Desde que ya no estás.

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Desde hacía ya varios años me había dado cuenta de que la vida no era la gran cosa, sólo podía decepcionarme aún más de todas las cosas que pasaban a mí al rededor y de las personas que conocía que lo único que sabían era mentir y lastimar a otros. Mi talón de Aquiles había sido Eiden, nunca fuimos nada, solo simples amigo, pero joder, me había enamorado tanto de él que hasta la fecha me seguía doliendo que ya no estuviera aquí. Él había sido el único mejor amigo que había tenido en  mi vida y así seguirá siendo, aunque ya ni siquiera pudiera considerarlo como tal, la verdad era que desde que se había ido perdimos comunicación por un tiempo y cuando volvimos a hablar solo peleábamos por cosas absurdas. 

Estaba en mi casa, luego de haberme aislado por completo del mundo exterior luego de que Eiden se fuese, me salí de la escuela porque me había deprimido bastante, desde que se fue sólo tengo pesadillas y ganas de vomitar por cualquier cosa. 

- ¿Cuándo piensas volver a la escuela? -mi madre me preguntó sin poder ocultar su irritación.

- El próximo año, aún no sé lo que quiero estudiar, no puedo hacer nada por ello.

- Tienes que dejar a un lado a Eiden, él ya esta haciendo su vida y tú deberías hacer lo mismo. 

Durante todo este tiempo mi mamá se había encargado de hacer más grande mi depresión al recordarme a ese hombre cada vez que respiraba. Y a mí se me destrozaba el corazón cada que escuchaba su nombre.

- Él no tiene nada que ver con esto. 

Mi mamá me miró incrédula.

Sabía perfectamente bien lo que esa mirada significaba, pero me rehusaba a admitirlo en voz alta, sentía que si lo decía me quebraría para siempre, y no quería seguí sintiéndome vulnerable a causa de una persona que a ni siquiera estaba a mi lado.

- Si tanto te duele ya no lo volveré a mencionar. 

Le lancé una mirada molesta, pero aún así le respondí:

- Me ahorrarías molestias -le contesté duro, y entonces pensé "bien, que nadie se de cuenta de lo mal que te sientes porque tu corazón esta roto, sigue fingiendo ser fuerte".

Mi madre puso mala cara, pero no dijo nada más. 

Subí a mi habitación y al poco rato escuche mi celular sonar, eso sólo podía significar una cosa: Eiden otra vez. Contesté al instante.

- Estoy en una fiesta -dijo con su voz profunda- pero nadie me agrada y mi madre ya se puso lo suficientemente borracha, no quiero lidiar con ella.

Me reí un poco, últimamente siempre estaba en fiestas e las cuales terminaba escapando... quizás escapaba exclusivamente para hablar conmigo, o quizás no le quedaba más remedió para matar su aburrimiento.

- Y no me digas, de nuevo estas temblado de frío -el sólo contestó con un "mmm"-, al final terminaras muerto por hipotermia, ¿qué te cuesta convivir un poco con tu familia?

- Ya sabes que para mí no es tan sencillo, tu vida familiar parece pacifica, pero la mía no lo es del todo.

- Para tu mamá tampoco ha sido fácil, deberías estar consciente de ello.

Se quedó callado. Había tocado un tema delicado para él, su mamá lo había dejado con unos familiares durante varios años (por no decir que la señora despareció por completo) y cuando regreso no lo hizo sola, sino que se había casado y había tenido otros 3 hijos, y todo eso sin decirle a Eiden nada, ni siquiera por una llamada. Pero aún así, su mamá había hecho de todo para poder regresar por él, pero resultó que no estaba en buenos términos con los familiares con los que se quedó Eiden.

- No puede justificarse con nada. 

-De acuerdo, cambiemos el tema, ¿qué tal tus nuevos amigos?

- Hay un chico que me recuerda mucho a ti, usa lentes igual que tú y tienen un sentido del humor muy parecido, siempre esta riendo y haciendo cualquier estupidez que se le pasa por la cabeza. Nos hemos hecho muy cercanos.

Celos. Eso fue lo que sentí.

Las constantes llamadas por su parte siguieron durante unas cuantas semanas, hasta que dejó de hacerlo y dejamos de hablar durante varias semanas (algo que no había ocurrido nunca). Como era él el que siempre tomaba la iniciativa de hablar decidí que por primera vez yo lo haría, pero lo único que recibí de su parte fueron unas respuestas cortas y frías, casi como la primera vez que nos hablamos. 

Recuero que lo que más describía  Eieden era su mirada muerta, como si ya hubiese perdido toda la esperanza, como si estuviera decepcionado de todo y de todos, casi como ser un adulto que ya se dio cuenta de lo que es vivir de verdad, regularmente comenzamos a adoptar esa mirada cuando somos un poco más mayores, pero yo lo conocí a los 13 años. Y él ya estaba muerto por dentro. 

A pesar de ello, su actitud se fue relajando poco a poco conmigo y compartió sus recuerdos dolorosos, mostró su vulnerabilidad y eso, joder, es me hizo sentir como la persona más especial del mundo. Quizás me enamoré de su vulnerabilidad, quería mostrarle que no todo en este mundo estaba mal, y que también estaba bien sentirse mal y llorar desde lo profundo de tu ser, porque así somos los humanos, y justo cuando sentí que lo había logrado... Se fue. 

En cualquier caso, cada que volvía a hablar con él lo sentía más distante, como si fuéramos desconocidos y si mi corazón ya estaba roto ahora se había convertido en polvo, tal vez ya ni tenía ningún corazón porque Eiden se lo había llevado aquel día. 

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⏰ Última actualización: Sep 28, 2019 ⏰

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