Mientras ella bailaba no hubo caos alguno en su propia energía pues le gustaba sentir su cuerpo en movimiento, cuando la planta de su pie se apoyaba por completo y ella con su elegancia de siempre tan sólo respiraba sintiéndose, y apoyando el otro en su respectivo lugar.
Y era lindo. Su forma de ver las cosas, su forma de ser y su forma de tenerlo a uno espectante. A veces los suspiros salían de su público siendo de cansancio o siendo de admiración, ella solo seguía en lo suyo.
Desde aquel momento entendí que cuando amas lo que haces, el apoyo es bien recibido y las sensaciones monótonas se van. Mi ritmo y su elegancia, ¿Qué cosa más perfecta podría haber?
Yo era alguien tan simple quizás. Alguien que dentro del escenario parecía invisible. El violín era excelente, la guitarra acústica se coordinaba demasiado bien, el sonido del arpa también era agradable al oído. Una mujer como ella no volvería a existir por más rezos que le diera a Dios.
Una mujer como ella que tomaba mis mejillas con dulzura. Una mujer como ella que a medianoche se dedicaba a calmar mis llantos. Una mujer como ella realmente era como una ilusión.
Yo con mi ritmo y ella con su elegancia.
Le aplaudieron, y yo sonreí. Me besó en el escenario, y decidió que nuestras vidas jamás serían separadas.
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Libro Cortito
Short Story¿Qué como veo el mundo? Me preguntó una vez alguien. Y quizás así no es el mundo, pero me gustaría pensar que algo cambia si yo lo digo así.