Capítulo 1

1.7K 103 7
                                    

-Me lo quedo.

-Capitán, quizás debería pensar en llevarse otra mascota - dijo el subastador. -Este no está adecuadamente entrenado, como puede ver.

Yesung observó como el joven humano que había captado su atención forcejeaba con dos de los guardas mientras le arrancaban la poca ropa que llevaba puesto. Sabía que el humano habría estado gritando de no ser por la mordaza de bola que tenía en la boca, la desesperación e impotencia eran evidentes en su cara. Los guardias fijaron las manos del humano a unas cadenas que colgaban del techo, y una barra entre sus piernas, esposado a sus tobillos. La barra estaba fijada al suelo, inmovilizando al hombre. No importaba cuanto se retorciera, no podría escapar. Yesung vio a uno de los guardias sacar un látigo de cuero de un armario cercano. Antes de que el guardia se girara hacia el humano atado, preparado para azotar al hombrecito, Yesung gruñó, los músculos en sus brazos tensando. Sentía una arrolladora necesidad de proteger al humano. Además, si alguien iba a marcar al hombrecito, sería él mismo.

Alargó la mano y agarró al subastador por el cuello de la camisa, levantando al apestoso hombre varios centímetros en el aire, acercando sus caras hasta casi tocarse.

-Le quiero intacto.- Gruñó, enseñando un colmillo.

-S- sí, cap- capitán.- El hombre tartamudeó.

-Las únicas marcas que mostrará son las mías.- Yesung dijo secamente antes de soltar al hombre descuidadamente.

Sus ojos volvieron al hombre colgado del techo. Realmente era un espécimen magnífico. Yesung había visto muchos humanos en su vida, la mayoría esclavos, pero también a unos pocos hombres liberados por sus amos. Los humanos eran considerados una raza inferior, inútiles para cualquier cosa que no fuera entretenimiento y servidumbre. Eran demasiado pequeños para luchar y ganar contra la raza de el, los Phangars, por no mencionar el resto de las razas del universo conocido. Yesung no conocía ni un solo humano que le llegara a la altura de los hombros, y mucho menos uno que fuera lo bastante fuerte para ganarle en una pelea, limpia o no. La mayoría de razas del universo opinaban que no tenían la capacidad mental de una raza avanzada. Su mundo primitivo era prueba de ello, hacía solo cincuenta años que la Tierra había empezado a viajar en el espacio.

Los Phangar llevaban siglos haciéndolo. Como mascotas, sin embargo, los humanos eran excelentes, convirtiéndolos en los más deseados del universo. Se les dominaba fácilmente y eran entrenados con la misma facilidad. Sus cuerpos, más pequeños y menos musculosos que los de la raza de Yesung, eran deseados por su suavidad y compatibilidad sexual con los Phangar. Yesung no estaba buscando una mascota para calentar su cama, pero no le hacía ascos a la idea tampoco. Sus viajes por el universo como transportista del mercado negro convertían a muchas de sus noches en solitarias.

Había pensado en encontrar un amante de su raza o una más avanzada, pero enseguida la rechazó cuando se dio cuenta de su necesidad de ser la parte dominante. Le gustaba el poder que tenía como capitán de su propio buque insignia. Tenía una tripulación competente, escogidos y entrenados personalmente. Respondían ante él y solo él. Era el jefe. Y quería la misma relación con la criatura que calentase sus sábanas.
Una mascota humana parecía la solución ideal. Eran atractivos a la vista, suaves al tocarlos y se podían entrenar, exactamente lo que Yesung necesitaba en su cama. Era consciente de que llevaría un tiempo entrenar al humano sobre sus necesidades y deseos pero pronto podría tener a la mascota de sus sueños.

-Quiero examinarle.- Yesung declaró firmemente -A solas.

El subastador cruzó rápidamente hacia la sala separada por cristal, y la golpeó para llamar la atención de los guardias. Gesticuló exageradamente, primero hacia el humano y luego hacia Yesung. Este cruzó los brazos sobre su pecho, pies separados y puso su cara de no me toques los huevos o te arranco la cabeza que normalmente intimidaba a la mayoría de la gente y esperó.

Subasta de esclavos (Yewook) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora