizar mis poderes. He sido estúpido por crear un campo de fuerza antes de tiempo, pero, consigo respirar y, veo nítidamente por mi campo de fuerza, unos ojos que compasión y tristeza que nunca antes había visto en él.

 - Huyo por el mismo motivo que tú, para tener un futuro.

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