Con el paso de los años logré independizarme de mi familia, dejándolos atrás y seguir con la vida que siempre soñé, lejos de sus gritos y carestías económicas, mi familia siempre fue muy pobre y el clima que se vivía día con día era tenso y lúgubre. Finalmente había logrado alquilar una pequeña casa en la colonia española, justo en el centro de la ciudad de Guadalajara, a pesar de solo contar con mis 20 años estaba logrando hacer las cosas bastante bien, llevaba la limpieza y orden de mi vivienda lo más al día posible procurando cuidar mi alimentación, los vecinos eran muy silenciosos y poco sociables, eso era perfecto para mí que solo buscaba la paz. Con el paso de los meses decide tomar un gato para mi compañía, ya que a pesar de que la casa era pequeña contando solamente con dos habitaciones, una cocina-comedor, un baño y un pequeño patio agradecía mucho la compañía que mi pequeño felino me daba, lo llame León debido a sus hermosos colores, éramos muy unidos en los días que fueron llegando.
Pero entonces llego el día que él se fue, paso en una noche de lluvia, eso fue lo que más me intrigo, desde León llego a mi casa él ya estaba operado, me era difícil creer que se hubiera ido tantos días sin mayor motivo, lo busqué lo más que posible, día y noche dedicaba cada hora libre en encontrarlo, pero todo fue inútil, jamás lo pude volver a ver. Las cosas comenzaron a llevar un declive que parecía no terminar jamás, mi horario laboral me exigía llegar a casa hasta altas horas de la noche y la luz del propio sol no me permitía conciliar el sueño durante las largas horas del día, con el paso del tiempo logre volver a adaptarme, fue entonces cuando luego de varios días mi horario laboral regreso a la normalidad con dificultad para descansar en las noches los fines de semana, comencé a adquirir una mala costumbre que consistía en salir a una tienda de conveniencia a media noche para comprar unos cigarrillos y una cerveza que me ayudara a dormir.
Fue en una de estas noches cuando logre ver un momento que transformo todo lo que yo creía conocer sobre el mundo. Caminando silenciosamente por las frías y oscuras calles de la colonia me encontré con un señor caminando por una calle sin alumbrado público, cosa que me parecido bastante extraña pero completamente ajena a mi caminata. El señor iba persiguiendo tranquilamente a un pequeño gatito, pero de un momento a otro en tan solo un parpadeo me parecido ver que los brazos del sujeto eran considerablemente más largos que los normales, en ese momento no lo note, pero el gato ya no estaba. Tranquilamente el señor dio media vuelta en su andar y camino en mi dirección, con toda sinceridad le comento que eso no me espanto en lo más mínimo, mucho menos cuando al acercarse logre ver que ese señor era mi amable casero, hasta ese momento jamás supe el nombre de este, puesto a pesar de que él era quien administraba mi casa y muchas de esta zona, él no era el dueño de las mismas, por lo tanto su nombre no figuraba en ni uno de los contratos o recibos, al estar cerca de mí me regalo una amable sonrisa e incluso se ofreció a acompañarme en mi camino a la tienda y de regreso a mi casa, pudimos charlar durante la caminata, momento en que le comente lo mucho que me intrigaba que en una colonia tan grande y poblada nunca se escucharan lo ladridos de los perros, el con su tranquila y serena voz me fue explicando que dado que eran muchos los vecinos incluido el que no disfrutaban de la compañía de estos animales, nadie poseía uno y para que no llegaran otros en busca de alimentos llevaban la limpieza de las calles lo mejor posible, logrando así evitar que estos se colaran a nuestro alrededor. Amablemente mi casero me dejo hasta la puerta de mi casa, momento cuando aproveche para preguntarle cuál era su domicilio, a lo que él solo me respondo que era muy cerca y en esa misma calle, pero que podía estar seguro de que en caso de necesitarlo el siempre estaría cerca.
Varios días después y de encontrar de manera repetida a este carismático señor logre llegar a una extraña relación en cada momento que lo veía, él siempre iba caminando de manera silenciosa en las calles, pero en varias ocasiones logre verlo detrás de algún felino, en ese momento temí lo peor, dado que el mismo me había confesado que tenía un desagrado hacia los perros el cual lo hacía tenerlos lo más lejos posibles ¿existiría acaso la posibilidad de que el estuviera atrapando a los gatos y desasiéndose de ellos? Con los días hice lo posible por irlo siguiendo de manera discreta, pero durante las primeras semanas siempre me fue imposible, el siempre sabia cuando estaba detrás de él u observándolo a la lejanía, cosa que parecía no molestarlo en lo más mínimo. Con el paso del tiempo me era cada vez más inquietante ver como él se encontraba cada noche patrullando la colonia, calle por calle él las revisaba, no importaba lo solas y tenebrosas de estas calles, que estaban repletas de casas viejas y altas, muchas de estas calles consistían casi en su totalidad de casas abandonadas, el siempre caminaba por ellas, momento donde note igualmente otro misterioso hecho más de esta colonia; las patrullas no entraban en ella, solamente rodeaban la colonia por las avenidas cercanas y que al igual con la tienda de conveniencia que se encontraba cruzando una de estas avenidas, no había ni una similar en esta, todas cerraban de manera puntual a las 22 horas, los negocios de comida incluido, a excepción de únicamente un antiguo y sucio bar que se encontraba en el corazón de la colonia que siempre permanecía abierto.
