Inferno Personale

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La consciencia vuelve a ella
de golpe, como una bofetada
limpia en la cara. Lo primero
que su cuerpo puede sentir
es el tibio beso de la sangre
resbalando lentamente por
su frente.

Se siente desorientada, no logra
ubicarse. Lo único que le da
una pista de dónde se encuentra
es la sensación del calor, un
calor abrasador que rodea su
cuerpo.

Le cuesta respirar. Algo oprime
su pecho de manera dolorosa.
Trata de moverse, de escapar
de donde está atrapada, pero
aquello que la sostiene del
pecho no la deja, la mantiene
en su lugar, incapaz de moverse.

También siente el olor del
humo entrando por su nariz,
pasando por su garganta y
llegando hasta sus pulmones,
lastimando todo a su paso. La
chica tose violentamente y eso
termina de despertarla de su
letargo.

Separa sus párpados el uno del
otro de una manera tan lenta y
parsimoniosa que incluso parece
que lo hiciera con propósito, pero
la verdad es que su cuerpo tiene
tan poca energía que incluso eso
le cuesta.
Por fin abre los ojos y se marea
al ver un entorno borroso,
cargado de carmesí. Sus pupilas
no se adaptan a la oscuridad del
ambiente y la luz de las llamas
frente a ella.

La chica no puede escuchar nada.
Solamente oye de fondo un incle-
mente pitido que inunda sus oídos
y taladra sus tímpanos.

La chica por fin se deja llevar por
la desesperación e intenta soltar
un grito que clama por ayuda,
pero su voz se encuentra ausente.
El grito se ahoga en el horrible
pitido que la ensordece y la chica
se sume aún más en la
desesperación.

Antes de que pueda reaccionar
o defenderse, la chica siente
cómo manos aparecen de la
oscuridad y se posan en su
cuerpo, comenzando a arras-
trarla al vacío. A la nada.

Como puede, intenta defenderse.
Intenta dar patadas al aire, pero
su cuerpo está tan débil que
apenas y logra mover su pierna
de forma lastimera.
Intenta zafarse quitando de
su cuerpo las manos que la
arrastran, pero las traspasa y
las suyas mismas se pierden
en la oscuridad.

Se entrega a la desesperación.
Intenta gritar, pero no puede.
Intenta zafarse, pero no puede.
Sólo puede llorar. Sus ojos se
cristalizan y se rinde a las
lágrimas.

Es a través de las lágrimas que
la chica por fin puede ver algo.
Más allá de la oscuridad y las
llamas que la rodean.

Está atrapada, aferrada entre
piezas de metal, mientras que
las manos intentan sacarla de
ahí. Las sirenas de las ambu-
lancias se escuchan de fondo.
La chica entonces gira su rostro
y puede verlo, con sus ojos
perdidos en la nada, ausentes
de brillo, de vida.

Entonces se deja ir.

Y las manos la hunden en la oscuridad.

Nostalgia Por Momentos Que Nunca OcurrieronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora