Sick

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Maki saca los zapatos del locker y los intercambia con los que lleva puestos. Ahora, llevando los zapatos adecuados para salir de la escuela, camina hacia la salida dónde Rin alegre como siempre la espera.

  —¡Maki-Chan, Maki-Chan! —Salta entusiasmada por por fin poder salir de clases, lo que derivaba en ella visitando la casa de Hanayo apenas tuviese la oportunidad.

La pelirroja le da una mirada de desaprobación y nerviosismo. La exuberante energía de Rin siempre la dejaba descolocada. Impredecible era la palabra para describirla, y eso que llevaban ya un bien tiempo de conocerse.

  —En fin... —susurra más para si misma que nadie, mientras llevaba su mano hacia la nuca—. ¿Todavía quieres ir a visitar a Hanayo?

Rin la mira ofendida como si hubiese confesado un crimen.

Sintiéndose enfadada por las dudas de su amiga, hace un puchero que dura unos segundos porque al instante recordó algo que la hizo sonreír de oreja a oreja, perturbando a Maki cuando se volteó a verla contenta.

  —Nico-Chan también estaba enferma ¿Verdad? —Posicionando su dedo indice en sus labios, mirando hacía arriba pensando y secretamente disfrutando del notable sonrojo en el rostro de su amiga y compañera de grupo, Rin sentencia—: ¡Creo que estaría muy feliz si fueras a verla nya!

  —Ni de broma —Descarta sin siquiera dejar pasar un segundo de la sugerencia.

El rojizo de sus mejillas se ha difuminado un poco, pero sigue ahí acechandola cuando intenta verse enojada.

  —¡¿Pero qué va a hacer sola y enferma?!

  —Sabrá cuidarse sola.

  —No seas así, vamos~. ¡Maki-nyan~! —Si había algo que Rin definitivamente tenía, y que frustraba a Maki de maneras que ni ella entendía, era su insistencia.

La menor sabe que podría quedarse horas y horas negándose a ir, pero Rin seguiría pegada a ella como un gato a su dueño. Así que gruñe una última vez rindiéndose y dejándole saber a la chica alegre que iría.

  —¡Bien! Estoy segura de que te va a agradecer y podrán por fin ser buenas amigas ¡Ya verás! —dice alejándose hacia la entrada de Otonokizaka, dónde se encuentran al menos otras 20 estudiantes saliendo junto a ella.

Guarda silencio unos segundos pensando. Sus manos agarrando el bolso con fuerza, apaciguando los nervios que la hacían encogerse cuando estaba sola, sin la confianza y decisión que las palabras de Rin dejaban en ella.

  —Amigas ¿Eh...?

((~>_<~))

Bajando la avenida y cruzando dos calles, Rin corría hacía su destino después de bajarse del autobús, hasta que divisa una casita ya conocida que acostumbraba a visitar desde su niñez.

Se para frente a la misma y toma un aliento algo nervioso antes de tocar 3 veces. Recordaba la primera vez que visitó la casa de su mejor amiga, estaba emocionada por poder jugar con todos sus juguetes, pero los padres se veían serios y algo aterradores por su hiperactividad.

Siendo inesperado cuando la mamá de Hanayo la acunó en sus brazos y la trató como su segunda hija a medida crecía. Cuando la vio abrir la puerta, correspondió el abrazo y ella la saludó con una gran sonrisa en su rostro antes de pasar y adentrarse a la sala junto a la cocina abierta.

  —¿Hm? ¿Dónde está el señor? —El apodo hizo a la "señora" soltar una risita.

  —Fue a la tienda por helados, Hanayo le pidió unos a pesar de estar enferma. Esa niña no sabe lo que es cuidarse —Escucha lo que parece un suspiro antes de que se volteé con una gran sonrisa—. Pero tú ¿Has comido? Ven, deja que te de algo.

¡Beat in Angel! 【Especial San Valentín】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora