[Prólogo]

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Un golpe

Y otro

Y otro

Así era la vida para un joven de blanco cabello y una contextura más que delgada.

Siendo el menor en la familia Gardener, no podía hacer nada, sus hermanos mayores solo se desquitaban con él, de igual forma sus amados progenitores y algunos amigos, solo era un perdedor, que callaba sus gritos en una almohada y curaba sus heridas con lágrimas.

Sabiendo que ni en sus sueños se libraría de esto, ni con un millón de caramelos se quitaría el amargo sabor de la sangre que hierve cada vez que algo impacta contra su magullado cuerpo, bien sean palabras o golpes tan fuertes que dejan marca.

Pero...

—¡Me largo!— gritó con su voz rasgada gracias a las lágrimas que caían sobre su rostro con moretones.

—¡Pues lagrate, inútil hijo de perra!— grito su padre, a su vez, soltando el cabello del joven albino, propinándole una patada una vez calló al suelo.

Jaden, con los dientes apretados y una gran carcajada, solo dictó al cielo y al mayor.

— Ustedes arderán, oiré sus voces muriendo en el inframundo, llorando sangre y escupiendo azufre, en nombre de Dios, que así sea.—

Un escalofrío corrió por la espalda de su padre, mirándolo por encima del hombro, y con una mueca de enojo, se marchó de la habitación, cerrando la puerta de golpe.

[ · · · ]

Corriendo por entre las calles, tropezando con una que otra persona y andando a trompicones y cegado por una falsa esperanza, el chico de grises ojos se dirigía a algún lugar, no sabía cuál ni cómo llegar, solo sabía que estaría lejos de su supuesto "hogar" del cual, hace unas horas, había huido.

Su cuerpo, desgastado y desnutrido, se desplomó al frente de una gran catedral, más concretamente, una iglesia de nombre "St Martin In The Fields" tan famosa como grande y hermosa.

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