Capítulo 1

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[Advertencia]

Historia con contenido sensible.

Descripción gráfica de: consumo de sustancias tóxicas, trastornos mentales, emociones y pensamientos negativos, alusión al suicidio.

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Después de una dramática muerte Sherlock Holmes había regresado, para asombro de muchos, descontento de otros, y John Watson no sabía cómo sentirse al respecto. Por un lado se encontraba rebosante de alegría, pues había recuperado a su mejor amigo y potencial interés amoroso -lo había admitido sobre los brazos de Harry entre llantos y botellas de alcohol vacías después del funeral, aunque no recordara demasiado de esa noche-; por el otro estaba tal vez más dolido que furioso, por el hecho de que aquel a quien le había confiado su vida y seguridad no tuviera motivos para creer en él de vuelta.

También estaba el factor Mary, porque incluso después de estar convencido en querer pasar el resto de su vida con ella las cosas se habían volcado en un repentino giro que les estaba alejando, pese a haber pasado solo un par de meses, meses en lo que guardó celosamente el anillo de compromiso que le había comprado y en los cuales gracias a su última pelea con Sherlock -en donde él le reclamó varias cosas- ambos hombres habían perdido contacto casi por completo, exceptuando un par de textos donde el detective se disculpaba por lo sucedido y él le respondió de vuelta pidiéndole perdón por haber sido tan hiriente. Casi tres meses sin nada más allá de eso, y aquello lo tenía lo suficientemente preocupado como para tragarse su orgullo por una vez en la vida e ir a visitarlo.

Su mano con el rastrillo de afeitar se deslizó perezosa por la descuidada barba, a través de la puerta abierta del baño podía notar a su novia dormir plácidamente sobre la cama, enredada entre las gruesas mantas, ignorante. La culpa le invadió de repente cuando sus ojos regresaron a la propia imagen que le regalaba el espejo: se estaba afeitando después de semanas de no hacerlo, se había peinado, puesto colonia encima de la elegante camisa beige que compró días antes cuando decidió ir a ver al detective, con unos jeans azul cielo ni tan flojos ni tan entallados y una cazadora negra. Sus botas militares descansaban sobre el váter, porque eran pesadas y no quería hacer ruido al salir, ya que eran las cuatro de la maldita mañana.

Si Mary lo viera se daría cuenta inmediatamente del cambio, pasando de lucir desaliñado a verse como en su primera cita, y sabría que no era por ella.

Rápidamente quitó la espuma de afeitar de su rostro con una toalla, la lanzó al lavamanos tomando las botas para dirigirse a la entrada de la casa que compartía con ella. Si pensaba en la situación con detenimiento terminaría cediendo a la culpa, y ceder a la culpa significaba alejarse más de Sherlock por elegirla a ella. Aún no estaba seguro de querer hacer esa elección.

Al salir el helado aire mañanero le golpeó incesante en el rostro, sintiéndose cual navajas sobre sus mejillas. Metió ambas manos en los bolsillos de la cazadora, el cielo aún estaba oscuro y eso aumentaba la sensación de frío. Se hizo todo el camino hasta el apartamento a pie, necesitaba recolectar valentía para atreverse a tocar la puerta. ¿Qué le diría? Sabía que practicar no iba a servir de nada, porque en cuanto esos enigmáticos ojos se cruzaran con los suyos tan simples ninguna palabra saldría de su boca. ¿Debió traer algún presente como licor? ¿Tal vez llegar y fingir que nada pasó? ¿Cómo hacer para ocultar que le abandonó por completo?

El trayecto terminó con él frente a la puerta del 221-B, que estaba semi-abierta. Extrañado empujó la madera, cual chirrió levemente a causa del movimiento. Tocó con la diestra su cadera, asegurándose que su revólver se encontraba donde siempre y lo tomó entre sus dedos. Subió con cautela las escaleras, tras comprobar que la parte perteneciente a la señora Hudson tenía llave continuó hasta la pequeña salita, que despedía una luz tenue.

So Happy I Could Die | JohnlockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora