Taking care of you

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Nadie recordaba un día de promociones más agotador que aquel. Después de la grabación de una entrevista en directo, tuvieron que actuar en un programa y acudir a otra entrevista después. Eran las diez y media de la noche cuando los seis miembros de ONEUS cruzaban la puerta del dormitorio. Xion, el menor de todos y con el brazo en cabestrillo, fue el primero en ir al sofá, tumbarse y cerrar los ojos un poco para relajarse. Los demás le siguieron, algunos en el otro sofá y otros en el suelo. Y Ravn, agotado hasta el punto de que no podía mantener los ojos abiertos ni caminar, estaba deseando ir a la cama. Hwanwoong estaba atento a él: le sujetaba por un brazo y le ayudaba a que se mantuviera despierto.

— Vamos a la cocina a cenar algo y después a la cama, ¿vale?

— Pero no tengo hambre, sólo quiero dormir... —el moreno protestó como un niño pequeño.

— Venga, hyung, que no queremos que enfermes otra vez.

Youngjo abultó sus labios en un pequeño puchero y el rubio le acarició la mejilla con delicadeza. Sabía que estaba muy cansado, pero desde la hora de la comida no había metido nada en su estómago y había hecho demasiado ejercicio bailando como para irse a la cama directamente. El menor entrelazó los dedos con los de su pareja y, a paso lento, caminaron juntos hacia la cocina. Mientras que el rapero se sentaba en un taburete y sujetaba su cabeza con las manos para no quedarse dormido, el bailarín buscaba un bote de ramen instantáneo en unos de los armarios después de poner agua a calentar en la máquina que tenían para ello. Aquella no sería la comida más sana; sin embargo, era rápida de hacer y podía enviar algunos nutrientes al cuerpo. Cuando se lo preparó, apenas cinco minutos después, cogió dos palillos de metal del cajón de los cubiertos y el bote de fideos caliente y tomó asiento al lado del más alto. Agarró los palillos correctamente, unos pocos fideos y los llevó a la boca del mayor.

— Abre la boca, hyung.

— ¿Me vas a dar tú de comer?

— No tienes fuerza para ello, tonto.

Ravn esbozó una sonrisa cansada y abrió la boca lo justo para atrapar aquellos fideos que caían por los palillos. En todo el tiempo que duró la cena, no dejaron de mirarse a los ojos ni tampoco pronunciaron palabra. Youngjo no tardó más de quince minutos en acabarse el bol de ramen y se levantó para tirarlo a la basura. Al dirigirse hacia la puerta de la cocina, antes de que Hwanwoong se pusiera de pie para ir juntos a la habitación, le abrazó por la espalda y dejó varios besos suaves en su hombro derecho. El rubio sonrió como respuesta a aquellas muestras de afecto y se separó del mayor para ir a la cama. De nuevo le tomó la mano y le guió por el pasillo hasta llegar a su destino. Entraron en el cuarto del moreno, quien cerró la puerta tras de sí, y se sentaron en el colchón.

— Cariño... te tienes que poner el pijama y quitarte el maquillaje, sino mañana tendrás la carita roja e hinchada.

— Quiero dormir ya...

— Venga, que es sólo un ratito.

— No...

— ¿Quieres que te lo quite yo?

El rapero asintió en seguida, sin esperar apenas un segundo después de que su novio hablara. Sí, Hwanwoong y Ravn eran pareja. Sus compañeros de grupo, sabiendo los sentimientos del uno por el otro, les habían organizado una cena a solas en el apartamento. Xion había cocinado el plato favorito de ambos, Keonhee y Seoho se habían encargado de la decoración de la mesa con velas y algunas flores azules; y Geonhak había hablado con ambos para conseguir llevarlos al dormitorio a los dos a la vez y que se encontraran en la puerta del mismo. Pasaron la noche a solas y, aunque estaban algo nerviosos porque no se esperaban aquello, hablaron de sus sentimientos prácticamente durante toda la velada. Y estuvieron de acuerdo en que lo mejor era empezar una relación. De aquello hacía tan sólo dos meses, había sido la misma semana que habían vuelto de Italia.

