Capítulo único.

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No le resultó difícil encontrarlo: Se hallaba ahí, como muchas mañanas, con la espalda pegada a la lápida y los ojos cerrados; una sonrisa suave se presentaba en la expresión melancólica que enmarcaba su rostro, rememorando quizás aquellos momentos del pasado en compañía de «aquella» persona.

Llevaban solo unos pocos meses saliendo, y Akutagawa aún encontraba difícil de adaptarse a esa costumbre que su actual pareja —y antiguo mentor— sostenía con tanto celo. Admitía que no le agradaba, después de todo jamás fue capaz de generar cariño hacia Oda Sakunosuke— Incluso podía admitir que lo odiaba, no solo por haberse ganado la confianza de Dazai al punto que éste lo presumiera abiertamente en el pasado, sino también porque fue el que lo impulsó a dejar la mafia y abandonarlo como si nada.

Para Akutagawa resultaba difícil deshacerse de ciertos rencores, pero pese a todo no los expresaba tan abiertamente como desearía.

—¿Aún tiene arrepentimientos, Dazai-san?

Los pasos lo condujeron hasta el espacio situado al lado de su actual pareja, quien ensanchó la sonrisa y abrió los ojos para enfocarlos en él.

—¿Aún empleas el honorífico y el tono formal conmigo?

—No podría hacerlo —respondió Akutagawa con simpleza—. Dazai-san es Dazai-san —éste emitió una risa por lo bajo en respuesta, pero ante el silencio que deseaba imponerse, reiteró—: No ha respondido mi pregunta.

Dazai se tomó el tiempo. Su expresión era neutral, pensativa, quizás enfocada en el pasado, y Akutagawa decidió no presionarlo más hasta que, contra expectativas, la respuesta afloró quebrando el silencio.

—No dejo de pensar en las cosas que habría hecho para cambiar la situación —admitió con voz suave—. ¿Y si hubiera sido más rápido? ¿Y si hubiera descubierto los planes de Mori mucho antes...?

Akutagawa estaba perplejo ya que no esperaba que Dazai decidiera abrir sus emociones con él. De hecho, apenas podía asimilar que ambos eran pareja, ¿Cómo sería capaz de reaccionar a esa situación?

En cualquier caso, hizo lo posible por conservar la compostura y ofreció las palabras más sinceras que fue capaz de ofrecer.

—¿Le haría bien que alguien lo culpara de su muerte?

Dazai ladeó la cabeza.

—Quizás —admitió—. ¿Tú crees que es mi culpa, Akutagawa-kun?

—Lo que yo piense es irrelevante —respondió Akutagawa de inmediato, no deseando expresar su discurso de odio y rencor—. No soy el mejor con las palabras, así que todo lo que puedo hacer es permanecer en su compañía —y, tras una pausa, agregó—: si lo desea, por supuesto.

Dazai le dedicó una sonrisa más sincera y, con un gesto, le pidió que se acercara.

Akutagawa obedeció, ignorante de que cuando estuviera a la distancia suficiente, Dazai lo sujetaría del brazo y lo halaría hacia él hasta dejarlo caer sobre sí mismo. Con ayuda de Rashomon, Akutagawa consiguió no dejar caer su peso sobre Dazai, quien rió entretenido con la expresión de pánico que se mostraba en el rostro de su pareja.

—¿Por qué...?

—Perdón, perdón —dijo Dazai entre risas, y lo rodeó con los brazos con intención de acunarlo entre ellos—. Sé que odias a Odasaku, pero debo admitir que sin él no hubiéramos estado así en estos instantes.

Tras acomodarse mejor y tomar asiento entre las piernas de Dazai, Akutagawa se llevó una mano a la boca.

«Así que era muy notorio...»

—¿Por qué cree eso, Dazai-san?

—Porque si él no me hubiera guiado hacia la luz, aún sería ese mentor tiránico que te hacía sufrir —declaró Dazai apoyando el mentón sobre el hombro de su pareja.

Akutagawa cerró los ojos, dejándose llevar por pensamientos e ideas.

—...Si usted no hubiera visto la luz, usted no habría sido capaz de llevarme hacia ella también —sentenció en voz baja y ronca.

Sin embargo, la idea no disipaba el desprecio que aún se hallaba en su pecho hacia esa persona.

«Se supone que vine para ayudarlo a sentirse mejor, pero siento que solo estoy siendo un incordio...».

—Akutagawa-kun —pronunció Dazai para llamar su atención—. Te lo agradezco.

Los ojos grises intentaron enfocarse en el rostro de su mentor, pero desde ese ángulo resultaba difícil conseguirlo.

—¿Agradecerme...? No he hecho nada para merecer ese agradecimiento.

—Al contrario —los brazos de Dazai ahora rodearon su torso con cariño y calidez, y Akutagawa sintió que su corazón estaba a nada de explotar de felicidad—. Pese a que odias a Odasaku, y que te hace mal verme en este lugar, no emites reclamos y prefieres acompañarme antes que gritar y prohibirme que siga viniendo hasta aquí.

Akutagawa tosió de forma disimulada porque en el fondo realmente había querido hacer todas esas cosas, pero prefería mostrarse comprensivo con él.

Quizás en el pasado habría sido diferente, en esa época en la cual estuvo obsesionado con Dazai en todos los aspectos y prefería asesinar a cualquiera que se interpusiera entre ellos dos. Sin embargo, las cosas habían cambiado en su relación.

Aún estaban lejos de ser una pareja perfecta, y ambos tenían muchos problemas y complejos sin resolver, pero Akutagawa quería que lo suyo funcionara y estaba dispuesto a poner de su parte para conseguirlo.

—No necesita agradecer nada —sentenció en voz baja—. Solo quiero que sepa que incluso si no compartimos el dolor por esa persona, ya no tiene por qué estar sufriendo por sí mismo. Estoy aquí.

Dazai sonrió y cerró los ojos.

—Lo sé —dijo en un susurro—. No puedo dudarlo.

Grieving in companyWhere stories live. Discover now