Kazuya Hiramaru. 32 años. Una exitosa carrera de mangaka en la Weekly Shonen Jump. Casado con la, ahora retirada, Yukino Hiramaru. Su carrera como mangaka comenzó con el fructífero comic Otters #11 contando con 200 capítulos antes de su cancelación, y el éxito comercial que es en estos instantes "You Can't Fool Me", el cual sigue serializado hasta el día de hoy...o algo así.
Hace un par de meses, el manga entró en su quinto hiatus anual, siendo este el más largo ya que ha estado ausente en 20 ediciones de "la Jump". Si bien la revista ha dicho que se debe a problemas de salud respecto a una posible tendinitis que se viene desarrollando desde los tiempos de Otters 11... hay más que eso.
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El teléfono suena en la casa de Hiramaru
"Kazuya, alguien al teléfono" – dice Yukino desde la cocina.
Kazuya se encuentra tendido en la cama, está llena de papeles arrugados, figuras de Otters 11 y varios envoltorios de comida rápida.
-"voy" – exclama rezongando Hiramaru, y se para lentamente de la cama.
Hiramaru va hacia su inmundo estudio que ha dejado abandonado con el hiatus y levanta los bocetos de capítulos finales de You Can't Fool Me que tiene encima del teléfono. Contesta con una voz muy apagada y bastante ronca, como si su voz se esté yendo junto a sus ganas de trabajar.
-Hola, habla con Hiramaru Kazuya, si eres Yoshida no estoy y esto es una grabación.
- ¿Kazu-chan? ¿Qué hablas tonto?, no soy ese tal Yoshida. Soy yo, Murata Okari. ¿no me digas que te olvidaste de tu amigo de la infancia?
Hiramaru se queda en silencio. Está claro que conoce a este tal Okari, pero no se puede saber si está intentando recordar u olvidar quien es, está muy cansado como para siquiera hilar adecuadamente sus ideas.
- ¿Okari? Me suena mucho tu nombre y todo. No es por ser maleducado, pero no estoy apto para contestar si no eres la línea de alcohólicos anónimos, ¿no quisieras hablar otro día donde pueda ponerte como excusa para no trabajar en mi manga?
- ¿Qué dices tonto? – dice Okari luego de una profunda y energética risotada – sigues igual de pesimista que en la primaria. ¿Dónde escondiste al Kazu-chan que quería ser el próximo Ozamu Tesuka? ¿o el próximo Akira Toriyama?
-No sé de qué hablas idiota- Hiramaru contesta bastante molesto y subiendo tenuemente la voz. – Yo solo recuerdo que en primaria estudiaba y me iba directo a casa.
- Claro que sí Kazu-chan, íbamos a tu casa y nos devorábamos las Jump viejas esperando a que saliera la de la semana. No me digas que no recuerdas nada. Recuerdo como si fuera ayer que tu querías ser dibujante Y NOMAS VUELVO DE ESTADOS UNIDOS LUEGO DE TANTO TIEMPO ME DOY CUENTA DE QUE ERES SERIALIZADO EN NADA MÁS NI NADA MENOS QUE EN LA MALDITA SHONEN JUMP. Hombre eso es lo máximo.
Hiramaru puede que esté molesto por el repentino vozarrón que recibió en la oreja y que acompleja su jaqueca, pero en ese momento su rostro cambia, y un cuadro de su niñez se le aparece enfrente de sus ojos.
Hiramaru regresa a casa luego de un día arduo de estudio y exámenes. Cerca de su casa se encuentra su vecino y amigo Okari, quien lo saluda y le cuenta que se consiguió el último ejemplar de la Jump con su hermano mayor. Deciden ir a leerlo junto a la edición de la semana pasada a la pequeña plaza que queda cerca de la casa de Kazuya.
Mientras Okari reía a mas no poder con el nuevo capítulo de Hentai Kamen, Kazuya alucinaba con los distintos estilos de dibujo, de historias y los vistoso personajes que la Jump guardaba en sus páginas. Por su pequeña cabeza de 10 años pasó la gloriosa idea de ser mangaka, de poder ganar mucho dinero haciendo historias que niños como él disfrutaran y gozaran de la misma manera que el lo hace junto a su amigo.