Las semanas y meses fueron pasando conmigo siguiéndolo por las noches de los fines de semana, yo pretendía engañarme a mí mismo con la idea de que él no sabía que lo estaba siguiendo, pero él siempre lo sabía. Hasta que finalmente el día llego. Las calles eran heladas y en una colonia como esta de techos tan altos el frio corre libremente entre las casas y es más notorio para todos. Fue entonces cuando note como el frio parecía afectar significativamente a mi casero pues era cada día menos ágil. Sus siempre hábiles movimientos eran lentos y torpes, pero su sonrisa no se iba, esa siempre permaneció aun cuando sus enormes abrigos cubrían su delgado y bajo cuerpo, sus pasos aun eran totalmente agiles, pero esta vez podía escucharlos cosa que antes no lograba. Una de las largas noches de invierno decidí buscarlo de nuevo, ya más por costumbre que esperando tener un verdadero progreso y fue en esa noche, esa oscura fría y maldita noche donde toda mi existencia cambio.
Iba caminando y observando sus lentos movimientos, tan torpes en comparación a sus compartimientos regulares parecía incluso enfermo y confieso que por un momento cruzo por mi mente la idea de acercarme a él y ofrecerle mi ayuda ya que sinceramente él siempre fue amable conmigo, justo pensaba eso cuando un delgado gato se acercó caminando lenta y confiadamente rumbo a él. Pude distinguir como un pequeño astro de luz similar al de un láser pero en color blanco cautivaba la mirada del felino quien se acercaba más y más, sin temor alguno, completamente perdido en la el brillo cuando por fin estuvo a un par de metros lo brazos del casero se extendieron disparándose hacia el animal, no dudo que su longitud superara los tres metros, fue un movimiento tan rápido, no duro ni siquiera un par de segundos pero nunca antes lo había podido observar, su cabeza o lo que parecía ser su cabeza se desprendió colgando por su espalda y unas enormes mandíbulas similares a las de una hormiga tomaron su lugar. De un solo bocado devoro al animal por completo y de inmediato su cuerpo volvió a la normalidad. Pero giro y me observo, él sabía que lo había descubierto, corrí, corrí como nunca antes, corrí por vida y mi alma, sea lo que fuera que me seguía no era algo creado por dios. Las calles parecían eternas y tan desoladas y yo lo podía escuchar detrás de mi corriendo, tan rápido como yo, a pesar de la avanzada edad del señor él era tan rápido. Tenía tanto miedo y esa noche al igual que las demás las calles estaban vacías, no había ni una sola persona, mi casa estaba al otro lado de la colonia, las avenidas más cercanas detrás suyo. Estaba tan lleno de miedo, mis piernas ardían tanto y mi casa estaba aún tan lejos, mis piernas ya no daban más, mi aliento no lo soportaba, aun cuando usaba mis pocas mi poca cordura para recordar alguna oración no lo conseguí, había abandonado toda esperanza, no podría lograrlo, ese era mi fin. Pero una fuerza mayor a mí me logro salvar porque justo cuando sentía que iba a caer en cualquier momento logre ver a alguien delante y no era solo una persona, eran 4 personas, las cuales estaban fuera del bar que antes mencione, corría y caí a sus pies sin poder penar con claridad, uno de ellos me extendió la mano para ponerme de pie, yo aun escuchaba las frenéticas pisadas detrás mí , quería correr, gritar y advertirles, pero el señor quien parecía de una edad cercana a los 60 años solo me dijo "vete" después de levantarme, seguí corriendo presa aun del pánico cuando la voz del señor que me había ayudado a ponerme de pie paro en seco a mi atacante "señor Mot ¿Está persiguiendo a un habitante de mi hermosa colonia?" yo no quise saber nada más, corrí, llegue a mi casa y en la entrada me desplome, no soporte más, ni yo ni mi estómago, pase horas desplomado tras la puerta.
Durante dos días presa del pánico no quise salir de mi habitación, llamé y escribí a cada persona que conocía, pero nadie, absolutamente nadie quiso ir a verme y sacarme de ahí. Al segundo día finalmente un viejo compañero de la escuela me dijo que pasaría cerca del mediodía, no pude dormir tampoco esa noche, temeroso de las sombras que se proyectaban atrás ves de la venta de mi habitación. Al día siguiente mi corazón dio un sobresalto cuando tocaron a la puerta de mi casa, corrí con alivio, al fin alguien me ayudaría a irme de esa boca del infierno, pero la abrir la puerta no era el ni nadie que haya visto antes, se trataba de una amable y tranquila joven de baja estatura que sin esperar nada de mi parte empezó a decirme "buenas tardes, me presento, mi nombre es Rebeca y seré su nueva casera..." mi corazón se sobresaltó presa del pánico que esa palabra despertaba ahora en mi "no tema, nosotros siempre velamos por los habitantes de esta colonia, lamentamos mucho lo de León y le puedo asegurar que nunca más un gato suyo o de alguien más desaparecerá, usted ya es uno de nosotros por lo que obviamente ya no puede irse" ella sin más se dio media vuelta y camino por la calle tranquilamente, llena de gracia y pude notar nuevamente, como sus pisadas no emitía ruido alguno, ni siquiera cuando se encontraban pisado las hojas cecas del enorme árbol que estaba fuera de mi casa.