Youngjo se levantó de la cama y Hwanwoong quedó sentado en la misma a modo de indio, con la mirada fija en el cuerpo de su mayor. Le observó quitarse la ropa de aquel día, dejándola en el suelo, y se mordió el labio al ver su cuerpo desnudo, tan sólo tapado por su ropa interior. Su novio no era el chico más musculoso del mundo, ni el de piel más pálida, ni el más alto, pero era muy atractivo. Tenía el cuerpo lo suficientemente tonificado como para llamar la atención de quien lo mirara, los hombros anchos y las piernas de un tamaño perfecto. Y además, su estatura diferente a la del bailarín era perfecta para los momentos en que se quedaban dormidos y abrazados, uno encima del otro. Un chasquido de dedos delante de sus ojos le sacó de sus pensamientos, era Ravn avisándole de que ya se había puesto el pijama.

— Te toca desmaquillarme, enano.

— Espérame aquí. Y no te tumbes, que te quedas dormido.

— A sus órdenes.

Hwanwoong rió y negó con la cabeza después. Se levantó de la cama y se dirigió a la cómoda del mayor, mueble sobre el cual tenía ordenadas sus cremas, algodones y maquillajes; también colonias, productos desmaquillantes... el rapero era todo un presumido, lo que servía como objeto de burla para sus miembros más de una vez. Tomó la caja en la que había organizado todo y volvió con su novio. Se sentó en el colchón, frente a él, y se pusieron los dos a modo de indio. El rubio le indicó a Youngjo que cerrara los ojos y mojó un poco de algodón con líquido desmaquillante. Tomó su rostro con la mano izquierda y con la derecha comenzó a quitar su maquillaje. Lo hacía con cuidado, frotaba sin hacerle daño y de vez en cuando le regalaba un suave beso en los labios. No tardó mucho en dejar su cara limpia.

— Perfecto. Ahora dime qué crema prefieres hoy.

— La de Aloe Vera.

El bailarín cogió la crema que su novio le había indicado, echó una gota en cada una de sus mejillas y, con ambas manos, la restregó por todo su rostro. Cuando terminó, dejó la caja que había cogido en la mesita de noche de al lado de la cama y se sentó a horcajadas sobre su chico. Le rodeó el cuello con los brazos y le miró a los ojos sin ser capaz de dejar de sonreír.

— El más bonito —pronunció el mayor en un susurro.

— ¿Tú? Por supuesto.

— Obvio, ¿quién iba a ser?

Hwanwoong le dio una suave palmada en el hombro y Ravn buscó sus labios durante unos segundos hasta atraparlos y unir sus bocas en suave beso que empezó con movimientos lentos y acabó con sus lenguas bailando juntas y enredadas y sus dos cuerpos apoyados en el colchón. Se separaron después de unos minutos, para tomar aire, y el más bajito miró a su pareja sin borrar la sonrisa. Le acarició la clavícula que quedaba descubierta por el cuello de su camiseta de pijama, mientras el moreno rodeaba su cintura con un brazo.

— ¿Quieres que duerma contigo, hyung?

— Por favor.

— Pues voy a mi cuarto a por el pijama y a desmaquillarme y vengo, ¿de acuerdo? No tardaré mucho.

Youngjo asintió y soltó el abrazo para dejarle ir. Se quedó boca arriba en la cama y le observó salir por la puerta. Sus habitaciones estaban la una enfrente de la otra y podía verle buscar una camiseta para dormir y unos pantalones entre un cúmulo de ropa sobre la silla de su escritorio. Sin embargo, por mucho que quisiera esperarle despierto, sus ojos se cerraban y el sueño le ganaba la batalla. En el momento en que quiso darse cuenta, se había quedado dormido con el rostro hacia la puerta de su cuarto y un brazo sobre su abdomen. Hwanwoong volvió a la habitación y sonrió al verle ya dormido. Al menos había conseguido que cenara algo, se desmaquillara y se pusiera el pijama antes de dormirse. Aprovechó ese ratito para ir a la cocina y cenar una pieza de fruta, y cuando la acabó volvió a la habitación. Se tumbó al lado de Ravn en la cama, le abrazó y apoyó la cabeza en su pecho.

— Buenas noches, hyung. Te quiero. Y recuerda que siempre cuidaré de ti —susurró, aunque sabía que el otro no le escuchaba ya.

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