Estaba todo listo. Kazuya iba ir a un instituto de arte para mejorar su técnica e iba a dejar de lado la idea de ir a una prestigiosa universidad en Tokio para estudiar algo aburrido que lo tendría todo un día en un cubículo cabizbajo leyendo números y estadísticas que no le interesaban. La vida de mangaka era idónea, trabajaba en lo que le gustaba por un buen precio y si se hacía lo suficientemente famoso, conseguiría una serie de Animé que podría disfrutar con su esposa y sus hijos.
Sin embargo, al joven e inocente Kazuya la realidad lo golpeo como un boxeador cuando de la nada aparece Shinji, el hermano mayor de Okari, quien está cansado de tanto correr, pero con la furia en la mirada. Este le dice a Okari que lo ha estado buscando por todas partes para avisarle que debe empacar su maleta, ya que mañana temprano es el viaje.
Kazuya no se entera de nada, está confundido a mas no poder. Ve como Okari cambia rápido de una cara de felicidad a una que parecía que le dieron la peor noticia de su vida.
-No quería decirte Kazu-chan- comienza a hablar- mis padres consiguieron trabajo en Alabama, en los Estados Unidos. Mañana tenemos que tomar el avión y no quería decirte porque no quiero ir. Quiero seguir en Japón y poder ser un mangaka de éxitos como los de la Jump, pero parece que ese sueño no podrá ser. Perdóname Kazuya, ojalá nos veamos en un futuro.
Mientras Shinji toma la mano de Okari y se lo lleva, Hiramaru queda en shock total. No puede creer lo que está pasando. En ese momento suelta los mangas que Okari olvidó llevarse y se va corriendo a su casa, con la nariz llena de mucosidad y las lágrimas corriendo por sus mejillas. Llega a su casa y como no hay nadie debido a que sus padres aun no salen del trabajo se encierra en su cuarto y llora sobre su cama sin consuelo hasta que ya es muy tarde por la noche.
Pasó el tiempo y Hiramaru pareciera haber bloqueado a Okari y a los mangas de su vida. Salió de la escuela y consiguió empleo en una empresa que ya ni recuerda de que iba. Solo recuerda los malos tratos de jefes corruptos, la presión social y económica que acarrearía el simplemente faltar unos días por estar enfermo, y por sobre todo la profunda adicción al alcohol que le generó su stress. Pero para el ya nada importaba, no era de tener amigos y llevaba soltero desde básicamente siempre. Con tener un techo donde vivir y comida que le ayudara a sobrevivir estaba bien, no contento, pero bien.
Hasta que un día en el metro se encontró un ejemplar de la Shonen Jump en un bajón y su vida cambió radicalmente. Dejó su empleo para ser mangaka, donde conoció todo el stress que conllevaba ser serializado semanalmente en la revista de comics más popular de japón. Sufrió, se enfermó, su adicción al trago empeoró, pero también conoció buenos amigos, se casó y posee mangas de éxito con series de animé, mercancía y regalías suficientes para retirarse si no fuera por Yoshida, su causa máxima de depresión.
Y de la nada vuelve a este momento en el presente, como si toda esa información viajara por su mente en una cuestión de segundos. Decide hablar.
-Okari – su tono de voz cambia y vuelve a tener el vigor de hace unos años, tal parece. – Voy a morir como Yoshihide antes de poder decir que estoy bien con mi trabajo. No sé cómo me localizaste siendo que ni redes sociales tengo, y no sé qué has hecho en estados unidos, pero te puedo garantizar que la industria no es lo que nosotros pensamos. Si no fuera por los amigos que he hecho en estos últimos años y mi gloriosa esposa estaría ya muerto en alguna fosa común, por lo que no me queda opción que seguir adelante hasta que mis manos se quiebren cual rama. Trabajando me di cuenta de que la felicidad es solo temporal, y que mi espalda no volverá a hacer lo que era cuando era adolescente.
Se produce un silencio incómodo. Yukino que, intrigada, se puso a escuchar la conversación tras la puerta tiene un nudo en la garganta. De repente, Kazuya reacciona apoyándose en el escritorio, posando su mano sobre el ultimo boceto en el que estaba trabajando antes del hiatus y procede a despedirse de Okari.
-Lo siento por amargarte la tarde Okari, si quieres llama de nuevo y te doy mi dirección para que tomemos unos tragos.
- Está bien Kazuya, cuídate. – cuelga el teléfono.
Hiramaru se voltea y ve a Yukino con cara larga y con una visible preocupación. El se acerca y le dice más relajado:
-Tranquila, por lo menos con el manga puedo tirarle indirectas a Yoshida.
