La mudanza

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Mi nombre es Arturo.
No suelo ser muy sociable a tal punto que mis compañeros me tachan de friki e inadaptado, realmente no me importa; la razón por la que no hablo con tanta gente es que todos realmente superficiales, engreídos y egosentristas y yo no suelo juntarme con personas así. A pesar de esto logre hacerme con un grupo de amigos, amigos que no son así, amigos que valen la pena. Estaba Dilan quien siempre intentaba hacernos reír a todos con todas sus payasadas pero que a pesar de su actitud infantil siempre pensaba en sus amigos y tiene un gran corazón, Saúl "la voz de la razón" básicamente evitaba que Dilan se metiese en un problema realmente grave... y también estaba Hanna, ella no era muy femenina y ésa es la razón por la cuál estaba mejor en un grupo de hombres que de mujeres, solo no le interesaba hablar de temas de chicas pues le parecía aburrido. Ellos son mis mejores amigos... o por lo menos lo eran.

Hoy nos vamos de la ciudad, mamá y papá tuvieron un ascenso en el trabajo pero deberían dedicar mas tiempo en ello y oara éso nos mudamos a una ciudad que esta más cerca de su nuevo trabajo en Kansas.

El día en que tuve que decir adiós a mis únicos y mejores amigos fues que me dí cuenta lo mucho que me importan, que no soy ésa persona sin sentimientos que siempre creí. Sólo estábamos en el frente de la escuela a la hora de salida.

—Ya nada será lo mismo sin ti bro, realmente dejarás un vacío en el grupo.— me dice Dilan.

—No hay que hacer nuestro último momento juntos un recuerdo triste, eso sería terrible, no quiero recordarlo así— responde Hanna.

—Ella tiene razón, no hay por qué estar tristes, sólo porque me valla a vivir lejos no significa que dejemos de ser amigos.—

—Aún así... el hecho que te vallas no es algo que se pueda dejar pasar así cómo así, fuiste tú quien nos unió en primer lugar.— cuando Saúl dijó éso se me hizo un nudo en la garganta, para los ojos de todod en el salón yo erá muy callado y extraño, pero con ellos erá diferente y aquél día supe que enserio les importaba... es genial pensar que a alguien le importas.

—Sólo recuerda... el hecho de que alguien se haya ído, no significa que te haya dejado.— traté de disimular que estaba a casi nada de dejar brotar una lágrima. Algunos pensarán que llorar no tiene nada de malo pero no me gusta mostrar ésos signos de debilidad cuando se supone que yo estoy intentando levantarles el ánimo.

—Jejeje, tus fraces de videojuegos son otra cosa que extrañaré de ti.— dice Dilan mientras se acerca para darme un abrazo al cuál eventualmente se unieron Saúl y Hanna.

y entonces Hanna dice...

—Por favor... "no nos olvides"— esto me hizo soltar aquella lágrima que estuve resistiendo durante tanto tiempo.

—No lo haré— justo en ése momento comenzaron a separarse y yo rápidamente me limpie aquella lágrima antes de que alguien alcanzara a verla. —De cualquier modo, yo se que nos volveremos a ver.—

—¿Lo prometes?— pregunta Hanna.

—Lo prometo... y ya sabes cómo soy... jamás falto a mi palabra.—

Escucho el claxon de la camioneta de mamá que llegaba por mí.

—Parece que te tienes que ir.— Dice Dilan. —Recuerda siempre tú promesa hermano.— seguido de ésta oración me abraza cómo se abrazan los chicos y después Saúl hace lo mismo.

—Cuídate mucho.—

Hanna sólo se hacerca a mi para después ponerse de puntitas y darme un beso en la mejilla.

—Estaré esperando el día en que te vuelva a ver.—

Así que sólo digo "adiós chicos" para después darme la vuelta ya caminar hacía la camioneta intentando no llorar. Una vez adentro, veo por la ventana a todos despidiéndose de mí.

Al llegar a casa las maletas ya estaban listas, habían cajas con todas nuestras cosas. Realmente no había razón para qué fuese a la escuela ése día pues nos mudariamos al día siguiente... pero quería despedirme de mis amigos.

A las dos de la mañana llegó el camión de mudanza; papá encendió la camioneta y partimos del que fue mi hogar tanto tiempo. La calle estaba oscura, las gotas de lluvia chocaban en el parabrisas y yo no dejaba de pensar en todo lo que dejaba atrás.

—Cariño, intenta dormir.— me dice mi madre claramente consciente de lo que pasa por mi mente.

—Lo intentaré.—

Cuando llegamos intenté ser lo mas positivo que pude, éso lo aprendí de Hanna.

La casa no se veía mal, incluso era más grande que nuestra vieja casa; era una casa de dos pisos color crema por fuera, aunque tampoco resaltaba, todas las casas del vecindario eran iguales.

Al entrar me dí cuenta de que la casa estaba en muy buenas condiciones, casi parecía nueva. Justo frente a la entrada quedaban las escaleras que daban al segundo piso, a la izquierda la sala de estar y a la derecha el comedor.

—¿Lo ves? la casa és bastante grande, cuando te acostumbres te gustará.— dijó mi mamá intentando convencerme.

—No me importa la casa, el problema está en que no podré ver a mis amigos.— por mas que intentaba tener buen humor no dejaba de pensar en ellos... quizás era inevitable.

—Bueno, ya haras nuevos amigos, mientras ve a ver tu abitación para que vayas pensando en donde poner tú cama ¿vale?.—

—Vale.—

Después de un rato acomodamos los muebles; mi cama quedó frente a un pequeño televisor viejo que tenía y mu computador junto a la ventana justo dónde podría ver el exterior cuando no entendiera la tarea del colegio.

Ya instalados era momento de que fuera a la escuela.

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⏰ Última actualización: Jul 04, 2019 ⏰

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