Dormido

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Emilio observó más de lo normal como el niño frente a él sonreía antes de morder su hamburguesa

- Deberíamos ir al hotel- opinó Joaco

- ¿Ya te quieres ir?

- No, pero no creo que sea muy seguro estar a mitad de la noche en un lugar que no conocemos

- Buen punto

Ambos estaban sentados sobre el auto en el estacionamiento de un establecimiento donde habían comprado su cena

- ¿Cumpliste tu deseo?- preguntó el mayor escuchando como el castaño suspiraba a su lado

- Fue más de lo que esperaba, fue un día Perfecto- confesó

Después de estar un largo tiempo en el parque de diversiones habían ido a un museo de artes donde Joaquín le tuvo que explicar a Emilio muchas de las obras que el de rizos no comprendía, antes de terminar el día hicieron una reservación en un hotel y jugaron un poco en la piscina antes de salir a cenar comida chatarra

Los chicos subieron al auto y salieron del lugar ya cansados de no parar en todo el día. El reloj marcaba la 1:48 am y las calles estaban desiertas dándole al viaje un sentido terroríficos que los jóvenes ignoraban por estar concentrados en la sonrisa del otro

- ¿Te sientes bien? ¿Quieres que pare?- preguntó asustado Emilio al ver cómo su compañero se tomaba el puente de la nariz entre sus dedos

- Se llama sueño Osorio, no exageres

- Tardaremos 15 minutos en llegar, intenta descansar un poco

Bondoni no contestó simplemente se intentó acostar en el incómodo asiento de tal forma que su cuerpo quedara volteado a la dirección del piloto

- ¿Me verás todo el camino?

- ¿Algún problema?

Emilio sonrió sin apartar la vista de la carretera. Ese niño lo volvería loco

✨🌻✨

- Joaco, mocoso ya llegamos- dijo el rizado moviendo ligeramente a su amigo

- Esto...dor...dormido- balbuceó entre sueños

- Me las pagarás Bondoni

Emilio tomó el cuerpo del castaño entre sus brazos y lo cargó desde el carro hasta la entrada del hotel donde bajo la curiosa vista de algunos empleados logró llegar al elevador y oprimir el botón con el número de su piso

Durante estos breves segundos donde solo se escuchaba la leve melodía de la mala música de ascensor Emilio se limitó a observar cada pequeño detalle del rostro de Joaquín, no podía negar que el menor siempre se le hizo hermoso, tenía esa actitud inocente y carismática que solo él podría controlar, sus rasgos eran tan finos que parecían imposibles de creer y ni hablemos de su sonrisa que deslumbraba hasta el rincón más oscuro

Camino fácilmente hasta la puerta de su habitación maldiciendo por su nuevo obstáculo. Abrir la puerta

Con mucha dificultad logró sacar la tarjeta que servía como llave para la habitación y después de cuatro intentos fallidos logró pasarla correctamente por el lector de seguridad

- Definitivamente Bondoni, me las pagarás- murmuró al entrar al cuarto y recordar el problema que acordó resolver con Joaquín al volver de su cena

Solo había una cama

30 Días (Emiliaco) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora