Lo único que se escucha en la casa son las noticias, acompañadas por el repiqueteo de gotas de agua chocando con la ventana.
El noruego mantiene la mirada gacha, frunciendo el ceño.
— Dan, háblame. — Pide, intentando que su voz no se quiebre.
No obtiene respuesta directa, pero su pareja sube el volumen de la televisión.
Su cabeza se siente palpitar, sus ojos azules buscando los carmesí de su pareja, pero este ni siquiera conecta sus miradas. Su pecho parece decrecer.
— Dan, no fui a la maldita fiesta, me quedé aquí, esperándote... Háblame, por favor. — No obtiene respuesta.
— Te amo. — Murmura, un sonrojo involuntario formándose en su rostro, como cada vez que vocifera esas palabras.
Pero no recibe respuesta.
El resto de la noche, es lo mismo. Noruega siendo ignorado por Dinamarca. Así que decide esperarlo en la cama, para hablar.
Se siente sólo en la grande cama, sin su pareja para brindarle calor.
Son las cuatro de la mañana cuando Dinamarca sube las escaleras y se acuesta a su lado. Sin hablarle.
En la mañana, incapaz de dormir, se arregla, va a la tienda cerca de su hogar, compra ingredientes para hacer waffles, al igual que el chocolate oscuro líquido preferido de su pareja, incluso la crema de chantilly y las chispas de chocolate. No recibe nada. Ni un gracias, ningún comentario.
Tres días. Tres días de lo mismo.
Demonios, a veces el danés ni siquiera se dignaba compartir la cama con él.
Pero el danés no sólo no le habla. Lo ignora.
Viven en la misma casa, y Dinamarca está de vacaciones, pero, por Dios, que jamás se había sentido tan sólo. Cada petición de ayuda, cada intento de iniciar una conversación, demonios, incluso los abrazos que su pareja tanto ama...
Todo es ignorado.
No quiere escribirle a nadie, no quiere hablar con nadie.
Cuando decide intentar entrar en contacto con alguien, Islandia, este ni siquiera ve sus mensajes.
A lo largo de la semana, duda existir más de una vez.
Se percata por primera vez en mucho tiempo de lo solitario que es su país, de lo frío que no es sólo el clima, sino su gente. Al pasear por las calles, con lágrimas en su rostro, ni una persona le dedica una mirada.
Han sido dos semanas desde el cumpleaños de Groenlandia.
Y lo único que desea en esos momentos es contacto humano, por que si bien Sir Nils Olav es no sólo el mejor brigadier, sino que el mejor pingüino del mundo, este no puede abrazarlo de vuelta, o decirle que se ve lindo cuando se enoja.
Ese día, al llegar a casa, todas las luces están apagadas.
Se levanta con duda hacía el mayor, una mano jalando su suéter rosa y la otra acercándose al hombro de su pareja. Sus dedos rozan la chaqueta del contrario, con tanta delicadeza que casi duda haberlo tocado, pero su muñeca es sujetada con fuerza por Dinamarca, manteniéndo su mano lejos de él.
— ¿Danmark? — Pregunta en un hilo de voz.
El nombrado se para, sin soltar su muñeca, su rostro en dirección al suelo, impidiéndole ver su rostro, con pasos lentos lo acorrala contra la pared.
Mierda...
Mierda.
¡Mierda!
¿Cómo pudo enamorarse de ese psicópata? Ya lo había herido una vez lo haría de nuevo, mierda, mierda-
Cierra sus ojos y jala su muñeca, queriendo liberarse del agarre de su pareja, maldita sea, ¿Por qué creyó que había cambiado si-
Los brazos del mayor rodean su cintura, su cabeza recargándose en el cuello del noruego.
— Lo siento. — Susurra, su aliento cálido mandando escalofríos por el cuerpo del contrario, sus labios acariciando la piel del menor.
Se aleja suavemente, alzando su rostro como si de porcelana se tratara, un algo brillando en sus ojos. Por un momento el nórdico de menor estatura piensa que lo quiere romper, pero la delicadeza de sus movimientos al besarlo y cargarlo, le indican lo contrario.
Deja que Dinamarca haga lo que quiera el resto del mes, que lo use como juguete, que le haga bromas pesadas, que sus palabras agridulces le hagan titubear al ir a fiestas o reuniones.
Claro, que no permitirá que ese comportamiento se prolongue, pero de verdad que necesita ese amor. Amor que sólo el de cruz blanca le puede brindar...
Por que no quiere ser ignorado.
No de nuevo.
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Violentometro |DenNor|
FanfictionComo si fuese un videojuego, las cosas van subiendo de nivel. La violencia,no es una excepción. Y Noruega está a punto de descubrirlo.